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Hijos de los hijosdalgos de Elorriaga

La asociación de concejos de Vitoria celebra su veinte aniversario con “más fuerza que nunca”

Hijos de los hijosdalgos de Elorriaga

Los comienzos fueron lentos, poco a poco, como casi todo. Primero restauraron la Casa de Juntas de Elorriaga, actual sede en la que se reúnen los representantes de los 63 pueblos de Vitoria. Entretanto se reunían en Zuazo de Vitoria. No lo hicieron por casualidad. Siglos atrás, la casona ya albergaba la Muy Noble Junta de Caballeros e Hijosdalgo de Elorriaga sobre cuyas cenizas surge en 1995 la Asociación de Concejos de Vitoria (Acovi), para defender los intereses de las 63 entidades locales dependientes administrativamente del municipio de Vitoria. Dos décadas de difícil camino al andar, de crisis ya superadas, que en más de una ocasión han amenazaron con su desaparición. Pero también de gratas conquistas que han contribuido a que el sentido de esta administración local crezca y se robustezca con el paso del tiempo.

Pese a las dificultades, Acovi ultima ya los preparativos para la celebración de su veinte aniversario, una jornada que los concejos van a festejar por todo lo alto el día 30, dedicándola a todas aquellas personas que a lo largo de estos años han trabajado de forma desinteresada para que no desaparezca esta histórica figura tan alavesa: “Es un lujo que en Álava mantengamos este tipo de pequeñas administraciones locales que apenas subsisten ya en otros lugares, salvo en alguna zona de León u otras provincias donde se les denomina pedanías”, se enorgullece la presidenta de la asociación, Miren Fernández de Landa. Allí estarán el exalcalde José Ángel Cuerda y el exdiputado general Félix Ormazabal, ya que ambos dirigieron las instituciones alavesas por aquel entonces, arrimando el hombro y apoyando la creación de este colectivo concejil. Pero también tomarán la palabra expertos historiadores en la Edad Media, como José Ramón Díaz de Durana para explicar quiénes eran los Hijosdalgo. También el documentalista Pedro Uribarrena para aportar datos -nada de polémica- sobre un asunto de tanta actualidad como los montes de Vitoria en una conmemoración en la que pasado y presente se estrechan la mano.

El apellido Fernández de Landa está estrechamente ligado al de Acovi. Preside la asociación desde hace diez años y, pese a los avatares vividos, se queda con lo positivo, que no es más que la ilusión por trabajar en lo que uno cree y hacerlo por el bien común. “Ése es el ADN de los concejos, su seña de identidad y por eso en los pueblos siguen funcionando sistemas de trabajo como las veredas, esas pequeñas obras, reformas, arreglos y limpiezas que los vecinos desempeñan en común voluntariamente”, y que a día de hoy parecen difíciles de trasladar a una ciudad, por ejemplo.

De todo lo vivido, cuando echa la vista atrás, Miren recuerda dos momentos especialmente difíciles en los que los concejos han visto amenaza su existencia. El primero fue a finales de los 90 coincidiendo con el boom del ladrillo y la desmesurada expansión urbanística de Vitoria que llevó, en unos casos, a la ciudad a engullir literalmente algunos pueblos de su cinturón, y en otros, a planificar centenares de viviendas en localidades de menos de cien habitantes que acabarían convirtiendo los pueblos del extra radio gasteiztarra en localidades-dormitorio. Al final, más que la cordura se impuso la realidad de la crisis de la construcción y las grúas abandonaron la zona rural. “Habría sido un desastre, porque se planificaron edificaciones, pero no se tuvo en cuenta que las infraestructuras del pueblo no iban a ser suficientes para abastecer a toda esa población nueva de agua, transporte etc”. Otros dirán -reconoce la presidenta- que en los pueblos nos llenamos los bolsillos. Y en parte es así, fue una época en la que se movió mucho pero que mucho dinero en Vitoria, pero fue un dinero que no revirtió en los concejos. “Todo eso nos debe hacer pararnos a reflexionar hacia dónde tenemos que caminar en el futuro porque no es momento de proyectos grandilocuentes, no estamos para tirar la casa por la ventana sino todo lo contrario, hay que sacar chispas a los pocos recursos con los que contamos”, considera Fernández de Landa. Y es que, la escasa o nula inversión en los pueblos, el continuo ninguneo al que el Ayuntamiento ha sometido a la zona rural año tras año es otra de las dificultades a las que han tenido que hacer frente las juntas administrativas. No entra, sin embargo, a valorar quién ha sido el mejor y peor alcalde para la zona rural. No se moja, no porque no tenga una opinión clara, sino porque dentro de los concejos hay población de todas las sensibilidades, y considera la presidenta de Acovi, que a todos representa.

La segunda y “más grave” amenaza llegó hace apenas dos años de mano del Gobierno central de Rajoy con la aprobación de la Ley de Racionalización de las Administraciones Locales que abolía la figura de los concejos. “Un intento de desamortización del que, finalmente, in extremis, conseguimos salvarnos, y aquí estamos, más fuertes que nunca”.