fresco, multitudinario y limpio. Esos son los adjetivos que mejor definen lo acontecido a las 19.00 horas de ayer en la Plaza del Ayuntamiento de Agurain, cuando todo el pueblo se echó en masa a la calle para dar el pistoletazo de salida a las fiestas patronales de la Virgen del Rosario.

Oriamendi Lezao Kluba puso en marcha la fiesta en Agurain, al lanzar el txupinazo de las fiestas patronales. Los txupineros, tan implicados en la fiesta con sus cabezudos, invitaron en su breve alocución, a “vivir con alegría y respeto la fiesta”.

Después de encender el cohete anunciador desde la balconada del Ayuntamiento el estallido abrió el tiempo a la locura festiva. La primera explosión de alegría procedía de los más jóvenes estratégicamente situados en el centro de la plaza. Mientras en la plaza el jolgorio se hacía atronador y reivindicativo, con un recuerdo a los presos, arriba, en el Ayuntamiento, el alcalde Iñaki Beraza invitaba a tomar un piscolabis a los homenajeados.

Abajo los gritos, los primeros sones festivos, el humo de los puros y los cigarros, el champán o el vino espumoso inundaban la plaza del aroma jaranero cuyo preludio fue el homenaje del Ayuntamiento al club Oriamendi Lezao, por su “labor en favor del deporte juvenil durante estos años ha sido una labor callada pero continua”, argumentaba Beraza, un objetivo “estratégico” para el actual equipo de gobierno. El primer edil señaló que “es fundamental que en un municipio como el nuestro se promueva y organicen, como lo vienen haciendo organizaciones como ésta, iniciativas y acciones deportivas dirigidas a toda la ciudadanía. De forma especial es muy positivo que muchas de ellas sean dirigidas al colectivo infantil y juvenil como una buena forma de vivir su ocio”.

Los homenajeados acudieron al sencillo acto, pero emotivo, que comenzó con un aurresku de honor al son del Agur jaunak bailado por el grupo de danzas local. En él, el alcalde agradeció la labor realizada por el club por y para el pueblo en los últimos años entregándoles una txapela.

Mientras, en los aledaños del edificio consistorial cuadrillas de amigos, familias, parejas y visitantes aguardaban con emoción el silbido anunciador de las fiestas. Cuando la mecha dio un latigazo a la pólvora del corazón, todos los presentes en el inicio festivo miraron hacia el cielo como pidiendo permiso para zambullirse en la fiesta. La plaza era una olla a presión que sólo precisaba de una chispa para prender el cohete y disparar así la jarana. Y vaya si estalló. Nadie ubicado frente al Ayuntamiento se pudo librar de salir empapado del momento. Las fiestas habían comenzado y por delante aguardaban 168 horas de diversión asegurada.

arranca la fiesta Las txarangas comenzaron a tocar y los blusas y neskas a brincar. Mientras en la plaza el jolgorio se hacía ensordecedor, los miembros de la corporación compartían los primeros momentos festivos con amigos. Muchos fueron los que un año más se apostaron a ambos lados de las calles Zapatari y Mayor para ver el tradicional desfile de las cuadrillas, que con su buen humor inundan de alegría las calles del Casco Histórico. Los fiesteros comenzaron a dispersarse; unos al recinto de las barracas de la plaza Joan de Lazarraga, otros a las txosnas, muchos a los bares e incluso hubo quien optó por retirarse a casa a cambiarse de ropa tras el primer remojón festivo.

A esa hora, los bares del Casco Histórico, epicentro de la fiesta, ya no daban abasto. Inmensas rondas de zuritos, katxis de kalimotxo o peticiones de canciones bailongas fueron algunas de las demandas que tuvieron que atender tras la barra. Durante siete intensos días de fiesta, Agurain tendrá diversión y actividades para todos. La fiesta no ha hecho más que empezar.