murgia - La biblioteca de Murgia va a albergar a las 19.30 horas de hoy viernes una conferencia sobre el proyecto Errotarri Gorbeia. Un trabajo sobre canteras moleras que está englobado en un programa europeo liderado desde la Universidad francesa de Grenoble y comandado por el etnógrafo y miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi Javier Castro. Con él se llevan siete años estudiando los canchales o derrubios donde nuestros antepasados localizaban lajas de piedra arenisca de las que sacaban lonchas en rodajas. Con ellas esculpían luego las muelas, piezas de 900 kilogramos de peso por término medio, que los canteros vendían a los molinos situados en los fondos de los valles. En ellos se molía el trigo para hacer pan, alimento básico en la historia de la humanidad.
No en vano, si se tiene en cuenta que “cada molino harinero empleaba dos muelas y que en Gipuzkoa había 700, otros 700 en Bizkaia, unos dos mil en Navarra y más de 800 en Álava, salta a la vista la gran importancia económica de este oficio entre los siglos XVI y XIX (época del auge de los molinos hidráulicos o eólicos, antes de la llegada de la electricidad), porque al igual que hoy día la producción de neumáticos es indispensable para la industria automovilística, por aquel entonces los molinos no podían funcionar sin muelas”, pone de ejemplo Castro, quién ofrecerá la charla, acompañado por Iñaki García Uribe, uno de su medio centenar de colaboradores, que hará la presentación y moderará el debate posterior.
El motivo de que esta charla vaya a tener lugar en Zuia se encuentra en que el citado estudio ha situado a este municipio a la cabeza del ranking mundial de las canteras moleras (40 explotaciones con cerca de 200 muelas), seguido por Zigoitia (llevan encontradas 30 canteras y la investigación continuará hasta diciembre) y el vizcaíno Orozko (29 canteras con 113 muelas).
Algo que lleva a afirmar que el macizo del Gorbea reúne la mayor concentración de este tipo de explotaciones en todo el mundo, ya que en cuarto lugar y con sólo 15 canteras se sitúa Saint Crépin de Richemont, en la Dordoña francesa, al este de Burdeos. “Sabemos que hay más de mil canteras moleras en el mundo, pero investigadas están 880. Los países que más tienen por su economía cerealista son Francia y España, que abarcan el 85%, casi a partes iguales. Pero del total, 190 están en Euskal Herria, contabilizando Navarra y Trebiño, y 92 de ellas con 330 muelas se encuentran dentro del Parque del Gorbea y, por tanto, a partir de 1994 protegidas como patrimonio etnográfico, aunque no podemos decir lo mismo de las que se encuentran fuera”, matiza Castro. De hecho, en sus excursiones en busca de material y datos para su estudio se ha topado con muelas haciendo las veces de mesa en baserris de la zona, aunque “gracias a las indicaciones de sus propietarios luego he dado con la cantera de donde la bajaron, he de decir que por puro desconocimiento, porque se trata de un oficio desaparecido hace más de un siglo, de cuya existencia casi nadie ha sido consciente”, esgrime.
Otros oficios relacionados con el monte, como los de obtener carbón, madera, castañas, hielo o el del pastoreo son más recurrentes y conocidos. Sin embargo, cincelar piedras de molino en cotas superiores a los 1.000 metros de altitud en muchos casos para después bajarlas a los molinos del valle, apenas es conocido, pese a los documentos históricos que atestiguan su existencia. “El primer documento en Zuia que hace referencia a este oficio es de 1550 y a partir de 1800 deja de haber datos. También sabemos el nombre del primer cantero que hubo en la zona, un tal Juan de Allacha del siglo XVI, y del último: Pedro de Larrazabal en 1960. Ambos vivieron en Markina, la zona de Zuia más cercana al monte, y del último sabemos que se valía de un nogal cercano a la iglesia, a modo de grúa, para izar la muela una vez terminada y subirla al carro para llevársela al molino comprador”, relata Castro.
kilogramos. Las rocas, una vez rescatadas de las canteras, eran esculpidas para su posterior uso en los molinos que existían en los valles, donde se molía el trigo para hacer pan.