sobrón - El último pueblo de Lantarón, antes de la entrada de la carretera en las hoces y en el Valle de Tobalina, en tierras burgalesas, se muere de inacción. La desidia de las instituciones para mantener recursos que permitan la creación de fuentes de riqueza, los proyectos que se han ido frustrando con el paso del tiempo y una gigantesca plaga de mejillones cebra están abocando a esta zona de Álava al abandono. Como muchas obras que se quedaron en el camino. Y no es porque esta comarca no esté enclavada en un maravilloso paraje, de crestas apetecibles para montañeros y escaladores y grutas y simas para deleite de espeleólogos, con aguas medicinales, un río con pesca y unas instalaciones que se fueron creando con la ilusión puesta en la recuperación económica: unas piscinas de verano, un centro de aventuras y hasta un Museo del Agua.
El eje vertebrador de todos los proyectos era el río Ebro, y el pantano que lleva el nombre de la localidad, bastante más largo que ancho. Un pantano y una presa que llevaban un tiempo dando problemas con la apertura de las compuertas para regular el desagüe. A mediados de septiembre, la empresa Iberdrola, responsable de la central hidroeléctrica, decidió repararlas. Ése es el momento en el que los técnicos descubrieron que la presa de Sobrón es un gigantesco criadero de mejillón cebra, que ocupa todas las orillas, las rocas del fondo, las maderas arrastradas por las riadas? El vaciado del agua mató a una parte de la colonia de la especie invasora y un impresentable hedor inundó durante días toda la zona.
Lo cuenta el presidente de la Junta Administrativa de Sobrón, Javier Nieva, que es también el propietario del único bar abierto durante el año. “En el pantano están realizando mantenimiento en las compuertas. Por eso han tenido que bajar el nivel, aproximadamente unos cinco o seis metros. Están cambiando las juntas de las compuertas, el engrase de cables y maquinaria y otras labores de mantenimiento para que duren bastantes años”.
La aparición de los mejillones cebra no era noticia nueva, pero la dimensión del problema es lo que se ha podido apreciar ahora. “El mejillón cebra es una plaga. Ya se sabía que estaba. De hecho, aquí en el pueblo, en la zona de las piscinas, tenemos un centro de desinfección. Vienen los pescadores con las barcas para evitar que esa plaga se extienda a otras zonas. Ahora, al bajar el nivel de la presa es cuando se ha visto la verdadera dimensión. Está lleno”. Eso es lo que ha llevado más tiempo a los especialistas que han estado trabajando en las compuertas: el limpiar la salida del agua de esos moluscos. Y eso que saben que es una guerra que ya no ganarán por la extraordinaria rapidez con la que se propagan estos moluscos.
Pero siendo un gran problema no es el peor de todos. Relata Javier Nieva que Sobrón tuvo mucho auge en su época y había tiendas, restaurantes, hoteles. Ahora está en una época baja, la crisis afecta a todos los negocios, la gente se ha ido jubilando, los jóvenes no renuevan los negocios, y no se vuelven a abrir otros, ni siguen los que estaban abiertos. En verano sí que hay ambiente, pero los pueblos en invierno se quedan demasiado tranquilos.
Eso desanima a la gente a vivir en esta zona. La gente joven “no se queda demasiado a vivir por aquí”, ni tan siquiera un poco: el trabajo, los servicios, los colegios y guarderías y la distancia a las zonas industriales es un hándicap para la gente y les cuesta venir a vivir a los pueblos.
Y no es porque no se intentara atraer población y visitantes. Hubo apoyos en su día y se creó un centro de aventura dentro de un plan de dinamización turística. Funcionó muy bien y acudía mucha gente para hacer actividades de naturaleza, tanto en el centro como en el entorno. También se puso en marcha un Museo del Agua, “que tenemos muchas dificultades para mantenerlo abierto por falta de presupuesto. Estamos en un tiempo en el que las instituciones tienen poco dinero y estos proyectos en los pueblos, que tienen menos atracción, al final se tienen que cerrar a expensas de que se mejore la economía”.
Éste fue el proyecto de Javier Nieva. Él lo peleó y lo logró. “El Museo es una pena que esté cerrado, porque es uno de los mejores de su género en España”. Sin pasión, pero convencido, cuenta que era un gran proyecto, con buenas instalaciones, con proyecciones, con cosas para tocar, para ver, juegos para críos, muy dinámico, y en su día, cuando estuvo abierto, funcionaba perfectamente. “Es difícil mantener estas instalaciones, que necesitan dos o tres personas de personal. Al final, no se generan ingresos y tienen que ser las instituciones públicas, o la financiación externa quien mantenga esto”.
La gestión del Museo del Agua de Sobrón es de la Cuadrilla de Añana, pero necesita que lleguen fondos de otras instituciones, como del Gobierno Vasco o de la Diputación Foral o de los ayuntamientos. “Nuestro Ayuntamiento siempre ha colaborado en la parte que le correspondía y en su día llegó a un acuerdo con las diferentes instituciones. Siempre ha estado dispuesto a poner el dinero necesario para que funcionara. Pero si los demás no lo ponen el Consistorio no puede asumir más presupuesto”.
No es la única infraestructura que se está perdiendo. Sobrón cuenta con aguas medicinales y por ello tuvo un impresionante balneario que estuvo funcionando hasta que la Guerra Civil, en 1936, obligó al cierre del establecimiento. Un cierre relativo, ya que el sindicato vertical franquista lo estuvo utilizando hasta 1950, año en el que cerró definitivamente sus puertas y comenzó su ruina.
Pero su existencia era una evidencia, incluso desde la época romana, como demostraron unas catas en el terreno, y en los años 2002/2003 un grupo empresarial especializado, Termoeuropa, que gestionaba instalaciones de este tipo en la cuenca del Ebro, como el de Arnedillo, presentó un proyecto para edificar un balneario y un hotel con 65 plazas. El Ayuntamiento de Lantarón dio su bendición y cedió la gestión del balneario durante 50 años a cambio de un canon anual de 40.500 euros durante las tres primeras décadas de ese periodo. Pero en febrero de 2008, tras la retirada del grupo promotor que había previsto una inversión de seis millones de euros, y con el esqueleto de vigas de hierro ya hecho al lado de la carretera, el tema se abandonó del todo. Allí sigue como monumento a un sueño imposible.
Y para rematar, en enero de este año, a causa de las intensas lluvias caídas a finales de ese mes, el río Ebro alcanzó en Sobrón una altura tan impresionante que ‘’saltó’ el puente blanco, un puente que salvaba el río y estaba realizado en hormigón. Se llevó la parte central, dejándolo inutilizado.
Este cúmulo de sucesos es lo que ha ido propiciando el despoblamiento de Sobrón y su paulatino abandono, mientras que en el cercano Valle de Tobalina, en tierras de Burgos, se impulsan las visitas y se inyectan recursos para dinamizar ese territorio casi despoblado.
Sobrón. Es un concejo del municipio de Lantarón. Se encuentra en la frontera con el burgalés Valle de Tobalina.
Posibilidades. La comarca llegó a albergar un Museo del Agua, ahora cerrado. También allí se enclavaron empresas de aventura y hasta hubo intención de una empresa de invertir en un balneario. Hoy en día no existe nada de eso. La situación arrastró a otros negocios a cerrar sus puertas.
El presidente de la Juntas Administrativa de Sobrón explica por qué la comarca ha perdido muchas de sus opciones económicas.
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Son los kilómetros que separan por carretera a la localidad de Sobrón, en el municipio de Lantarón, de la capital alavesa.