una magnífica jornada, con buen tiempo y una organización eficaz, amable y pendiente del más mínimo detalle, recibió ayer a los miles de personas que se desplazaron hasta Pobes para disfrutar de la XXII Feria de la Alubia Pinta de Álava. Desde primeras horas de la mañana, una enorme afluencia de vehículos auguraba el éxito de esta nueva jornada de exaltación de la legumbre reina del Territorio Histórico, que hace años estuvo a punto de extinguirse, ya que prácticamente se cultivaba “para casa” y ahora se ha convertido en parte fundamental de la renta de numerosos agricultores.
Los diferentes recintos feriales se repartieron por diversos puntos de la localidad. En la plaza, frente al Ayuntamiento, se instalaron varias hileras de stands, cerradas las dos del centro con los puestos de la empresa cooperativa Garlan, y los ganados en un solar cercano a la vía del tren, al otro lado de la carretera.
Entre los puestos, los visitantes podían encontrar quesos, repostería vasca, artesanías varias, embutidos, frutas y las legumbres secas o embotadas de Garlan: las alubias pintas de Álava. De grano pequeño y color granate. La climatología alavesa favorece su cultivo, permitiendo la obtención de un producto de piel fina, fácil cocción y delicado paladar. Además, no es imprescindible ponerla a remojo.
Pero no era este el único reclamo. La alubia arrocina de Álava, variedad arrocera, de grano pequeño, con forma ovoidea y color blanco crema, fina y de escasa piel, también tenía sus seguidores. Fácil de cocinar y muy digestiva por su menor contenido en fécula. Oro tanto sucedía con el garbanzo de Álava, de la variedad Eulalia. Grano pequeño y color crema, con piel fina que no se despelleja. Un producto exquisito de sabor elegante y textura mantecosa. La variedad Garbanzo Blanco Lechoso es de mayor tamaño. Y entre otras delicias, algunas embotadas y ya cocidas. Una tentación en frasco de cristal.
Entre los puestos y cerca de donde se preparaba la impresionante degustación popular de alubias con sus sacramentos, se encontraban los responsables de que las alubias y las legumbres alavesas estén alcanzando un gran prestigio y una fuerte demanda. Por un lado, el técnico, David Fernández, que lleva tres años trabajando en Garlan y desde el principio casi exclusivamente con las legumbres. Contaba que, en estos momentos, “estamos terminando de recolectar y preparar las producciones del año pasado (las de este)”. “De la campaña pasada estamos terminando con la alubia pinta de Álava, porque la arrocina se cosecha un poquito. Ahora lo que toca es celebrar esta feria, y promocionar tanto la alubia pinta como la arrocina”, ampliaba.
El técnico recordaba que el trabajo de esta legumbre comienza con la siembra en mayo, alrededor del día 15. “Y el cultivo y crecimiento se extiende unos 120 días, dependiendo de la variedad hasta finales de agosto o principios de septiembre, dependiendo de la meteorología. Según se comporte el mes de septiembre, se decide si se adelanta o se atrase la cosecha”, explicaba.
Por su parte, el gerente de Garlan, José Luis Fresno, se refería a la empresa contando que, en sus orígenes, allá por 1986, la razón de ser de la firma fueron los cereales. Después, siguieron con la patata para la industria, la patata frita, y se amplió hace unos 12 o 15 años con el tema de la alubia, porque “había un pequeño grupo que eran socios de la cooperativa que llevaban el cultivo de la legumbre y que cada día iba a menos, así que querían relanzarlos”. “Nosotros fuimos quienes recogimos el testigo y pasamos de las 15 toneladas que se producían entonces a las 250 o 300 que se comercializan a día de hoy”, aseguraba.
Explicaba con entusiasmo que “son productos buenos, están controlados, justificados y cada día tienen más aceptación”. “Nosotros -agregaba- lo que hacemos es buscar un equilibrio en la relación calidad precio para que llegue a un abanico grande la población, es decir, no queremos que sea muy elitista, sino que llegue a todos. Y esa es nuestra realidad. Ampliamos productos y apostamos por las pintas, las arrocinas y las negras, que son productos totalmente diferentes para cada momento”.
Para la empresa, “las legumbres son las que tienen la participación más pequeña, pero es la que más valor añadido genera a nuestros socios”. “Contamos con unos 25 o 30 agricultores que producen legumbres para nosotros y quizás lo más positivo es que están cumpliendo una de las normativas a nivel europeo, como es el cubrir la superficie necesaria para plantas que fijen nitrógeno. Por eso la alubia tiene una triple finalidad: son productos de calidad, tienen la ventaja de fijar nitrógenos y, además, es un cultivo sostenible”, desgranaba.
Llegado el mediodía y antes de que los aitzkolaris iniciaran su trabajo en el interior del frontón municipal, Luis Mari Bengoa invitó a los asistentes a escuchar el pregón de este año, pronunciado por el restaurador Barreira. En primer lugar, el pregonero felicitó a la organización por la puesta en escena de esta XXII edición, “importantísima para este producto”. “Sé que les cuesta mucho esfuerzo, pero también es verdad que vale mucho más que lo que cuesta”, valoró.
Tuvo un recuerdo para “los jóvenes agricultores que se dedican al cultivo de este manjar, como es la alubia pinta alavesa”. “Que sigan con ello -les pidió-, porque en todas las tierras hay perlita de oro y hay que llegar con ella hasta las joyerías y todos los sitios donde se consume”.
En su pregón, dedicó unas palabras de recuerdo a los de su profesión. Así, señaló que “no basta con poner unas buenas alubias y que el cliente diga ¡qué buenas que estaban! Vamos a poner, y me comprometo a promocionarlo para que en las cartas de los menús aparezca, alubia pinta alavesa, para que la gente sepa lo que ha comida y de donde es”.
Por último, dedicó unos pensamientos a los ‘sacramentos’ que acompañan a las alubias. “¡Siempre se habla del chorizo, el tocino, la morcilla? pero falta uno, el más importante: el sacramento del matrimonio. El que las prueba dice ¡si, quiero! ¡Y así es para toda la vida!”, concluyó.