El 25 de julio, Día del Blusa y de la Neska, Vitoria se convierte en el último sitio en el que le gustaría estar a cualquier vampiro. Y es que las calles Portal del Rey, San Francisco y la Cuesta de San Francisco se llenan de ajos desde las 7.00 horas hasta la medianoche. No obstante, ese alimento que tanto repele a estos seres de leyenda parece tener justamente el efecto contrario en la capital alavesa que lleva más de 20 años dedicándoles una feria exclusiva en el día de Santiago.

Ayer, una edición más se dispusieron miles de cabezas de esta planta que tanto sabor da a las comidas en puestos de 4x2 metros. En concreto, 80 productores han sido los que este año han formado el tradicional mercado de los ajos. Las licencias ofertadas desde el Ayuntamiento eran 107 por lo que todas las solicitudes recibidas fueron autorizadas, lo que originó lugar a una feria con vendedores de origen alavés, vizcaíno, guipuzcoano, navarro, zaragozano, zamorano, cántabro y palentino, siendo de Navarra y Zaragoza la mayoría de licencias concedidas.

Y es que la estrella entre los consumidores y el más ofertado fue el ajo rojo de Corella (Navarra), al ser un lugar “soleado con buena temperatura para cultivar ajos”, afirmó Inés Landa, que ayer compró sus dos ristras como cada año. “Hay mucha diferencia en el sabor y en la calidad”, aseguró esta consumidora. Quizá esta sea la premisa para que esta feria siga atrayendo vitorianos manteniéndose fieles a la cita cada día de Santiago. Un gran sabor, pero como Landa contó que bromea su hijo, “el ajo me gusta mucho pero con una buena chuleta debajo”. El hecho de acompañarlo de un buen pedazo de carne lo comparte Francisco Salas, quien cumplió una tradición familiar acercándose a los puestos “siempre hemos comprado aquí y se seguirá haciendo”.

Esta edición, aunque atrajo clientela como siempre, empezó de una maneras más floja, aseguró Maite Velázquez quien lleva unos 20 años montando su puesto llamado Imanol Calvente. Esta productora apuesta por el típico ajo rojo de navarra en su versión “sucia y limpia”, aunque confiesa que en su caso vende más el morado de Las Pedroñeras (Cuenca) porque “el diente de cada ajo es más gordo y más fácil de pelar y la gente tiene poca paciencia”.

Ajo negro En esta jornada no todo fueron ajos rojos y morados. También hubo espacio para nuevos y sorprendentes productos como el ajo negro. Asier Pertejo, vendedor que lleva más de 20 años trayendo sus puestos llamados Txorierri, apostó por el ajo negro. Una innovación en esta feria que causó sorpresa en los consumidores por su aspecto, color y textura. Y es que este tipo es blando, negro y tiene un gusto a regaliz o ciruela pasa explicaba este distribuidor a la clientela. El condimento en cuestión sirve para aderezar platos fríos y ensaladas y se come crudo, tanto es así que los viandantes que pasaron por allí pudieron probarlo en el momento. El ajo negro multiplica por cinco las propiedades de sus hermanos rojo y morado y surge cuando esta planta ha sufrido “un proceso de fermentación que saca el azúcar del ajo”, explicó Pertejo desde su caseta.

Un 2017 en el que los precios registraron una tendencia a la baja para alegría de los consumidores y pena de los vendedores y en el que no todo fueron ajos, ya que en este mercado también se pudieron adquirir otros productos como melocotones o pimientos choriceros. Además de esta particular compra anual, algunos viandantes paseaban por estas calles simplemente disfrutando del ambiente y aroma de la antesala de La Blanca, que supone este día de Santiago en el que Gasteiz roza su festividad con la punta de los dedos.