Eugenia perdió la memoria hace nueve años. Progresivamente comprobó que todo lo que su cerebro había almacenado durante décadas se había perdido y su existencia se volvió un lío sin sentido. Hoy, a sus 82 años es feliz. Recrea herencias que no existen, se inventa vidas paralelas y nietos e hijos que no han nacido, sin embargo no reconoce a los suyos propios. Actualmente una de cada diez personas con más de 65 años sufre algún tipo de demencia, y la incidencia se dispara entre los mayores de 85 años. Por ello, se calcula que cerca de 45.000 vascos padecen este mal. Con motivo del Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer que se celebra mañana lunes, el Gobierno vasco y las asociaciones implicadas reparten este fin de semana en diferentes municipios 20.000 folletos con consejos para promover un “trato amigable”.

Y es que como Eugenia hay muchas personas que en su perturbación han alcanzado una serenidad casi filosófica frente al mundo exterior. Lo que peor lo llevan son sus cuidadores. Esos que ven como un día su madre o su padre salen a comprar el pan y ya no saben volver a casa. Ajenos a esa destrucción paulatina de células cerebrales y conexiones nerviosas, al principio, lo que preocupó a la familia de Eugenia fueron los olvidos que ella misma trataba de ocultar. Cosas sutiles, detalles sin importancia. Esa placa de horno que se quedaba encendida sin ton ni son, esas llaves que desaparecían en los lugares más insólitos...

Pero cuando el paciente comienza a sufrir pérdidas de memoria, la enfermedad suele llevar ya años presente en su cerebro. Hasta que el Alzheimer no produce una disfunción o pérdida neuronal notable, las personas no suelen acudir al médico, lo que hace que se retrase el diagnóstico. La doctora Sagrario Manzano, coordinadora del grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN, recomienda prestar atención a los síntomas que se identifican con la regla de “las cuatro A y la C”: la amnesia, que es la incapacidad para recordar hechos recientes; la afasia o dificultad para denominar objetos sencillos; la apraxia, que es la dificultad en el manejo de utensilios o herramientas; la agnosia o dificultad para reconocer el entorno o las deficiencias en la propia memoria; y la conducta, especialmente si se presentan episodios en los que la persona está irascible y apática.

“No mejorará, sólo empeorará” Sagrario Manzano asegura que el Alzheimer es una de las enfermedades “más frecuentes, con mayor gasto social y de discapacidad”. “Además, es una enfermedad familiar, ya que el núcleo social cercano es el que tiene que atender a estas personas”, indica. Las familias lo saben bien. Y deben conocer que el paciente no mejorará, que sólo empeorará.

Porque la dolencia se puede dividir en tres fases. Una primera en la que el enfermo sólo necesita supervisión y ayuda, una segunda en la que el enfermo necesita un cuidado de 24 horas porque empieza a sufrir alteraciones de conducta y la tercera es en la que el enfermo ya está encamado y alimentado artificialmente. Probablemente, la segunda es la peor. “Preguntan siempre lo mismo, ya no te conocen y sufren porque no saben qué pasa y se asustan”, dice Esther, una hija sufridora que convivió varios años con esa presión. Ella lo tiene claro. “No hace falta corregirles. No hay que decir todo el rato soy tu hija, no tu madre. El error es irrelevante y además la corrección no sirve para nada”.

Según la neuróloga de Hospital Quirón Murcia Teresa Frutos, “la persona con Alzheimer sufrirá un deterioro progresivo de sus funciones cerebrales. La memoria fallará y llenará los vacíos con fabulaciones o dará rodeos para evitar dar respuestas. “Otra estrategia inconsciente es la de contestar con comodines. Si tiene muchos recursos mentales es posible que pasen incluso años antes de que quienes lo rodean se percaten de su situación. Esto conlleva el riesgo de que el enfermo tome decisiones incorrectas con su patrimonio, se extravíe o incluso sufra accidentes”, indica el doctor Mirko Alavena, especialista en Neurología.

Diferentes actos. Durante todo el fin de semana las tres capitales vascas han acogido actos para concienciar a la población sobre la incidencia de la enfermedad.

30

El Alzheimer como enfermedad degenerativa inicia la destrucción neuronal alrededor de treinta años antes de que se detecten los primeros síntomas.

40%

Entre un 30 y un 40% de las personas con Alzheimer podrían no estar diagnosticadas y sólo veinte de cada cien casos se detectan en etapas leves.