el campo base del Everest, el indlandsis de Groenlandia... y ahora el Mera Peak, el pico de trekking más alto de Nepal con sus imponentes 6.476 metros. La aventurera Susana Ruiz, diabética de tipo 1 desde que sólo sumaba once primaveras, ha demostrado ya en más de una ocasión a quienes dudaban de su capacidad que cualquier reto puede estar a su alcance con constancia, entrenamiento y un control adecuado de su enfermedad. Cansada de la imagen negativa que tantas veces ha acompañado a la diabetes y siempre con un espíritu batallador a prueba de bombas, Ruiz se embarcó en su primera gran aventura en noviembre de 2013, un trekking de 18 días de duración hasta el campo base del Everest, saliendo desde Jiri, a 1.955 metros de altitud, hasta coronar el Kala Pattar (5.545), pasando antes por las cimas del Gokyo Ri y el Cho La Pass. Un éxito que comenzó a fraguarse una década antes, cuando esta tudelana se instaló en Basauri con su futuro y ahora actual marido e inició su particular idilio con la montaña.

La expedición, realizada precisamente junto a su pareja, tuvo también una importancia vital desde el plano científico, ya que varios laboratorios relacionados con la diabetes colaboraron económicamente con Ruiz a cambio de que probase varios productos para controlar la enfermedad en esas condiciones de frío y altura. Todo salió como estaba previsto y la colaboración se repitió también el pasado agosto, cuando la pareja se presentó en Groenlandia y realizó varios kilómetros de navegación en kayak y un trekking desde la parte verde de la isla hasta la enorme capa de hielo que la cubre. Segundo reto superado.

Tras madurar la opción de ascender al Mont Blanc, el punto más elevado de la Unión Europea, finalmente el Mera Peak ha sido el elegido para la tercera gran aventura de esta intrépida comercial de exportación, una ascensión que sin resultar demasiado difícil técnicamente sí exige un campamento de altura y una dura travesía glaciar. Ruiz y su marido acudieron el pasado sábado 14 a una conocida tienda de artículos de montaña de Gasteiz para realizar sus compras y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA quiso estar también allí. “Al ir a Nepal a hacer esta expedición necesitamos un material más técnico”, explica Ruiz, que ha tenido que realizar una inversión “importante” en productos para surcar la alta montaña pese a llegar a un acuerdo económico ventajoso con el establecimiento.

Provistos ya de crampones o piolets de otras expediciones anteriores, Ruiz y su pareja se llevaron también botas específicas para realizar este trekking, cubrebotas, unas gafas de ventisca o unos frontales de mayor calidad para ver correctamente en la oscuridad. Cabe recordar que los montañeros que realizan este tipo de expediciones acostumbran a levantarse del saco a las 2.00 ó 3.00 horas de la madrugada, en medio de las tinieblas.

“Gusanillo” Tras la expedición al campo base del Everest, a la pareja le “picaba el gusanillo” de regresar a Nepal y el Mera Peak se convirtió a la postre en la opción elegida por ambos, porque además les permitirá superar “la barrera” de los 6.000 metros. Un reto especial para la pareja y también sumamente atractivo para los laboratorios, que volverán a colaborar con ella. “La investigación se podía seguir y les interesaba que probase los materiales con más altitud. El interés era mutuo, así que dejaremos el Mont Blanc para otra vez”, remarca Ruiz.

Por un lado, la aventurera volverá a experimentar con un sistema de telemedicina -Menadiab, de A.Merarini Diagnostics- con el que podrá enviar los datos médicos de sus glucemias al médico desde cualquier lugar donde se encuentre, vía bluetooth, a partir de un dispositivo provisto de Internet. Por otro, con un medidor continuo -el Dexcom G4, de Novalab- que indica el nivel de glucosa, su tendencia y su velocidad de cambio de forma actualizada para anticiparse, tomar decisiones y, así, evitar sustos. La marca Ternua le proporcionará por tercera vez toda la ropa deportiva necesaria. La aventura ya tiene fecha de salida y de regreso: la pareja saldrá el 10 de octubre rumbo a Katmandú, la capital de Nepal, donde hará escala para dirigirse a Lukla, donde se encuentra el aeropuerto de referencia para ascender a las cumbres del Himalaya, a casi 3.000 metros de altura. El trekking se extenderá durante más de 20 días, ya que el avión de vuelta está reservado para el 1 de noviembre.

Queda tiempo por delante, pero los expedicionarios ya han adelantado bastante trabajo al margen de comprar los vuelos. Entre otras cosas, se encuentran ahora inmersos en la contratación de los sherpas o de cocineros especializados. Porque a diferencia de la primera expedición al Everest, “esto no consiste en divisar un campamento base sino en dormir en él y también en otro de altura para alcanzar la cima”. Un reto mucho más exigente en el que deberán prevenir el temido mal de altura. “El trekking comienza por una zona muy poco turística, estaremos más aislados que en 2013, y vamos a alargar bastante la ascensión. La aclimatación es fundamental. No llegar a toda leche, porque el cuerpo te puede decir no”, expone la aventurera.

La mayor parte del recorrido atraviesa zonas poco habitadas, lo que permite a los visitantes conocer una preciosa región del nordeste de Nepal escasamente transitada salvo por este tipo de expediciones. El campamento base se ubica a 4.900 metros de altura y el reto, por lo general, incluye la instalación de un campamento de altura en el glaciar del Mera, a 5.650. Entre el campo 1 y la cima, los montañeros pueden disfrutar de algunas de las vistas más sobrecogedoras de las cumbres más altas del planeta, incluyendo el Kanchenjunga, el Chamlang, el Makalu, el Lhotse, el Cho Oyu o el propio Everest. Lógico si se tiene en cuenta que el Mera Peak es el más alto de los 18 picos de trekking que se alzan imponentes en esta zona.

La anterior expedición al Everest concluyó con éxito a pesar del enorme esfuerzo y, además, el equipo médico que controló a Ruiz desde la distancia concluyó que ni la insulina ni los materiales utilizados en altura sufrieron daños, lo que a la larga supuso abrir las puertas a numerosos diabéticos que quieran seguir sus pasos.

Por descontado, la pareja ya ha comenzado a prepararse físicamente de forma concienzuda para completar la aventura sin problemas, un exigente entrenamiento que incluye “tres o cuatro” salidas a correr por semana, el ejercicio con pesas o las salidas al monte de fin de semana, una actividad muy agradecida en este entorno. Ruiz vuelve de esta manera a sus orígenes, ya que su pasión por la montaña comenzó a fraguarse cuando ascendió por primera vez al Malmasín, el Ganeko, el Gorbea... Hasta que una escapada al Parque Nacional de Ordesa y el Monte Perdido, en el Pirineo Oscense, terminó por engancharla definitivamente a este mundo.

“Tenemos para elegir. El Gorbea, el Anboto... Además, en Semana Santa tenemos pensado ir a Pirineos”, asegura la joven. En abril, Ruiz también tiene previsto tomar parte en la media maratón de Bilbao, la primera vez que participará en una prueba de estas características. ¿Y más adelante? “Vamos a centrarnos en este momento, porque es un reto grande, con una altura importante. Ya veremos qué pasa en 2016, pero seguro que algo habrá”, pronostica la aventurera.