gasteiz - En Vitoria hay colectivos sociales que trabajan de forma silenciosa topándose con más problemas que soluciones por parte de las instituciones públicas. Desde hace cinco años, la asociación protectora de gatos Esperanza Felina ha atendido y dado refugio a casi quinientos felinos, que gracias a ellos han encontrado un futuro mejor. Para recogerlos, cuidarlos y buscar después una casa de adopción esta agrupación disponía de un piso-refugio en la capital alavesa que costeaban ellos mismos. Pero ahora los gatos podrían verse de nuevo en la calle.

Según denuncia Esperanza Felina, el Ayuntamiento de Vitoria, a través de su sociedad Ensanche 21, “ha decidido comprar el piso en el que tenemos nuestra sede y refugio para demolerlo, así que no tenemos dónde ir”. La asociación protectora asegura que “en una reunión” anterior les dieron “esperanzas” de poder continuar cuidando a los felinos en un refugio en el que han invertido “mucho tiempo y dinero en adecuarlo”. “Tres semanas después nos dijeron que era imposible”, lamentan. Ahora, a punto de quedarse sin refugio, el colectivo ha iniciado una recogida de firmas para que el Consistorio, Ensanche 21 mediante, les alquile un lugar adecuado “en alguna de las más de quinientas viviendas vacías que tienen” para poder seguir con su labor de recogida y cuidado de los gatos abandonados en Vitoria. Ahora mismo sólo en su página web la asociación dispone de unos setenta gatos preparados para dar en adopción a personas que deseen otorgar una segunda oportunidad a estos animales.

su última esperanza “No pedimos nada gratis, sólo que nos alquilen uno de sus pisos, porque hacerlo a través de una inmobiliaria o particular nos está resultando totalmente imposible”, subrayan antes de explicar que tanto su casero actual “como los vecinos” del actual piso-refugio de la asociación “nos apoyan en todo momento y están dispuestos a hablar en nuestro favor”, como también avalan su trabajo los veterinarios que colaboran con ellos habitualmente “y pueden dar fe de cómo hacemos las cosas y lo bien atendidos que están nuestros gatos”.

Esperanza Felina recuerda a Javier Maroto que “nunca” han recibido por su parte “ni apoyo ni subvenciones”, y que pese a todo “quitamos mucho más trabajo a la perrera y al Ayuntamiento del que damos, porque si no existiéramos los 482 gatos que hemos atendido en cinco años hubieran sido su problema”. “En una ciudad en la que hay que abonar una tasa de ochenta euros por abandonar a tu gato en la perrera, muchos recurren a nosotras o los abandonan directamente en las calles a su suerte. Somos su única esperanza”, advierten.