vitoria es una ciudad segura. Coinciden en ello los principales representantes instituciones y responsables policiales, también la inmensa mayoría de los vecinos de la capital alavesa, pero evidentemente el riesgo cero no existe y el miedo es libre ante determinadas circunstancias. Según destaca la memoria de actividad de la Policía Local y la Ertzaintza correspondiente a 2015, la ciudad acumula cinco años de descensos consecutivos en sus cifras de delincuencia, infracciones penales que en un 80% de los casos corresponden a delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. El responsable de Seguridad Ciudadana en el Ayuntamiento, Borja Belandia, puso en valor durante la presentación de este documento tanto la “coordinación” policial como la “proximidad” a la ciudadanía para justificar la progresiva mejora de los datos.
El año pasado, por ejemplo, se produjo un descenso global del 0,3% en el número de infracciones contabilizadas por las fuerzas de seguridad respecto a 2014, con un total de 14.779. Aumentaron levemente los delitos contra el patrimonio, al tiempo que los robos en viviendas bajaron un 26,77%. Además, el incremento de los hurtos en casi un 5% se vio compensado con una bajada superior al 20% de los robos con fuerza. Los cometidos con violencia e intimidación, por su parte, también experimentaron una caída importante, del 9,6%.
Más allá de las numerosas cifras que contiene este informe, a pie de barrio y de calle la sensación generalizada es que la inseguridad ciudadanía es una realidad muy puntual en Gasteiz, pero también que se pueden implementar mejoras a muchos niveles para que los delitos sigan cayendo incluso en un contexto de incremento sostenido de la población.
El barrio más castigado en esta estadística es el Casco Viejo, donde el año pasado se registraron 1.784 infracciones penales, un 16,29% más que en el ejercicio anterior. Sin embargo, el presidente del colectivo vecinal Gasteiz Txiki, Manu Arakama, remarca que la almendra es “una zona bastante segura y tranquila”, en la que “no se percibe una sensación de peligrosidad”, y en la que graves sucesos como la agresión física y sexual sufrida por una mujer este martes de madrugada no dejan de ser puntuales. “Los niveles de inseguridad o delincuencia en el Casco Viejo vienen condicionados por la propia realidad social del barrio, que es un lugar de concentración para mucha gente en torno al ocio. Por eso parece lógico que sea un foco de pequeños delitos”, razona el representante vecinal. Los problemas que “de verdad angustian” a los vecinos son, por contra, la conciliación del ocio con el descanso, la acumulación de basura en las inmediaciones de los buzones de recogida o los graves problemas de parking, por la progresiva supresión del plazas.
A diferencia de otros barrios en los que los robos en pisos y trasteros están a la orden del día, la almendra es el lugar favorito de los descuideros y carteristas, que se aprovechan de las habituales aglomeraciones en noches de fiesta. A juicio de Arakama, una solución para poner coto al problema podría ser la potenciación de una Policía de cercanía, “más zapato y menos coche”. Según el representante vecinal, “se podría ampliar un poco la presencia policial de paisano, que sea discreta, y así los cacos se cortarían más”.
Policía de cercanía, de barrio, que también reivindica Ángel Lamelas, presidente del colectivo vecinal Ipar Arriaga, que es la segunda zona de la ciudad donde más delitos se cometieron en 2015, algo comprensible si se tiene en cuenta que es el barrio más poblado de Gasteiz. “Aunque nos la sigan vendiendo, la Policía de barrio no existe. Hace falta más vigilancia”, remarca Lamelas, que pone su foco en determinados “focos de trapicheo” en el barrio, un control “que debería extenderse a la salida de los colegios” y también a zonas con muy poca iluminación como el parque de Arriaga, donde “ha habido algún robo”.
Pese a que Lakua-Arriaga es uno de los 16 barrios de Vitoria en los que la delincuencia ha caído respecto a 2014, Lamelas no lanza las campanas al vuelo: “Me alegro de que bajen los robos en domicilios y otros delitos, pero habían subido mucho anteriormente. Pedimos más vigilancia, aunque dejando claro que es un barrio seguro. Se puede mejorar, hay una oportunidad para hacerlo”, advierte.
barrios nuevos El imparable crecimiento de los distritos gasteiztarras de nueva creación ha provocado que la delincuencia también siga ese camino, aunque los representantes vecinales de Salburua y Zabalgana coinciden en catalogar sus barrios como muy seguros. Zabalgana registró 790 delitos el año pasado, un 4,9% más que en 2014. La delincuencia, entretanto, se disparó en Salburua, con 716 infracciones registradas, un 25,8% más que el año anterior. Los robos en garajes y trasteros, habituales por el propio diseño de los edificios, siguen acaparando la preocupación.
Ioseba Martínez de Guereñu, portavoz de Salburua Burdinbide, pide “más vigilancia por las noches o que se amplíe el horario de la Policía de barrio” para controlar esta lacra, instalada en esta zona desde el mismo día en que comenzaron a entregarse las llaves de los primeros pisos. Martínez de Guereñu, no obstante, también advierte de que ha habido varios robos en comercios, incluso utilizando el método del butrón. “Es un barrio seguro, pero es mejorable sí o sí”, resume el representante vecinal, que alude también a la “sensación de inseguridad” que genera pasear a ciertas horas por zonas como Arkaiate o bajo el puente que une esta zona con Larrein salvando las vías del tren.
Las numerosas “parcelas vacías”, las “zonas con poca iluminación” y los “edificios con recovecos y puntos negros” son algunas de las problemáticas ligadas a la sensación de inseguridad que recurrentemente ha denunciado el colectivo vecinal Zabalgana Batuz y a las que vuelve a aludir su portavoz, Leila Martín. Su fórmula, “que se fomente el comercio y la hostelería para que Zabalgana no se convierta en un barrio dormitorio”. La representante vecinal aboga por una mayor capacidad de previsión y control a la hora de aprobar futuros planes urbanísticos más que por incrementar la presencia policial, “un argumento que no sirve”.