- Ya no abren las ventanas ni a mediodía ni al final de la tarde. Así, desde hace cuatro meses. En esas horas, el ruido puede ser martilleante. La polución, devoradora. “Si ventilo, ya no oiría la tele”, asegura Juanjo. “Y con un bebé en casa, como para aguantar los malos humos”, apostilla su mujer. Los residentes de la plaza Euskaltzaindia sabían que sucedería. Lo advirtieron. Pero el anterior equipo de gobierno siguió adelante con su idea de ubicar allí la nueva estación de Vitoria. Y ahora, los afectados se preguntan si no habrá forma de minimizar el impacto de los cientos de autobuses que les visitan cada día. Ellos no lo eligieron. Cuando compraron sus casas, la zona estaba destinada a un amable uso terciario y no imaginaron que podría convertirse “en una isla contaminante” donde, para colmo, el acceso desde el congestionado bulevar de Euskal Herria ha dejado de ser seguro. La solución escogida fue un paso de cebra dividido por una mediana estrechísima ubicada junto a una curva, “en la que al final acabará habiendo un disgusto”.
Algunos residentes todavía siguen insistiendo en que la estación debería de haberse ubicado a las afueras de Vitoria, en el solar próximo a las casas regionales, bien comunicado con el transporte público, no tan cerca de edificios residenciales y con salida directa, sin tener que afrontar un nudo tan complicado como el de la rotonda de América Latina”. “Sí, ya sé, dijeron que era para aprovechar el agujero del BAI Center, sólo que taparlo con tierra y volver a pavimentar no hubiera supuesto tanto coste. Más se gastan en otras cosas que no son necesarias”, defiende Jon, otro vecino de la misma manzana. El problema es que ese debate quedó agotado hace tiempo. Ahora, lo único que se puede hacer desde el Ayuntamiento gasteiztarra es “tratar de buscar compensaciones en la medida de lo posible a un daño que ya está hecho”, objetivo en el que se ha embarcado el nuevo gabinete de Gorka Urtaran en sus primeras semanas de funcionamiento.
El PNV fue uno de los partidos contrarios a la ubicación de la terminal en Euskaltzaindia precisamente por las advertencias que ahora se han convertido en hechos. De ahí que, al alcanzar el gobierno, haya asumido la responsabilidad de definir algún tipo de resarcimiento por el impacto de la estación. Un deber que se ha convertido en toda una declaración de intenciones al haber nombrado directora de Medio Ambiente a una de las portavoces de Euskaltzaindia Plaza Bizia, la plataforma vecinal nacida hace unos años para defender los intereses de los afectados. “Hay cosas que tienen difícil solución o ninguna porque la estación supone lo que supone, pero vamos a tratar de adoptar medidas de contrapeso”, subraya, un cargo más arriba, el coordinador del área, Álvaro Iturritxa. Se refiere a acciones tanto en materia de tráfico, como de seguridad o de aparcamiento.
El conflictivo paso de cebra que sale de Bambino hacia Honduras cruzando bulevar de Euskal Herria es una de las cuestiones más complicadas. “En la oposición ya alertamos de este problema. Vía Pública va a estudiar qué se puede hacer, porque apenas queda espacio en la mediana para un carrito de bebé o una silla de ruedas, la ubicación es conflictiva y hay una gran concentración de tráfico, aunque no va a ser fácil”, reconoce Iturritxa. También se va a llevar a cabo una revisión de las calles por las que entran y salen los autobuses, congestionadas en las horas punta antes de que existiera la terminal y ahora más, para “mejorar la sincronización semafórica, la organización del tráfico...”. La idea es, en la medida de lo posible, optimizar las vías periféricas. Y, por otro lado, dentro del barrio, adoptar medidas compensatorias en materia de tráfico y seguridad implantando de forma definitiva las supermanzanas para calmar la circulación y dar el protagonismo a los viandantes y los ciclistas.
“Queremos afianzar ya esta figura contemplada dentro del Plan de Movilidad. Se está trabajando desde Espacio Público en la definición del tráfico de peatones, ciclistas y vehículos, con un diseño que mejore las condiciones de protección y tranquilidad”, aclara el coordinador de Urbanismo y Medio Ambiente. Además, de forma paralela, el equipo de gobierno ha decidido realizar un seguimiento de los autobuses que salen de la estación tras haber recibido quejas de vecinos que aseguran que en vez de dirigirse hacia América Latina aprovechan la tranquilidad del interior de Lakua. “No sabemos si fueron problemas puntuales del principio, por desconocimiento de los chóferes, pero hemos decidido atender las quejas”, explica.
La lista de resarcimientos incluye ofertar a los vecinos plazas, a módico precio de día, gratuitas de noche, en el todavía infrautilizado párking subterráneo de la estación. También hay intención de entregar muy pronto a los vecinos el local de cien metros cuadrados situado en la segunda planta de la estación, con acceso exterior independiente, como contrapartida por la transformación de una zona que estaba diseñada en su origen como residencial. Iturritxa asegura que “en cuanto se resuelva la climatización se firmará el convenio”.
A vueltas con el IBI. Antes de que acabe el verano, habrá llegado el recibo del IBI. La plataforma Euskaltzaindia Plaza Bizia había pedido al Ayuntamiento que este impuesto se adecuara al valor real del mercado una vez que la estación funcionara, al considerar que este tipo de equipamiento deprecia el valor de las viviendas próximas. Desde el gobierno replican, no obstante, que hay informes que dicen lo contrario. En todo caso, cuando se haga una revisión será “para toda Vitoria” dentro de la ponencia de valores catastrales.