año tras año, temporada gripal tras temporada gripal, las autoridades sanitarias vascas hacen especial hincapié en la importancia que tiene la vacunación para proteger a la población más vulnerable a esta enfermedad, benigna en líneas generales pero potencialmente mortal entre los grupos de riesgo. Las campañas, tradicionalmente, se han dirigido a dos colectivos muy concretos, los mayores de 65 años y los enfermos crónicos, que están más expuestos a distintas complicaciones derivadas de la gripe. A ellos se suman también el personal sanitario, un potencial transmisor del virus entre sus pacientes, y las mujeres embarazadas, sobre las que se ha puesto el foco sobre todo en los dos últimos años. Sin embargo, las tasas de vacunación, aunque muestran una tendencia al alza, siguen teniendo un amplio margen de mejora, una realidad que, desgraciadamente, tiene dos consecuencias fundamentales: los grupos de riesgo son más susceptibles a enfermar de gravedad y también a requerir de asistencia sanitaria, un doble coste en salud y dinero que numerosos estudios internacionales han demostrado ya.

Según los últimos datos recopilados por la Red de Médicos Vigía, el ente encargado de controlar el comportamiento del virus, desde que la actividad gripal comenzó a mostrar cierta intensidad en Euskadi este otoño-invierno se han declarado 22 casos graves hospitalizados, de los cuales 14 estaban incluidos dentro de los ya citados grupos de riesgo. De esos 14, el 78,6% no había recibido la vacuna antigripal y el 52,4% debió ingresar en la UCI. Las neumonías, que afectaron a nueve de cada diez, han sido las complicaciones más habituales.

Enrique Peiró, coordinador de Programas de Salud Pública y de Seguridad del Paciente de Osakidetza, corrobora esta realidad. “No hay un estudio reciente al respecto, pero hay muchísimas publicaciones internacionales que hablan del ahorro económico que implica la vacunación. No sólo eso, porque hay muchísimas muertes evitables al margen de las consultas o los ingresos que no se realizan”, explica el profesional.

El hecho de que la “finalidad primordial” de Osakidetza es que el mayor número posible de sus pacientes “no tenga complicaciones” y, en definitiva, goce de buena salud, explica según Peiró que el Gobierno Vasco no haya realizado hasta la fecha un estudio pormenorizado del ahorro que la vacunación podría acarrear sobre las arcas públicas.

cobertura De los datos recopilados por las autoridades sanitarias vascas sí se desprende que, todavía, numerosos vecinos siguen quedando “fuera del sistema” por uno u otro motivo. Durante la última campaña de vacunación, más del 60% de los mayores de 65 años se vacunaron contra la gripe. Una cobertura “importante” según Peiró, que está “en un rango similar al de los países desarrollados”, pero que tiene todavía un recorrido evidente.

“Lo ideal sería que todo el mundo se vacunara, pero una vez llegados a estas coberturas es difícil progresar, porque hay fracciones a las que no se llega. Esto nos tiene que servir para recordar a las personas que tienen factores de riesgo que deben vacunarse”, insiste el responsable sanitario. Las tasas de vacunación también son manifiestamente mejorables entre los enfermos crónicos más habituales, los diabéticos (59,54%), los respiratorios (61,55%) y los cardiópatas (65%). Entre las mujeres embarazadas la cobertura ha llegado al 26%, muy escasa, pero hay que tener en cuenta que hace dos años “rondaba el 8%”, según recuerda Peiró. “Se está produciendo un cambio de cultura. Siempre ha sido un colectivo a vacunar, porque pasar una gripe en su estado puede tener muchas complicaciones”, destaca el profesional.

Jorge Romeo, jefe de la unidad de atención primaria (JUAP) del Casco Viejo de Gasteiz, también ha detectado en este centro un mayor volumen de pacientes encuadrados en los grupos de riesgo que en la anterior campaña de vacunación. En su caso, mayores y pluripatológicos, al ser el ambulatorio de referencia de una de las zonas más envejecidas de la ciudad. “Hemos tenido mejores números que el año pasado. Parece que están aleccionados y eso es positivo, porque si un paciente vacunado tiene gripe su cuadro siempre será más llevadero”, explica Romeo, que por el momento ha tenido que atender “pocos cuadros gripales” en su centro. “Esto tiene bastante relación con el tiempo tan bueno que estamos teniendo”, advierte el facultativo.

Peiró, por su parte, reconoce como algo “incontestable” el hecho de que el invierno “está siendo muy clemente” con Álava, pero también llama a “relativizar” esa conexión tan directa de la climatología con la gripe. “El frío y la humedad pueden comprometer las defensas, pero el primer factor de la gripe es la circulación del virus, que es libre. Este año la temporada ha empezado un poco más tarde. ¿Por qué? Porque así lo ha decidido el virus, por factores que se nos escapan”, advierte Peiró.

La Red de Médicos Vigía fijó la tasa de la gripe en su último barrido en los 259, 7 casos por 100.000 habitantes, unos niveles que “se corresponden” con las previsiones para esta época del año. “Estamos en un patrón habitual, con tasas moderadas. Lo lógico es que en un par de semanas alcancemos un pico epidémico”, pronostica el coordinador de Programas de Salud Pública y de Seguridad del Paciente de Osakidetza. Al igual que en las semanas precedentes, la actividad gripal se ha mostrado más intensa entre los menores de 15 años, que cuentan con una menor inmunidad por su menor exposición al virus. Según confirma Peiró, los tipos de virus aislados en el Hospital Donostia, el laboratorio de referencia en la CAV, coinciden con los incluidos en la última vacuna y con los que circularon en las campañas anteriores.