fuerza de voluntad, constancia, trabajo y motivación son algunas de las claves que acompañan a un aprendizaje de éxito. Nadie ha dicho que aprender un idioma sea fácil, pero también es verdad que no todo consiste en apilar libros e hincar codos. De hecho, en la capital alavesa existen fórmulas que lo hacen más ameno, (o incluso divertido) y que, además, tratan de potenciar una de las áreas que más suele costar: la conversación.

En octubre de 2014 nació Walking Talking o lo que es lo mismo “clases de conversación en inglés sobre la marcha”. Una propuesta ideada por el profesor y geógrafo Matt Doughty que combina la práctica del inglés con el senderismo. Tal y como relata este docente, nacido en Inglaterra y afincado en Álava desde hace tres años, la idea surgió como resultado de aunar sus intereses profesionales y aficiones. “Doy clases de inglés en una academia en Alegría y a su vez, por mi profesión de geógrafo, me interesan mucho los temas relacionados con el medio ambiente”, explica. La afición de los alaveses por el monte y la posibilidad de ofrecer un entorno natural y relajado de inmersión lingüística hicieron el resto.

Las salidas tienen lugar cada dos semanas y se ofertan dos opciones. La sesión de los sábados, con una duración de cuatro horas, está dirigida a personas con un nivel medio-alto. Y la de los domingos, con dos horas de duración, para quienes tengan un nivel bajo-medio. De este modo, la actividad está pensada para cualquier persona. Doughty diseña las rutas y guía a sus alumnos tanto en el recorrido como en la práctica lingüística. “En el trayecto realizamos paradas cada 20 minutos para dar alguna herramienta tanto gramatical como oral, hacer correcciones, cambiar de tema de conversación?”, matiza. Los grupos son reducidos (con un máximo de ocho personas) con el fin de poder dedicar tiempo a todos los alumnos. La salida de los sábados cuesta 20 euros y la de los domingos 15 euros. También existe la posibilidad de coger un bono de cinco salidas que resulta más económico.

En caso de que el tiempo no acompañe, Dougthy lo tiene todo previsto. El plan b se llama Walking Talking Cooking y traslada la clase a un txoko, donde profesor y alumnos elaboran un plato mientras practican el idioma. Asimismo, ha diseñado otra alternativa para el próximo mes de julio. “Serán paseos al atardecer por los espacios verdes de Vitoria. Habrá dos encuentros semanales con un ritmo más relajado que las anteriores, acorde con el verano”, concreta.

A lo largo de este tiempo han recorrido lugares tan atractivos como la sierra de Entzia, los bosques de Itxogana o el Valle de Arana, entre otros. Esta actividad, cuya información está recogida en el blog walkingtalkingenglish.wordpress.com, ya ha seducido a muchos alaveses. Y es que, como argumenta su fundador, es una buena oportunidad “para sacar el idioma fuera del aula, lo que propicia situaciones reales y permite quitar el miedo, todo ello en un entorno natural y un ambiente relajado”.

Entre semana (concretamente todos los miércoles a las 20.30 horas) la cita con el inglés traslada a los interesados al The Man in the Moon, un pub de la calle Manuel Iradier donde se organizan sesiones de Trivial desde hace alrededor de 15 años. El Pub Quiz, como se conoce en Inglaterra, es una tradición británica y todos los pubs lo organizan un día a la semana con gran éxito entre los parroquianos. Tal y como destaca Paul Heath, profesor de inglés de la Academia McDonnell y dinamizador de la actividad desde hace 10 años, “la idea surgió del primer dueño que regentó el The Man in the Moon -que era inglés- en colaboración con la academia McDonnell”. Desde entonces, se ha hecho un hueco en la agenda convirtiéndose en un clásico. Suele congregar a personas de todo tipo, aunque “en su mayoría son vecinos que están estudiando la lengua”, matiza. Normalmente participan cinco o seis grupos de entre tres y seis personas, aunque la afluencia varía según la meteorología. “Si hace mal tiempo viene menos gente y si toca Barça-Madrid también se nota”, comenta entre risas.

Unos minutos después de las ocho y media, los grupos ya están preparados, cada uno con un papel y un bolígrafo para anotar las respuestas. Hoy juegan Beti Alavés!, JOI, Lovers, y A+B=? Heath coge el micrófono y lanza la primera pregunta: Which is the capital of Bulgaria? “Se hacen tres rondas: una de conocimiento general, otra de vocabulario y la última de música”, explica el organizador. En su opinión, no se requiere un nivel muy alto, ya que las preguntas suelen ser asequibles. “De lo que se trata es de pasar un rato divertido y si además, logras ampliar tu vocabulario, pues mucho mejor”, añade. Cada sesión es diferente, en esta ocasión hay varios participantes nuevos, pero también veteranos como Alberto Moraza, que ya lleva tres años acudiendo a la cita. “Comencé a venir porque estaba estudiando inglés, y me pareció una buena oportunidad para practicar el idioma. Además vienen muchos nativos y es una buena ocasión para entablar conversación”, sostiene.

Otros idiomas Pero además del inglés, existe la posibilidad de practicar otras lenguas como alemán, ruso, italiano o francés, entre otros. Para ello, la capital alavesa cuenta con el programa Club de Idiomas, impulsado por el Ayuntamiento vitoriano. Se trata de un espacio donde poder practicar y perfeccionar los idiomas dirigido a jóvenes de entre 16 y 35 años que viven, estudian o trabajan en la capital alavesa. La iniciativa, de carácter gratuito, comenzó en octubre del año pasado y, tal y como muestran los datos aportados por la Oficina de Información Joven (83% de ocupación al inicio del curso), está teniendo una excelente acogida. Además, la inscripción permanece abierta durante todo el curso.

Iñigo Urionaguena es uno de los 15 alumnos de la Facultad de Letras de la UPV que se encargan de dinamizar los grupos. Estudiante de último año de Estudios Ingleses, tiene a su cargo un grupo de inglés formado por 16 personas. “Mi labor consiste en guiar la actividad y establecer las herramientas necesarias para propiciar la conversación”, explica. De este modo, se encarga de proponer temas, trabajar la pronunciación, facilitar expresiones y también hace las correcciones oportunas. Su balance no puede ser más positivo, de hecho, asegura que si hubiera conocido antes la iniciativa, se habría inscrito. Y es que, éste ha sido su primer año como dinamizador pero también será el último, ya que finaliza su carrera.

Uno de los factores que están haciendo de esta labor una experiencia enriquecedora es el grupo que le ha tocado. “Tengo un grupo muy bueno y eso ayuda mucho”, describe. Entre sus alumnos hay profesionales y estudiantes de entre 20 y 30 años y todos tienen como mínimo, un nivel medio de conversación, algo que se recomienda para facilitar el ritmo de las clases. Tal y como le comentan sus pupilos, éstos también están muy satisfechos con las clases y otra prueba del éxito de la iniciativa “es lo rápido que se cubren las plazas a medida que surgen vacantes”, afirma. Urionaguena todavía no tiene claro si su futuro pasa por la docencia, pero después de esta experiencia no lo descarta. “La verdad es que no lo sé seguro, pero el Club de Idiomas me ha servido para darme cuenta de que ser profesor podría ser una posibilidad en mi carrera ya que me encuentro muy cómodo en las clases”, concluye.