gasteiz - Fue en los convulsos años ochenta cuando nació el movimiento okupa, que bajo el paraguas de la reivindicación del derecho a la vivienda promovió la creación de gaztetxes y la generación de comunidades autogestionadas y con un fuerte trasfondo político y de transformación de la sociedad. Hoy día ese movimiento vive un resurgir, incluso en la propia Gasteiz, pero no todo el mundo que da el paso de recurrir a la patada en la puerta cumple con ese perfil.

En Vitoria el fenómeno de la ocupación tiene diferentes caras. Están quienes, como la plataforma Errekaleor Bizirik, han decidido de forma organizada y con un proyecto definido recuperar un barrio amenazado de derribo, pero también hay otro tipo de perfiles.

Hay, por un lado, personas de cultura nómada, familias gitanas procedentes de Rumanía que en su día estuvieron alojadas en las instalaciones habilitadas por el Ayuntamiento en Agirrelanda, y que tras su clausura se fueron a vivir a tiendas de campaña en la zona de Puente Alto. Cuando se desalojaron los pisos de Errekaleor vieron la oportunidad de vivir más confortablemente y ocuparon varias viviendas. Ahora, esas familias conviven en el mismo barrio con los miembros de la plataforma Errekaleor Bizirik y con los propietarios que aún se resisten al realojo y no se quieren marchar del barrio. Ayer la concejala del PNV Nerea Melgosa reclamó al Ayuntamiento vitoriano que habilite a los servicios sociales para trabajar con estas familias, pero la edil del ramo, Ainhoa Domaica, afirmó no poder actuar porque, dijo, entrar en esas casas supondría un allanamiento de morada aunque dentro no vivan los legítimos propietarios de las mismas.

Hay, por otro lado, otros perfiles de personas que deciden entrar a vivir a pisos vacíos. Según Melgosa, en los pisos de la Avenida de Olarizu han entrado familias con menores a su cargo que están allí, no tanto porque hayan hecho del nomadismo su forma de vida, sino porque no les queda otra. Residen allí sin agua corriente, ni luz, ni calefacción, y carecen de otra alternativa para dormir bajo techo. Por ello, Melgosa reclamó ayer que Vitoria vuelva a formar parte del programa Hábitat, que parte de la idea de proporcionar primero una vivienda a quien lo necesita y después poner en marcha el itinerario para su salida de la exclusión, una filosofía que nació en Nueva York y hoy aplican ciudades como Toronto, Amsterdam, París, Barcelona o Madrid. Gasteiz formaba parte de esa red, pero una factura impagada de 3.000 euros del pasado 2013 le dejó fuera.

Hay además otro punto de ocupación en el municipio. El propietario de una granja de Arkaute arrendó la misma a una persona que se ha dedicado a realquilarla a familias en dificultades económicas, lo que ha creado un submundo oculto tras un muro a un par de kilómetros de la Casa Consistorial, y en el que el Ayuntamiento también dice no poder actuar.

qué hacer Las casas ocupadas de Olarizu y Errekaleor son propiedad de Ensanche 21, la sociedad municipal que las adquirió a sus antiguos propietarios para luego proceder a su derribo y posterior construcción de un nuevo barrio. Sin embargo, la crisis paralizó estos planes de reedificación. Así, han coincidido en el tiempo la aparición de decenas de casas vacías, propiedad del Ayuntamiento, y el aumento de la miseria en la ciudad, dos circunstancias que tarde o temprano tenían que encajar la una en la otra.

Ahora Ensanche 21 debe decidir qué hacer. Con los propietarios legítimos de Errekaleor se ha llegado al último paso, la citación para firmar la renuncia a las viviendas, pero no hay decisiones tomadas con respecto a los okupas de toda condición que viven en sus pisos. Fuentes municipales explicaron ayer a DNA que no hay procedimientos abiertos contra estas personas, pero que en el próximo consejo de la sociedad se adoptará una decisión al respecto.