elvillar - Bodegas Viña de Laguardia, situada a la entrada de la localidad de Elvillar y perteneciente a la Ruta del Vino de Rioja Alavesa, se convirtió ayer sábado en epicentro de uno de los deportes vascos más populares y apreciados: el corte de troncos con hacha, al acoger la semifinal del Campeonato del Mundo del Aizkolari más Rápido. Fue un momento único en el que, en presencia de deportistas y aficionados -entre ellos el campeón del mundo de la modalidad de corte a la australiana, Laurence O’Toole-, se mostró una nueva imagen de la empresa. Cambio de look que coincide también con un cambio en su modelo de gestión con el que busca reforzar su compromiso con el entorno y su relación con sus clientes, ofreciendo nuevas experiencias y propuestas atractivas.
El coordinador de esta actividad deportiva, el popular Anemias, Juanjo Martínez Viñaspre, dejó bien claro que se trataba de una eliminatoria valedera para demostrar en el Campeonato del Mundo del Aizkolari quién es el más rápido en cortar un tronco. Participaron 16 aizkolaris, al igual que hace unos días en Salvatierra, donde también hubo 16. En aquella ocasión se clasificaron dos, pero en Elvillar el nivel era más alto y pasaron cuatro. Todos ellos, así pues, se enfrentarán en la gran final que se celebrará en Tolosa el día 21 de febrero, en la plaza de toros. Junto a ellos estará el campeón de Australia, que acudió ayer a Elvillar ayer para hacer una exhibición, y los campeones de Italia, de Francia y Suiza. Con ellos competirán el campeón absoluto de Euskadi y los campeones de Álava, Gipuzkoa, Bizkaia, Navarra y el de Castilla y León. Ese grupo completará la selección final.
Viñaspre no dudó en ensalzar el deporte vasco, “que es el trabajo del caserío, o de la vida misma hecha deporte, porque aquí lo que se hace es cortar, levantar, trasladar, correr...”. Según este recuperador de tradiciones vascas, “en el deporte vasco hay tres grandes deportes relacionados con los oficios: el arrastre tirado por bueyes, donde a los animales hay que prepararles con horas, con mimos, con entrenamientos, con alimentación; el levantamiento de piedra, que también requiere de técnicas adecuadas y mucho entrenamiento; y finalmente el aizkora, donde se dice que los veteranos siguen ahí y es que son los que mejor conocen el oficio, no pierden una décima de su tiempo y es el deporte al que cuesta más años llegar arriba”.
El llegar al nivel que se ha alcanzado no ha sido cosa fácil. “Cuando iniciamos esta labor de recuperación, en el año 1998, veíamos que estaba en declive y en el primer campeonato que convocamos se nos apuntaron ocho chicos. Afortunadamente, y con mucho orgullo, podemos decir que el año pasado, en los campeonatos que hicimos ya contabilizamos cien chavales. Ese es el fruto de la labor que se ha hecho de promoción. Hemos sembrado y ya vamos recogiendo”, subrayó. El campeonato de ayer, no obstante, sirvió también para presentar la imagen con la que Bodegas Villa de Laguardia quiere aumentar su presencia en los mercados. Tras una fase de renovación interna que ha tenido como consecuencia la implantación de una nueva identidad visual que incluye un cambio en su imagen corporativa pero también, y más importante, en su modelo de gestión, la empresa abrió sus puertas ayer a los visitantes para mostrar todas sus novedades. Son unos cambios que nacen de su compromiso con el entorno, con el que mantiene una relación de más de cien años desde su fundación, en 1910, cuando se originó la bodega inicial, muy cerca de la Plaza Mayor, hasta la construcción de las actuales instalaciones en 1969, si bien fueron remodeladas en profundidad en 2006, cuando se amplió la capacidad y se introdujo la última tecnología disponible para la elaboración de vino, siempre en sintonía con los procedimientos tradicionales.