vitoria - Como manda la tradición, el grueso fundamental de la festividad de San Prudencio se desarrolló ayer en Armentia, pero el centro de Gasteiz siguió resonando al ritmo de los tambores durante buena parte de la tarde, como ya había hecho sólo unas horas antes tras la no menos tradicional retreta. La tamborrada infantil tuvo la culpa. Los tamborreros, los cocineros, las cantineras y las majorettes se quitaron de golpe unos cuantos años de encima y demostraron un año más que en esto de golpear las baquetas y bailar al ritmo de la música hay mucha savia nueva en la capital alavesa.

La comitiva partió desde la torre de Doña Otxanda y enfiló al ritmo de la txaranga la calle Siervas de Jesús con destino a la Plaza de la Provincia, hasta el mismo escenario donde los mayores habían protagonizado la tamborrada nocturna. Con rítmicos toques de tambor y estandartes en alto, arrancó el acto central de la cita, que no quisieron perderse decenas de aitas, amas y por supuesto orgullosas amamas. Cámaras profesionales y móviles de última generación en alto, pocos se resistieron a inmortalizar a sus pequeños protagonistas. Otros, como el pequeño Mikel, aporreaban sus tambores desde el centro de la plaza. “El año pasado tenía uno más grande pero se me rompió”, reconocía con cara de circunstancias.

relevo generacional Abrió la selección musical la retreta de San Prudencio, a la que siguieron un buen número de clásicos del cancionero popular, incluido el himno del Deportivo Alavés. Sobre el escenario estuvo, precisamente, Babazorro, la mascota del Glorioso, acompañado por Aker, la del Baskonia, ambos tambor en mano y repartiendo abrazos y cariños a la chavalería. La representación institucional estuvo encabezada por la diputada foral de Cultura, Igone Martínez de Luna, que siguió la tamborrada con una amplia sonrisa desde la escalinata del palacio foral.

Abajo, Aitziber Urtaran disfrutaba del espectáculo acompañada de su familia. “Tan pronto y tan cerca no había estado nunca, pero queríamos ver a la sobri y a la cuñada”, explicaba. La txiki, Ziortza, fue por cuarta vez una de las cantineras que protagonizaron la tamborrada. Un buen ejemplo de que existe relevo generacional, ya que su ama, Izaskun, fue una de las primeras mujeres que comenzaron a participar en la tamborrada de los mayores hace ya 25 años, cuando todavía esta tradición era coto exclusivo de los hombres. Muy cerca se encontraba otra amatxu, Lorena García, animada también al ritmo de la música, en su primera experiencia en la tamborrada. “Soy de Vitoria pero es la primera vez que vengo. Siempre me ha tocado vivir San Prudencio de noche por trabajo”, explicaba, acompañada de su pequeño. La comitiva siguió después hasta la Virgen Blanca y la plaza Nueva y regresó a la plaza de la Provincia, donde los tambores callaron hasta el año que viene.