O se caía o se derribaba. Parecía que solo había dos alternativas para el futuro de la parroquia de San Juan de Moraza, en Trebiño, máxime cuando esta aldea apenas cuenta con población estable. Pero esos vecinos no estaban dispuestos a que se llegara a esa situación bajo ningún concepto y capitaneados por la presidenta de la Junta Administrativa, Nerea Alzaga Almazán, han logrado financiación para una parte de la obra, la que evita su derrumbe, y ya planifican otras fases, para consolidar su interior y su entorno.

Según la descripción del Ayuntamiento de Trebiño, de quien depende administrativamente, es un templo de pequeñas proporciones pero con bellísimos y potentes elementos de un románico inicial, de principios del siglo XII. De esta primitiva fábrica destaca especialmente el ábside. De menores proporciones que el resto de la nave, es de planta cuadrada y está decorado con un sobrio ventanal con capiteles vegetales. De sus canecillos, tan solo algunos son visitables, entre ellos dos con modillones de diverso tamaño.

La nave cumple las características del primer románico, si bien se perciben varias transformaciones. Uno de sus lados queda completamente oculto tras una construcción barroca distribuida en dos niveles, en su zona baja un pórtico coronado por una bien compuesta y articulada espadaña. Realmente es un conjunto rural con gran armonía y encanto.

El problema era que el conjunto “estaba bastante mal” y se encaminaba a un final en el que “o se derruía entera, por su propio pie, o se tenía que tirar para evitar accidentes”, según relata Nerea Alzaga. El año pasado, hablando con un convecino, salió en la conversación que la Diputación Provincial de Burgos solía aprobar anualmente una orden de subvenciones para el arreglo de iglesias o ermitas. La presidenta de la Junta Administrativa se interesó por esa posibilidad y el propio Ayuntamiento de Trebiño les envió información de la convocatoria para ese año.

Con “muchas dudas” en cuanto al resultado final de las gestiones que se podían hacer desde Moraza, Nerea Alzaga habló primero con un vecino con el que comparte los trabajos concejiles y posteriormente con otros y se decidieron a solicitar una subvención y a encargar un proyecto de obra que suponía un gasto de 33.000 euros para realizarla.

Fueron pasando los meses y en febrero de este año 2017 llegó por fin una carta de la Diputación Provincial de Burgos en la que se comunicaba que Moraza podía contar con una ayuda del 70% de la obra para reconstruir el tejado, la parte más delicada y estropeada del templo.

A la alegría que supuso la noticia se unió la incertidumbre de que la cifra no era suficiente para pagar toda la factura, ya que los recursos económicos de la Junta del pueblo son casi inexistentes. Pero no se arredraron y decidieron acudir en busca del resto del dinero a la diócesis de Vitoria, donde “también tuvimos mucha suerte, ya que aceptaron ayudarnos al ver el esfuerzo que estábamos realizando para que no se hundiera el templo”. Por su parte, el propio Ayuntamiento de Trebiño también se implicó y ayudó en todo lo que pudo para la realización de trámites.