Saturnino Sáez de Ibarra pone una canción del Trío Calaveras y se queda con la mirada perdida. La música le hipnotiza, se queda paralizado. Los boleros de este trío mexicano le han acompañado toda su vida. Transcurre menos de medio minuto y comienza a contar anécdotas y datos sobre el grupo. Nadie sabe más que él de este las rancheras y boleros de los mexicanos. Acumula documentos, películas, discos y fotografías desde hace más de cincuenta años. Su hogar está repleto de películas y álbumes que contienen miles de documentos e imágenes originales de su banda favorita. Tanto es así que tuvo que alquilar una lonja porque ya no le cabían en su vivienda.

El local, igualmente, guarda todo tipo de reliquias relacionadas con este grupo de boleros originado en los años 30, que realizó giras durante once años. Visitaron numerosos países, tanto latinoamericanos como europeos, entre ellos España, y Estados Unidos. Su participación también quedó reflejada en el cine, tras la actuación en una veintena de películas, incluido el film Jalisco canta en Sevilla, en el que Carmen Sevilla hizo su debut como actriz.

Curiosamente fue un largometraje lo que llevó a Sáez de Ibarra a comenzar su colección. El vitoriano, con apenas 12 años escuchó la canción Plegaria guadalupana en la película El peñón de las ánimas de 1943. “Aquello me enganchó”, confiesa. Nunca antes había escuchado el falsete -técnica que fusiona voces graves y agudas- y aquello fue lo que le fascinó. “En otros grupos musicales puedes escuchar dos voces, pero no tres. Aquí se escuchan claramente las tres”, aclara. Aquella canción fue un punto de inflexión para Sáez de Ibarra, que compró el primer disco del trío mexicano, a pesar de que no disponía de tocadiscos para poderlo escuchar.

No fue, sin embargo, hasta casi dos décadas después, en 1962, cuando realmente empezó a confeccionar su colección, aunque entonces ya guardaba todo lo relacionado con el Trío Calaveras que pasaba por sus manos. A día de hoy, no sabe la cifra exacta de objetos que tiene en su haber, pero calcula que unos 3.000, sumando todo el material que posee.

Poca conexión tiene su oficio de capataz, ejercido en Michelin, con el grupo mexicano. Esta banda no es la única afición que tiene este gasteiztarra, ya que también le interesan el boxeo y el baile, aunque su verdadera pasión es el Trío Calavera. En lo que respecta a otras bandas de boleros similares, como Los Panchos y Los Tres Diamantes, comenta que “no los desprecia”, y recuerda que “cada uno tiene su estilo”. Lo que, en su opinión, diferencia al Trío Calaveras es que “con sus voces hacen lo que quieren y eso los demás no pueden hacerlo”, considera.

Dentro del enorme abanico de curiosidades que forman parte de la colección, destaca la fotografía original de los tres miembros decanos del grupo. Sáez de Ibarra puntualiza que entonces ni siquiera tenían el nombre Trío Calaveras. La respuesta a esta incógnita la resuelve el propio coleccionista, que asegura que el grupo se presentó a un concurso estudiantil en su Universidad, y se hicieron llamar Trío Calaveras en representación de su facultad, cuyo emblema era una pequeña calavera. “Aquello fue en 1931, pero profesionalmente no comenzaron hasta 1937, año en el que ofrecieron su música a una película”, relata. En aquella cinta aparecieron en los créditos como Trío Calaveras en referencia a su nombre de seis años atrás, aunque realmente carecían de un nombre oficial como tal, ya que se presentaron oficialmente el 15 de septiembre de 1937.

Otra de las reliquias que tiene el coleccionista es una fotografía de la visita de Jorge Negrete y el Trío Calaveras a Cuba. En la imagen se aprecia la calle abarrotada, cinco o seis filas de personas a ambos lados de la vía pública, que dan la bienvenida a isla a los recién llegados. “Las calles estuvieron así desde Rancho Boyeros hasta La Habana”, afirma Sáez de Ibarra. Esto se traduce en una distancia de veinte kilómetros con las calles repletas de ciudadanos recibiendo a los artistas.

del primer autógrafo a internet Sáez de Ibarra recuerda, asimismo, la visita del Trío Calavera a la capital alavesa, en junio de 1957, cuando tenía 19 años. Venía de estudiar francés y se los encontró en el bar Casablanca. Los reconoció y estuvo conversando con ellos, a la vez que le firmaron entregaron un autógrafo.

Más adelante, la llegada de Internet a su vida supuso la continuación de adquisiciones para su colección. Especial cariño le tiene a un disco adquirido a través de la Red. Se trata del álbum que incluye la canción La Rosita, un tema silbado en su mayoría. “Me llenó de ilusión, ya que yo no lo conocía, y si yo lo desconocía muy poca gente lo conocerá en el mundo”. No obstante, no es el único adquirido a través de Internet. La procedencia de dichos objetos también es amplia. Más allá del propio México, el material tiene su procedencia en diversos lugares del mundo. Perú, Argentina, Estados Unidos y Puerto Rico son países de los que se pueden esperar piezas de colección, pero incluso los ha recibido de Australia y Japón, embalajes que aún conserva debido a su rareza.

Su sabiduría sobre el grupo mexicano le llevó a ser ponente en más de cincuenta conferencias, tanto del territorio como de alrededor. En Vitoria destacan dos, una en la Casa de la Cultura y otra en Villa Suso, en 2003, cuya organización estuvo a cargo del Ayuntamiento y de la embajada de México en España. “Entonces, incluso vino un asistente desde Alicante”, recuerda Sáez de Ibarra. Aquellas épocas no volverán repetirse. “El otro día me llamaron para dar una conferencia y me negué”, dice. Alega motivos personales y la dificultad de transporte de todo el material a presentar.

Respecto a la herencia de su legado, reconoce que no tiene clara su decisión. “No me interesa donarlo al Ayuntamiento, porque acabará desapareciendo”. Otra opción es venderlo, pero a “alguien que, de verdad, sepa apreciarlo”. De existir un comprador interesado, claro. “Por la cuarta parte de lo que invertí, lo vendería todo”, señala. La tercera opción barajada por el coleccionista es que, si en el futuro lo incineran, lo hagan junto a todo el material al que Sáez de Ibarra lleva dedicada toda una vida.

Ésta es la definición mediante la que el coleccionista vitoriano describe a los tres miembros originales de su grupo favorito.

las cifras

3000

Suma de todos los objetos que integran la colección de Sáez de Ibarra, incluyendo discos, documentos y fotografías.

50

Conferencias ofrecidas por el coleccionista, tanto dentro como fuera de Álava.