cantabaco, el proyecto enosubmarino de Bodegas Luis R., de Lantziego, se retrasa. Y no porque así lo haya decidido la familia propietaria de esta bodega de Rioja Alavesa, sino porque unos desaprensivos han robado o destruido el trabajo que se había estado llevando a cabo en el fondo del mar desde hace muchos meses. Un portavoz de la familia asegura que “es imposible que nos fuera peor”. “Fuimos hace un par de meses a sacar las botellas que habíamos sumergido y las habían robado. Se habían llevado la jaula. Quince días antes estaban”, amplía. Como es de suponer, el suceso ha sido denunciado a las autoridades y “de momento la investigación no ha descubierto a los responsables, aunque deducen, cosa lógica, que han sido buzos con la ayuda de un pesquero con grúa, pero nada más”.
Lo que no debían ser era demasiado conocedores de los secretos del mar. “Creemos, pues cerca se encontraron un montón de casquillos, que se les rompieron al sacarlas, que no tenían ni idea de la velocidad de ascenso ni de las paradas descompresivas”. Y es que las botellas estaban sometidas a una presión de cuatro atmósferas. De hecho, se habían lacrado para evitar filtraciones o daños al corcho. “De todas maneras, no habrían podido venderlas sin precinto de Rioja ni nada. Nos hicieron daño por hacer. Y mucho. Nos han fastidiado el trabajo de muchos meses”, lamentan. Pero a esta familia no le falta moral y por eso notiran la toalla. “Hemos vuelto a meter más botellas en las cercanías. Lógicamente, por motivos de seguridad, ahora no se va a facilitar la ubicación exacta. Además no hemos tenido que balizar, con lo que pensamos que esta vez no habrá problemas. Las sacaremos en febrero, aproximadamente”, estiman.
La experiencia comenzó en el año 2014, tras conocer a un buzo de Langreo (Asturias), Javier Dominguez. Con su colaboración, realizaron un experimento con unas pocas botellas, que dio buen resultado. Aquello les animó y decidieron ampliar la experiencia, brindando la oportunidad de visitar el lugar y catar los vinos. Se pusieron en contacto con el Club Nautico de buceo y comenzaron a diseñar visitas submarinas a la bodega del fondo del mar. La idea era que la gente se desplazara en yate hasta la bodega submarina para bajar, con permiso previo, buceando hasta el fondo. En esa zona hay también cuevas, ya que se trata de un entorno salvaje. Quienes descendieran, podrían visitar las cuevas, la bodega, e incluso, en un momento dado, comprar una botella y extraerla para degustarla y catarla.
En la zona elegida la presión es muy importante puesto que el vino se contrae en el fondo del mar. “La botella está llena, pero cuando la ves en el fondo del mar está contraída, parece que está medio llena y al sacarla a tierra vuelve a aparecer otra vez”. Esta es una de las razones por las que consideran que van a ser vinos “súper únicos y muy interesantes”.
La experiencia ya se está llevando a cabo en tierras mucho más lejanas. Además, cuenta con el aval de los vinos y champagnes hallados en barcos hundidos hace 150 años, caldos que se están catando y que “salen sorprendentes”. Actualmente, la firma francesa Veuve Clicquot, la gran bodega de champagne francés, está envejeciendo vino en el fondo del mar. La diferencia es que esta firma mantendrá el vino sumergido unos 50 años y en el caso de Lastres habían calculado entre ocho y diez meses, “para luego ir decidiendo si debe estar más o menos tiempo, dependiendo de cómo vaya”.
La primera inmersión hundió un jaulón de unas 650 botellas aproximadamente y, a continuación, se sumergió otro igual. La idea era fondear un máximo anual de 1.236 botellas de vino. Ese será el tope.
El proyecto, que se mantendrá en el futuro, consiste en que el vino salga al mercado con el nombre de Cantabaco, que es la combinación del mar Cantábrico y el dios Baco. Será un producto de Bodegas Luis R. y, tanto el vino que se sumergió como el que se ha vuelto a sumergir, es un Seleccionado Especial, único, de viñedos viejos, vendimia manual y tempranillo cien por cien. Un vino al que le ha aplicado una sobremaceración con las pieles y recogido con vendimia manual dentro de las 40 hectáreas de la explotación.
Mientras llega el momento de catar ese vino submarino, la bodega continúa con otros proyectos: el cambio de la etiqueta de los crianzas que elaboran, el próximo lanzamiento de un vino de pago y la celebración de haber abierto brecha en China, un mercado muy apetecible y que viene a refrendar la importante labor de exportación que llevan a cabo desde hace años.