cerca de 10.000 fieles. Quizás más. Un día que quiso desde bien temprano desembarazarse de las nubes que han ajado el ambiente durante la pasada semana. Y decenas de puestos con lo mejor de la huerta, la cabaña, la gastronomía y la artesanía. En síntesis, eso fue lo que sucedió ayer en la explanada de Angosto, que celebró en las campas junto al santuario la vigésimo cuarta edición de la feria que usa el nombre de este lugar santo en la geografía más abrupta del valle de Valdegovía.
Durante toda la mañana, coches y andarines rivalizaron por copar la carretera de acceso al santuario de Angosto, enclavado en un caprichoso paraje de la fisonomía provincial. Desde que se decidiera recuperar la cita hace apenas unos años, ésta ha ido incrementando su impronta en el calendario hasta alcanzar cotas de día importante, tanto para la comarca como para el conjunto del territorio histórico. Por ello, la oferta de los stands locales y de los llegados desde las provincias limítrofes surtieron sus mostradores con productos agroalimentarios y utensilios y herramientas tradicionales utilizadas por los labradores y ganaderos desde tiempos inmemoriales. Dada la concurrencia, tampoco pudo faltar una degustación gratuita de 1.200 raciones de ternera con patatas, elaborada por la asociación de sociedades gastronómicas de Álava, Boilur, que no se pierden una, y las notas de la txaranga de Salinas, que amenizaron la jornada desde primera hora de la mañana. Todo ello sirvió para engalanar con ambiente festivo un ferial que se extendió hasta alcanzar las mismas paredes del santuario. Además, y para los estómagos más exigentes, la feria ofreció locales para dispensar talos y patatas alavesas rellenas. Junto a ellos, el propio bar del complejo religioso y la txosna de la asociación sociocultural de Salinas de Añana ayudaron a refrescar los gaznates o a calentarlos, que la meteorología anda revuelta estos días y tan pronto lucía el sol como se escondía detrás de alguna de las nubes que seguían al acecho. El caso es que, en general, el tiempo no se mostró excesivamente tozudo y los más de 60 artesanos pudieron trabajar conforme a las expectativas y ayudar a surtir las bolsas y cestas de una pléyade de visitantes que accedieron hasta el vallejo que, previamente, había logrado habilitar aparcamientos para la caravana de curiosos que se acercó a disfrutar a la feria. Entre ellos, destacó la presencia del diputado general de Álava, Ramiro González, que no perdió la ocasión de degustar las delicias elaboradas por Boilur y la conversación de los chefs mientras aderezaban los pintxos de ternera destinados a la concurrencia. “En la feria también hay tiempo para estar con los amigos de Boilur en el reparto de ternera guisada”, explicaba después a través de las redes sociales. También se pudo ver en la zona ferial al diputado foral de Agricultura, Eduardo Aguinaco; y a la consejera Ana Oregi, entre otras personalidades.
La feria de Angosto hunde sus orígenes en la edad media como feria ganadera, pero la mecanización del campo de mediados del siglo pasado provocó que en los años 60 se dejase de celebrar. Hace ahora 24 años que la Asociación de Desarrollo Rural de Añana decidió recuperar esta cita con varios objetivos. Por un lado, acercar a la población urbana la realidad del mundo rural y de los que viven en él. Por otra, dar la oportunidad a los productores agroalimentarios de vender directamente sus productos y fomentar el conocimiento de la comarca y de sus recursos naturales y turísticos. Todo ello sin olvidar la pretensión de la comarca y del municipio de volver a ser un punto de encuentro para la población local un ambiente festivo y de colaboración.