vitoria - A cada paso que da el proyecto del BRT, se abren nuevos interrogantes para los que Gorka Urtaran es incapaz de encontrar respuestas. El alcalde de Vitoria ya no se atreve a decir en qué fecha aproximada se pondrá en marcha el servicio. Su estimación inicial, cuando toda su apuesta se basaba en una mera declaración de intenciones, era que empezara a funcionar para el año 2019, pero ahora que empieza a haber movimientos contesta con un “no lo sé”. Tampoco puede aclarar cuánto terminará costando la infraestructura. El Gobierno Vasco justo acaba de terminar el estudio de factibilidad técnica, financiera y legal del servicio, que cifra en 50,2 millones de euros la obra para su implantación, más 630.000 euros anuales de mantenimiento, pero no ha incluido en la cifra dos intervenciones caras y necesarias: ni unas nuevas cocheras para albergar los vehículos de alta capacidad ni una solución para aligerar el impacto que supondrá el paso del también llamado bus exprés por la rotonda de América Latina. Lagunas que engordarían, a saber hasta dónde, el coste final.

Tampoco se ha firmado aún el convenio entre las tres instituciones implicadas en la implantación del BRT, que es clave para poder aspirar a ayudas de la Unión Europea y así aligerar el esfuerzo del Gobierno Vasco, que se ha comprometido a financiar el 65% de la obra, la Diputación, que asumiría el 17,5%, y el Consistorio, responsable del 17,5% restante. Es de suponer que ese momento llegará en cuanto se constituya el nuevo ejecutivo autonómico, porque de momento se mantiene el consenso en torno al proyecto, pero hay un inconveniente: el tiempo, que apremia y mucho. Urtaran desveló ayer, a preguntas de los periodistas, que sólo tiene de plazo hasta “antes de finales de noviembre” para presentar el proyecto y solicitar la subvención. De lograrla, se podrían obtener diez millones de euros. Un gran balón de oxígeno.

Urtaran quiso pensar en positivo. “El Ayuntamiento va a actuar con la diligencia necesaria para poder recibir la financiación europea”, aseguró, a la vez que restaba importancia al hecho de que el BRT que se presente en Bruselas no vaya a contener el coste añadido de las cocheras ni de la solución para América Latina. Sí resaltó, por contra, la trascendencia de que el Gobierno Vasco incorporarse la rotonda en el pack de obras del bus exprés. “Es un punto negro por el que pasan 70.000 vehículos al día, urbanos, el tranvía, bicis, peatones... Y por el que lo hará el futuro BRT”, empezó diciendo el alcalde. Por eso, “para evitar el colapso hay que buscar alternativas que permitan compatibilizar el transporte saludable con el privado dando prioridad al primero”. ¿Pero cuáles serían?

La posibilidad del soterramiento parcial del tráfico rodado vuelve a estar sobre la mesa porque, casualmente, el proyecto más votado del programa de participación ciudadana Mejorando Vitoria-Gasteiz Hobetuz ha sido un estudio de viabilidad que el Ayuntamiento deberá llevar a cabo con arreglo al presupuesto del año que viene. “Es una buena oportunidad para dar respuesta a un reto que tiene Vitoria en materia de movilidad”, subrayó Urtaran. Existe, no obstante, un informe municipal previo que desaconsejó la intervención por el gran colector instalado en 2005 bajo la glorieta. Los periodistas recordaron el antecedente y el alcalde, ante la evidencia, acabó matizando que el soterramiento en la glorieta “no puede ser condición sine qua non” en el proyecto del BRT. “Lo mejor es enemigo de lo bueno”, dijo, probablemente preocupado por que esa exigencia al Gobierno Vasco pudiera entorpecer el desarrollo del bus exprés.

La necesidad “perentoria” de cocheras y de una solución para la rotonda de los primeros minutos de su intervención perdió peso al final. “Con esas dos intervenciones, el proyecto sería ya de matrícula”, corrigió Urtaran. Lo importante, a juicio del alcalde, es que la apuesta por el BRT “es firme” y se “desarrollará al máximo en esta legislatura”, terminen o no las obras para 2019. “Porque creemos que va a ser un punto de inflexión en la movilidad urbana y puede hacer de Vitoria-Gasteiz una ciudad ejemplar en una movilidad saludable, sostenible y de calidad”, sentenció.

Coste. Según el estudio de factibilidad técnica, financiera y legal del BRT realizado por el Gobierno Vasco, que ayer Urtaran entregó a los grupos municipales, la obra civil costará 41,6 millones, los once vehículos, otros 8,6, y el mantenimiento anual 630.000 euros. No se incluyen las cocheras ni una solución para aligerar el impacto de su paso por la sobrecargada rotonda de América Latina.

Financiación. El Gobierno Vasco propone un plan para sobrellevar la inversión que gusta a Urtaran. Que una adjudicataria costee las obras, la compra de los vehículos y el mantenimiento, a cambio de un canon anual de 7 millones de euros durante 15 años. Vitoria abonaría así 1,2 millones al año, aunque cobraría los billetes a través de Tuvisa. Pasado ese plazo, el Ayuntamiento sería el propietario de todo lo suministrado.

El alcalde admitió la necesidad de actuar en América Latina, aunque un informe de 2006 consideró inviable el soterramiento.