amurrio - La villa ayalesa afrontó ayer su sexta y última jornada festiva en honor a Nuestra Señora de la Asunción y San Roke y, como marca la tradición, la población se encaminó a reponer fuerzas a las campas de la ermita del patrón, situadas a casi tres kilómetros del centro urbano. Desde las nueve de la mañana, este idílico entorno comenzó a llenarse de decenas de amurrioarras dispuestos a participar en los concursos de tortilla de patatas y bacalao al pil-pil, organizados por el club de montaña local Mendiko Lagunak, para el último día de fiestas.

Cazuelas, bombonas de butano, botellas de todo tipo de líquido, peladuras de patata y cáscaras de huevo regaban un recinto salpicado de grupos de personas, de todas las edades, que disfrutaron de lo lindo de la jornada gastronómica. Muchos fueron los grupos de jóvenes y no tan jóvenes que, tras días de juerga continuada, aprovecharon las campas de este envidiable entorno natural para dar un merecido descanso al cuerpo.

Mientras, los once participantes en el XL Certamen de bacalao al pil-pil y los nada menos que 44 del décimo séptimo concurso de tortilla de patata daban los últimos retoques a sus platos, antes de presentarlos a la una del mediodía. Un poco alejada del barullo se encontraba una veintena de aficionados a la gastronomía que, desde las 8.30 horas y entre delantales, cazuelas, brasas y parrillas, cocinaba la comida popular de las tres de la tarde, a base de arroz, morcillas, vino y pan. “Son en torno a cien kilos de arroz y carne, repartidos en nueve enormes paelleras, que suelen dar para 1.400 raciones, al precio simbólico de 1,5 euros el plato. Si sobra lo llevaremos al colegio de niños con discapacidades psíquicas de Menagarai, aunque llevamos varios años que no quedan ni las migas”, explicó Martín Gabikagogeaskoa, uno de los cocineros que ya el sábado 13 se dedicó a distribuir entre los vendedores ambulantes de la calle Mendiko las sobras de la comida infantil que tuvo lugar en el parque. Junto a ellos se encontraba la familia Burutxaga, encargada este año de suministrar y asar cientos de kilos de morcillas para acompañar la paellada.

Nivel “flojo” A las 14.00 horas se hizo entrega de los premios de los concursos gastronómicos, según las puntuaciones que habían otorgado en la cata los jueces expertos en la materia. Se trataba de Germán Urruela de Orduña, Aitziber Igartua de Delika, y Felipe Enarez de Sestao, que calificaron de “flojo” el nivel, salvo dos cazuelas de bacalao “excelentes”, aunque tampoco quisieron ser muy duros, ya que “hay que entender que la mayoría viene casi de gaupasa”, matizaron. En el certamen de bacalao al pil-pil (repartió 805 euros en 16 premios, más trofeos y botellas de licores) resultó vencedor de la categoría general Dimas Ramos; mientras que en local, el máximo galardón fue para Josemi de Dantza Lagunak. No obstante, la primera posición de la sección de cuadrillas de fiestas fue para Herriarenak.

Por su parte, en el certamen de tortilla de patata, que entregó otros 370 euros en 12 premios, volvieron a vencer Los palmeros de Saratxo, seguidos de la lonja de Iker. En la sección reservada a las cuadrillas se impuso una fusión de El Boli y Euskotarrak, que bautizaron con el nombre de Bolitarrak. Mención especial se merecen las cuatro chicas de entre 10 y 13 años, que se inscribieron al primer cursillo de bacalao al pil-pil, organizado para enseñar a la juventud los secretos de este plato tan nuestro. Se trataba de Maitane, Kenare, Saioa y Ania, esta última una de las niñas rusas que pasa el verano con una familia de acogida local. “Al principio nos ha costado pillar el truco de cómo mover la cazuela para que no se caiga el aceite y vaya cuajando y convirtiéndose en gelatina, pero ha sido muy divertido”, coincidieron en señalar muy orgullosas de su cazuela las aprendices de cocinero. Mientras, más de un adulto era de la opinión de que “ya podían admitir gente mayor. Varias de las pautas que les han dado, como la de cambiar el agua de las tajadas para quitar la sal, la desconocía, y pienso ponerla en práctica en casa”, apuntó Manu Campos.

Después de la comida hubo romería con Orots, y luego se regresó al centro urbano para unos presenciar el choque futbolístico entre el Leioa de Segunda B y el Amurrio Fútbol Club recién ascendido a tercera división, y otros el espectáculo de baile Txoriak de la compañía profesional donostiarra Dantzaz. Una hermosa pieza de 35 minutos de duración que adentró al público en el universo de Mikel Laboa, a la que le tomó el relevo una verbena con Patxi eta konpania. La juerga se alargó hasta que, a medianoche, llegó el momento de acompañar a Iguarrako en el vuelo de retorno a su guarida, con el encendido de bengalas y el disparo de baterías pirotécnicas. La despedida de la mascota, que se perdió de vista en la noche llevándose consigo los chupetes de los txikis del lugar, vino precedida de un desfile de disfraces a cargo de vecinos.