el río Zadorra se asemeja a una enorme alfombra bajo la que se esconden y van acumulando desperdicios de todo tipo. Nadie toma la iniciativa de levantarla y pasar una escoba y una fregona para limpiar, y pese a que esa gran cantidad de inmundicia no se aprecia a primera vista, sigue estando ahí, años, años y más años. En el caso del Zadorra, la porquería acumulada tiene además un alto poder contaminante, ha acabado con gran parte de su biodiversidad y, para más inri, ayuda a que las inundaciones que sus aguas causan cuando se producen intensas lluvias sean aún más catastróficas. Se trata de depósitos de tierra, lodos procedentes de la industrialización de Gasteiz -fundamentalmente-, que han ido mermando considerablemente la capacidad de desagüe del río ante la desidia de las instituciones con competencias sobre su cauce.

El puente romano de Trespuentes es uno de los puntos negros de esta problemática, una joya arquitectónica compuesta por trece ojos de los que más de la mitad se encuentran cegados en la actualidad. El Zadorra no discurre con normalidad por esta zona debido al enorme tapón generado por la vegetación, islas de grandes dimensiones creadas en el interior del río, y a la presencia de esos sedimentos depositados en el fondo, de una altura estimada de un metro. Al problema de las inundaciones, que anegan fincas e incluso viviendas situadas junto a la ribera del río, se une el temor de los vecinos del pueblo y de su entorno de que la peligrosidad de las sustancias acumuladas acarree problemas sobre su salud. “Tengo un niño de nueve años y cuando me enteré de la situación no es que le prohíba bajar, pero casi. Cada vez que se desborda el Zadorra, los lodos quedan depositados en los campos de fútbol y baloncesto y en los columpios, que es lo primero que se inunda. Y los niños juegan y luego se echan las manos a la boca”, advierte con preocupación Mario Aguirreurreta, vecino de Trespuentes desde hace casi once años.

Que el Zadorra no es un río limpio se sabe desde hace muchos años gracias a las analíticas que periódicamente realiza la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). También, que se acumulan lodos en el fondo del río y que tienen una carga importante de metales pesados. Ya en el año 2007, la Junta Administrativa de Trespuentes apalabró con la propia CHE una subvención para retirar los sedimentos, pero finalmente la ayuda se perdió debido al alto coste que requeriría esta labor.

Tras realizar una analítica que confirmó las altas concentraciones de mercurio y otras sustancias tóxicas, la posibilidad de depositar los lodos en una parcela del monte público fue denegada radicalmente por el Gobierno Vasco por la agresividad y toxicidad de sus componentes. En consecuencia, si se retiran, éstos deben ser transportados a una empresa especializada y tratados allí. Un tiempo después, con el PSE dirigiendo los ayuntamientos de Gasteiz e Iruña-Oka y también el Gobierno Vasco, la Junta de Trespuentes volvió a buscar un compromiso institucional amplio pero tampoco se llegó a una solución. Davide di Paola, presidente del concejo desde hace más de una década, apunta que el “problema de fondo siempre es el mismo” cuando se intenta afrontar la problemática de los lodos. “Todos los años, la CHE ve que el Zadorra es uno de los ríos más contaminados, pero ¿quién asume la responsabilidad del coste de tratar esos lodos? Es la pescadilla que se muerde la cola”, advierte.

El último informe anual sobre sustancias peligrosas en la Cuenca del Ebro elaborado por la Confederación dictaminó, de hecho, que el Zadorra fue en el año 2013 el río que registró “un mayor incumplimiento de las normas de calidad ambiental en el agua”, con valores superiores al límite fijado en el caso del llamado hexaclorociclohexano, conocido comercialmente como pesticida lindano. Además, las concentraciones “más altas” de mercurio de toda la cuenca se midieron en el Zadorra, al alimón con otros ríos como el Ebro a su paso por Benissanet y Campredó (Tarragona), el Cinca (aguas abajo de Monzón, Huesca), el Gállego (también en Huesca) y el navarro Arga, a su paso por Ororbia. El mismo informe correspondiente al año 2010 también detectó en el Zadorra, entre Gasteiz y Trespuentes, concentraciones “elevadas” de PAHs, los denominados hidrocarburos policíclicos aromáticos, así como de mercurio. Los PAHs, más concretamente, son compuestos procedentes del petróleo, el carbón y depósitos de alquitrán, contaminantes a todas luces, y según la comunidad científica altamente cancerígenos en algunos casos. El informe también apuntó a los altos niveles de cadmio, cobre y cromo detectados aguas abajo de Vitoria.

La CHE comenzó a analizar en este estudio no sólo las aguas de los ríos de su competencia sino también la composición de sus sedimentos, con resultados devastadores para el cauce alavés. La problemática del Zadorra no sólo toca a Trespuentes o a Gasteiz sino que se extiende también aguas arriba, hasta Agurain. Y eso que, según recordó recientemente la concejal de Medio Ambiente en el Ayuntamiento de Gasteiz, Idoia Garmendia, el río constituye el curso de agua superficial más importante del municipio y posee “importantes valores naturales” que han motivado su declaración como espacio LIC (Lugar de Interés Comunitario) dentro de la Red Natura 2000 de Espacios Naturales Protegidos. “Este río y su entorno constituyen para el Ayuntamiento y para su ciudadanía un espacio ideal para trabajar, cuidar, fomentar y conservar en nombre de la sostenibilidad”, añadió Garmendia.

Paradójica reflexión teniendo en cuenta que gran parte de la responsabilidad de la contaminación del río y de la acumulación de lodos tóxicos es, precisamente, del tejido industrial de esa capital alavesa tan green. En consecuencia, y de vuelta a Trespuentes, el río está “muerto”, según denuncia Di Paola, por la total ausencia de peces u otras especies antes tan habituales como las ranas. “Sólo hay patos, que parecen ser muy resistentes”, advierte el presidente de la Junta.

“Voluntad” Pese a la dificultad de encontrar un mínimo consenso institucional, Di Paola se ha reunido recientemente con Ana Oregi, consejera vasca de Medio Ambiente y Política Territorial, que “no oculta que esos lodos contaminantes están ahí”. La cabeza visible del pueblo exige, “por lo menos, que se vea la voluntad de que se mueve el asunto, de que se hace algo y no se olvida el problema”. Una solución, a juicio de Di Paola, podría ser intervenir en el río “por tramos”, para que el coste económico de la retirada y el tratamiento de los lodos sea más asumible. “Tienen una cantidad ínfima de dinero para esto. Aquí vienen una vez al año a quitar cuatro ramas, y ya”, denuncia el presidente de la Junta, quien apunta a la posibilidad de solicitar subvenciones para la limpieza a la Unión Europea.

Tanto Aguirreurreta como Di Paola miran a la espectacular recuperación que con el tiempo se ha llevado a cabo en el río Nervión. “Quiero que todo Álava sepa cómo está el Zadorra. Antes criticábamos a la ría de Bilbao y tenemos algo parecido”, advierte el primero. “¿Queremos recuperar el Zadorra o no? Al final esto es un riachuelo comparado con el Nervión”, responde el segundo.

¿Se logrará por fin una solución? Aguirreurreta, vistos los precedentes, no se muestra especialmente optimista. “Qué quieres que te diga... No. Si tiras de hemeroteca se entiende. Más que el dinero, lo que fastidia es que nos vendan la moto de lo bonito que es el Zadorra. No todo es tan verde como lo pintan”, zanja el vecino.