“Me ha dado pena y me ha dolido mucho, pero quienes lo han hecho no son vitorianos de verdad, sino una minoría. Si tienen cara tienen que salir y comunicarse, porque nosotros somos un colectivo de diálogo, de hablar, de buscar la convivencia”. Sabah El Khobri (1978), natural de la localidad marroquí de Taorirt -cercana a Melilla y a la frontera con Argelia-, trata de pasar página y olvidar el cobarde asalto a la futura asociación cultural musulmana con sangre y carne de cerdo mientras sigue trabajando por la plena integración de su comunidad, especialmente la de las mujeres. Lo hace desde la asociación de marroquíes, Al-Indimay, que precisamente significa Integración en árabe, donde coordina las actitivades que tienen a ellas como destinatarias. Sensibilización, acompañamiento, charlas, talleres, clases de castellano... “Estamos trabajando mucho en esto y el 90% de esas actividades están dirigidas a ellas. La razón es que veíamos que las mujeres árabes han tenido muchas dificultades para integrarse en el país de acogida”, explica El Khobri, que acumula ya casi quince años como vecina de Gasteiz, a la que llegó en 2001 para reagruparse con su marido, que había emigrado antes.

Madre de cuatro hijos, El Khobri acostumbra también a participar en numerosas iniciativas de corte social y, como en gran medida hace en esta entrevista, no representa con sus palabras a nadie, salvo a sí misma. Una de esos últimos movimientos fue Gora Gasteiz, que este pasado jueves vivió la puesta de largo del documental que da cuenta de su intenso recorrido en favor de una ciudad diversa e igualitaria. El Khobri, que también participa en la cinta, fue una de las protagonistas principales de la cita del Palacio Europa, durante la que volvió a rememorar algunos de los momentos más especiales que ha vivido desde que llegó a la ciudad. “Estoy muy orgullosa de ser una ciudadana de Vitoria-Gasteiz”, asegura. A pesar del lamentable suceso de Mariturri, El Khobri cree que el clima social ha mejorado sustancialmente en la ciudad tras la salida de la Alcaldía de Javier Maroto.

La presentación del documental sobre Gora Gasteiz le habrá traído a la memoria muy buenos recuerdos esta semana.

-Sí, estoy muy orgullosa de haber participado en Gora Gasteiz. He conocido a gente muy amable, muy maja, que moviliza mucho. Gente luchadora, de los que son vitorianos de verdad. Así reconozco yo a la gente de Vitoria. Es una ciudad solidaria, que tiene calidad de acogida. Estoy muy orgullosa de ser una ciudadana de Vitoria-Gasteiz.

¿ Cómo vivió aquel 18 de abril, el día en que Gora Gasteiz se despidió con aquella gran fiesta?

-La iniciativa de momento está parada, pero seguirá ahí siempre que haya otro discurso malo, de racismo y xenofobia como los que vivimos. Fue un día inolvidable. La oportunidad de conocer de cerca a la gente buena que hay en la ciudad, que es mucha.

Lleva en Vitoria casi 15 años. ¿Había sentido antes a pie de calle un clima tan enrarecido?

-Nunca, nunca, nunca. Pero no fue por culpa de la ciudadanía, sino del periodo en que estuvo el Partido Popular gobernando en Vitoria. Algunas personas oyeron algo que decía el gobernante, que fue el responsable de esos dichos. Y con esas declaraciones la gente entendió mal. Después se oyeron insultos, como que la gente venía aquí a vivir de unas prestaciones o unas ayudas. No se puede meter todo en el mismo saco. Llevo aquí 15 años y mi marido casi 18. Y no hemos recibido nunca ni una prestación ni una ayuda. Sería mi derecho si cumpliese los requisitos, porque hay gente que tiene necesidad y está para eso. No importa que sea gente de aquí, magrebíes, latinos... Si cumplen... Aparte de todo eso, no es nada fácil acceder a la RGI.

¿Qué es lo que más le dolió de todo lo que se dijo sobre el colectivo magrebí?

-(Suspira). Señalar al colectivo con el dedo y decir que no le interesa ni trabajar ni integrarse. Eso me dolió mucho. Todo el mundo sabe que lo hizo -se refiere al exalcalde Javier Maroto- para sacar unos votos.

Efectivamente los sacó, pero la estrategia le salió mal...

-Sí. Porque los vitorianos, los gasteiztarras como dicen aquí, son más inteligentes que todo eso.

Tras la salida de la Alcaldía de Javier Maroto, ¿cree que la convivencia ha mejorado en la ciudad?

-Sí, creo que sí. Por lo menos ya no estamos viendo todos los días imágenes y noticias negativas o declaraciones que rechazan al colectivo magrebí. Por lo menos estamos tranquilos. Ha pasado un año de todo eso y por la mañana ya puedo enceder la radio y estar tranquila porque no voy a escuchar este tipo de cosas.

Cuénteme su experiencia personal. ¿Cómo le ha acogido Vitoria a usted y su familia?

-Bien. Personalmente, no he tenido ni problemas de adaptación ni de integración. Es muy fácil, tengo muy buen contacto con todos mis amigos, en el colegio, con mis vecinos... Ellos me respetan a mí y yo les respeto a ellos.

Sin embargo, a veces da la sensación de que queda mucho por hacer todavía en favor de la convivencia.

-Se puede hacer mucho a través de las redes en las que suelo participar, con las asociaciones, como pasó con Gora Gasteiz... Nosotros como asociación trabajamos constantemente para lograr la convivencia.

¿Y dónde cree que está la clave para avanzar hacia una convivencia normalizada?

-En el respecto. Somos diferentes, es la realidad. Tenemos una cultura diferente, tenemos un idoma diferente... Pero cuando una persona respeta las normas, la ley, hace sus deberes, respeta a sus vecinos, no insulta a nadie... y no está dañando a nadie, el otro tiene que respetarla. No estoy obligando a nadie a que practique mi religión. Tengo amigas cristianas, otras que no creen en nada... Pero como ya he dicho el respeto es la base de todos. Y mi casa está abierta a cualquier persona.

¿Cómo están los ánimos tras el ataque al local que acogerá la mezquita de Mariturri?

-Me ha dado pena y me ha dolido mucho, pero quienes lo han hecho no son vitorianos de verdad, sino una minoría. Si tienen cara tienen que salir y comunicarse, porque nosotros somos un colectivo de diálogo, de hablar, de buscar la convivencia. Es ignorancia, tienen una imagen errónea por comentarios que escuchan de que los extranjeros son malos. Es miedo al extranjero, al otro. Estamos intentando acercarnos al otro, abrimos las mezquitas, las asociaciones... Hasta nuestras casas están abiertas a todas las personas que lo deseen.

Por desgracia, no es la primera vez que sucede algo así en Vitoria, después de lo que pasó en Zaramaga.

-El cerdo es algo prohibido para el Islam, pero si se limpia con agua podemos rezar en el mismo sitio. Igual pensaban que no íbamos a poder volver ahí por echar sangre y carne de cerdo. No tenemos miedo a eso ni nada parecido. Se limpia y ya está. No va a pasar lo mismo que pasó en Zaramaga. Seguimos adelante.

Parece que el Ayuntamiento también ha reaccionado de forma muy distinta a la otra vez.

-Bueno, el Ayuntamiento está mirando si se cumplen los requisitos y ha dicho que no va a hacer ninguna diferencia. También hay que destacar que la mezquita no es sólo para el rezo, sino un lugar en el que se podrá juntar gente de diferentes culturas. Es un centro cultural más que una mezquita. Cuando hay rezo, los imanes también hablan del respeto, de la convivencia, de la integración... muchas veces.

¿Se han sentido apoyados en el barrio después del ataque?

-La gente está disponible siempre para hablar y dialogar con todo el mundo. Han hablado con la asociación de vecinos... y habrá gente que no lo acepte, que critique. Pero seguiremos adelante. Nadie está completo. Todas las personas tienen algo bueno y malo, ya sea musulmán, cristiano, judío... somos así.

Dice la Ertzaintza que se trata de un delito de odio y que trabajará por detener a sus responsables. Esto supone un alivio, vistos los precedentes.

-Creo que es fácil encontrar a los responsables del ataque. Los comentarios que se leen en las redes sociales están ahí. Pero nuestro colectivo no quiere dar propaganda a todo esto, a lo que haya hecho o a lo que apoye un grupo de 20 ó 30 personas. Vitoria son miles de personas. No tenemos que darles una autoridad que no se merecen. Quiero agradecer a los ciudadanos, a la asociación de vecinos de Zabalgana y al colegio de Mariturri porque han hecho frente a estos ataques.