Conseguir que Lakua fuera el destino definitivo de la estación de autobuses de Vitoria ha sido una de las aventuras más largas y tediosas que se recuerdan en la ciudad. Hallar un emplazamiento definitivo que fuera indiscutible como apeadero de autocares atravesó todo tipo de debates infructuosos en la capital alavesa desde que comenzara el interminable recorrido para cambiar la terminal de lugar. Corría el otoño de 1993 cuando se decidió trasladar el servicio de autobuses de las instalaciones primigenias sitas en la calle Francia a Los Herrán, mientras el viejo emplazamiento en el que permanecía desde finales de los años 40 se rehabilitaba. Por aquel entonces no importaban que las instalaciones del nuevo lugar fuera poco menos que una tejavana con andenes, al ser una solución temporal.

Pero los trabajos por revitalizar el primer edificio fracasaron y con ellos llegaron todos los baches que obstaculizaron el camino para arrancar uno de los planes más demandados en materia de transporte. La falta de consenso político hizo que desde entonces ningún proyecto contara con el apoyo suficiente para poner en marcha de una vez por todas un equipamiento mejor, así que la ciudad veía frustrada cómo las deficiencias de esta parada que nació con vocación temporal se prolongaban hasta la friolera de 21 años, ya que no fue hasta el 16 de marzo del pasado año cuando la larga espera de las más de dos décadas de provisionalidad llegó a su fin. Ésa fue la fecha en la que el apeadero de la plaza Euskaltzaindia, situada enfrente del Gobierno Vasco, se ponía por primera vez en marcha. En concreto, mediante un autobús con origen en Pontevedra que fue el encargado de inaugurar la flamante terminal de Lakua, clausurando la vetusta infraestructura de Los Herrán.

Se finiquitaba así la pésima impresión de la ciudad que se llevaban los pasajeros que visitaban por primera vez la urbe gasteiztarra, lejos de la imagen de una ciudad turística, comercial, prestadora de servicios para toda Euskadi y Capital Verde Europea 2012. No en vano, desde hace un año cuando los pasajeros llegan a la capital alavesa ya no se preguntan “¿ya hemos llegado?” o “¿esto es la estación?”. Las sinuosas curvas de los techos verdes de esta infraestructura moderna, cuyas obras se iniciaron en noviembre de 2012 y que costaron 16,5 millones de euros, han despejado ya las dudas de este tipo. La ciudad tiene por fin la estación que se merece, con unas instalaciones adecuadas a las necesidades de una demanda anual aproximada de 2.500.000 viajeros, equivalentes a 6.800 viajeros de media y una media aproximada de 500 operaciones en día laborable y de cerca de 270 en domingos y festivos. La nueva terminal no ha hecho sino validar este tipo de registros, ya que según los últimos datos que tiene el Consistorio de Vitoria, desde la inauguración del nuevo edificio el 16 de marzo hasta enero ha habido 2.182.148 viajeros declarados por conductores, con 148.389 entradas y salidas de autobuses. Por eso, ahora que este miércoles se cumple un año del primer aniversario de autobuses en Lakua, este periódico ha querido constatar el grado de satisfacción tanto de pasajeros, como de los profesionales que trabajan en las nuevas instalaciones, entre las que no falta el vestíbulo principal, un local de consigna, 25 dársenas para autobuses, oficinas, más las zonas propias de venta de billetes o el parking subterráneo con 302 plazas para vehículos.

Cómoda, eficiente y moderna son algunos de los adjetivos con los que describen al nuevo edificio los usuarios de la terminal. “Las instalaciones nos parece que están muy bien. Son amplias y modernas”, opinan los gasteiztarras Miguel Ruiz y su hija Lucía, mientras esperan en los asientos del vestíbulo principal a que dé la hora para que salga el autobús de La Unión que suele coger Lucía para ir motivos de estudios a Bilbao. Aunque, eso sí, reconocen que la nueva ubicación les queda más a desmano que la de Los Herrán. “Yo mejoraría las comunicaciones del transporte urbano con nuestro barrio, en Aranbizkarra, para no tener que coger el coche como hoy”, explica Lucía.

Otro de los viajeros que también está a gusto con la nueva estética del servicio de autobuses es Ignacio Berriozabal, residente en Dulantzi. “La estación me parece mucho mejor. Más moderna, nada que ver con Los Herrán”, relata, mientras aguarda a que un autocar le lleve de vuelta a su localidad natal, Elorrio. Para él, hasta la nueva localización, en la plaza Euskaltzaindia, ha mejorado con el cambio de sitio. “Ahora la ubicación está bien, a diez minutos del centro, y puedo dejar la bicicleta con la que a veces vengo de Dulantzi en algún aparcabicis de la estación”, añade. Lo único que echa de menos este vizcaíno es algún local comercial más, “como un supermercado”, que aumente la actual oferta de servicios compuesta por una tienda y una cafetería-restaurante. Y eso que esta pequeña zona comercial propia es una de las grandes novedades de la nueva terminal, al carecer Los Herrán de esta clase de servicios en su interior.

De momento, en el local hostelero de la estación de autocares, De norte a sur, no se pueden quejar del “meneo” de clientes. “El 24 de julio se inauguró el bar-cafetería y de momento nos va bien. Estamos contentos”, afirma Axier Martín, encargado de este establecimiento. La buena acogida ha hecho que se animen a introducir novedades dentro de la oferta de su local para que éste sea más que un lugar de paso. “En octubre empezamos a dar el menú del día”, añade Martín, lo que ha provocado a su vez un cambio en el perfil de su tipo de cliente. “El 70% u 80% son pasajeros, pero también tenemos un 20% de vecinos, que vienen a tomar café o a comer”, precisa.

Sin embargo, de entre las opiniones consultadas por el resto de personal que trabaja en la nueva infraestructura, queda claro que aún faltan cosas por hacer. Una de ellas es la de evitar “el frío y el ruido” de las personas que trabajan en las taquillas vendiendo billetes de autobuses. “No tenemos techo en las taquillas. El ruido exterior y el frío entra. Es horrible. Se nos ha comentado desde el Ayuntamiento que hay una solución y que tengamos paciencia”, se queja Icíar Martínez de Zuazo, personal de la taquilla 4, de la compañía Lurraldebus-Pesa, quien anteriormente también trabajó en la taquilla de Los Herrán. De momento, jersey gordo, chalecos y chaquetas polares parecen ser las únicas medidas que tiene el personal encargado de la expedición de billetes para protegerse de los rigores del invierno. “Fíjate cómo estamos abrigados todos en nuestros puestos”, remarca.

El hecho de que la nueva estación también haya dado un impulso al transporte urbano, ha sido algo indudablemente beneficioso para los pasajeros, al mejorar las comunicaciones, pero no tanto para los taxistas, ya que a las tradicionales opciones de acudir en taxi, se une en la nueva terminal la posibilidad de acudir en bicicleta, con diferentes puntos de aparcabicis repartidos en su exterior, en autobús (con tres líneas que dejan cerca de la estación), en coche, más la alternativa del tranvía, ya que dos ramales del metro ligero vitoriano cuentan con sendos apeaderos cercanos a la estación. Uno se encuentra en Boulevard de Euskal Herria y otro en Portal de Foronda. “La clientela ha bajado respecto a Los Herrán por la llegada del tranvía y las líneas de autobuses y también porque viaja menos gente en los trayectos de largo recorrido desde la crisis”, dice José Antonio García. Aunque, en su opinión, el problema más grave es el de los clientes que no saben localizar la parada de taxis. “En el interior de la estación sí que hay señalización del tranvía, pero no de los taxis. La gente ve la puerta de al lado y sale al Boulevard de Euskal Herria, pensando que están ahí. Ya hemos pedido la “T” de la señal de taxi hace tiempo, pero no nos la ponen”. Su denuncia también la comparte otro colega suyo, Óscar: “Mira dónde va la gente a cogerlo”, dice Óscar indicando la calle Bulevar de Euskal Herria. “La estación podría estar donde las caravanas, de Portal de Foronda, porque tiene mejor comunicaciones y salidas, aunque ya es tarde para eso”, se lamenta Óscar.

Otro de los profesionales al volante que ha dejado de ver con buenos ojos la terminal de Euskaltzaindia es José, uno de los chóferes de una de las compañías de autocar que paran en Lakua, quien asegura que la estación ha perdido puntos en materia de seguridad. “Es una chapuza porque no hay vigilancia de la Policía municipal, ni de la Ertzaintza. Han quitado la patrulla que había porque dicen que hay pocos agentes”, denuncia este profesional que lleva al volante más de 40 años de servicio. “Empieza a haber cada vez más altercados fuera y a veces con navajas. Si venimos por la noche, los conductores estamos vendidos. Ya he llamado al concejal de Seguridad Ciudadana, pero de momento no he conseguido reunirme”, se queja este hombre, quien además de reforzar la vigilancia, también tiene claro qué reformas introduciría en la nueva terminal para que todo pueda ir sobre ruedas. “Mejoraría la barrera de entrada, que sigue sin funcionar y abriría el cuarto de conductores para descansar, porque no nos dejan subir porque dicen que la empresa no paga. Yo, que soy de Vitoria, que pago mis impuestos, ¿tampoco puedo entrar?”, reivindica este chófer.