el encendido de las luces de Navidad anunció la llegada de las fiestas hace ya unos cuantos días, pero esta semana, en la que miles de gasteiztarras han iniciado unos merecidos días de vacaciones, las calles de la ciudad han comenzado a desprender el inconfundible color propio de estas fechas. Unas jornadas para estar en familia, entre amigos, para pegarse atracones y disfrutar de día o de noche, para regalar... en definitiva, de costumbres arraigadas que se repiten año tras año se tengan o no convicciones religiosas.
El fin de semana que acaba de concluir, por ejemplo, ha estado marcado por las numerosas comidas y cenas de empresa que han atestado los restaurantes y bares de la ciudad, todo un clásico al que ayer siguió la expectación por el resultado del sorteo de Navidad. La alegría llegó en forma de pequeños pellizcos, pero a quienes les esquivó la suerte no perdieron la ocasión de disfrutar de una animada jornada de compras, en el PIN recién inaugurado en la ciudad deportiva del Baskonia (BAKH) o en la pista de hielo de la Virgen Blanca.
Los niños son un ingrediente fundamental para estas fiestas, el colectivo que seguramente más las disfruta y, además, quienes más hacen disfrutar a sus mayores. Maite Narbaiza lo sabe bien desde que fue madre y disfruta también de la alegría de tres sobrinos. Ayer quedó a primera hora con su cuñada Zuriñe Felipe para tomar un café, por fin de vacaciones, un día después de iniciar las fiestas como ya es tradición en la familia celebrando el cumpleaños de su ama. “Siempre decimos que nos vamos a algún sitio, a Canarias por ejemplo, pero la familia tira”, confiesa Maite, que ya prepara con ilusión la llegada de Olentzero, “la noche más especial” en su casa. “Con un niño la Navidad no tiene nada que ver, es mucho más bonito”, añade la joven.
A Zuriñe le costó madrugar ayer más de la cuenta ya que el domingo tuvo su cena de empresa, pero tampoco tardó demasiado en ponerse en marcha. Estos días le toca disfrutar de familia y amigos, hacer compras y trasnochar, como de costumbre, la última noche del año, a pesar de que no es el día que más le satisface. “Salgo en Nochevieja por costumbre, pero no me gusta mucho porque hay demasiada gente en la calle”, advierte. En casa de Zuriñe el día más especial es sin duda el de Reyes, una jornada donde la familia queda pronto para desayunar, disfrutar de los regalos y, cómo no, del tradicional roscón.
El frío helador que durante la mañana de ayer dominó el ambiente en Gasteiz no impidió que decenas de niños y no tan niños decidiesen calzarse los patines para entrar en calor dando vueltas a la pista de hielo de la Virgen Blanca, todo un símbolo de la Navidad local donde tampoco faltan los visitantes de muchas localidades del entorno. Como la guipuzcoana Mónica Corredera, que como todos los años por estas fechas se escapa a Gasteiz con sus dos hijos cuando disfruta de una jornada libre. “Soy de Zumarraga, pero siempre venimos a la pista de hielo y nos quedamos el día entero aquí”, asegura.
el gordo “existe” Ayer volvieron a darse “un buen madrugón” para coger el primer tren de la mañana y, tras disfrutar del patinaje, aprovechar para hacer las últimas compras navideñas. “Últimamente hacemos los deberes pronto. La semana pasada adelanté bastante, pero algo queda todavía”, confesaba. Al igual que a Maite, a Mónica le entusiasma estos días “la ilusión de los críos”, aunque hace no mucho tiempo también ha tenido la suerte de vivir en primera persona una de las experiencias más intensas que a uno le pueden sorprender por Navidad: “Hace cuatro o cinco años le tocó el gordo a mi suegro. Parece que lo del sorteo es un montaje, pero de verdad existe”.
Eduardo Lazarraga observa desde la barrera la destreza de su hija Iria deslizándose por el hielo y no puede ocultar su orgullo de padre. También de vacaciones hasta el próximo 12 de enero, Eduardo está feliz por poder encadenar varios días de descanso para disfrutar de la familia. “Se agradece porque son fechas en las que gusta estar de fiesta. ¡Muy bien Iria!”, añade animando a su hija mayor. Para él, ver a sus pequeñas disfrutar de todo lo que rodea a las fiestas también es lo más agradable de la Navidad.
“Siempre falta alguien, pero habiendo niños te da otro ambiente”, remarca. Si tuviese que destacar algo que no le hace demasiada gracia estos días, Eduardo lo tiene claro. “Lo que menos me gusta es el consumismo exagerado en el que todos caemos estos días. Ese jaleo de las compras, que lo llevo cada vez peor, y las prisas”, confiesa.
De cara a las fechas clave de estos días, como sucede en la mayoría de las familias, Eduardo y su pareja se reparten en las inminentes comidas y cenas de Nochebuena, Nochevieja, Navidad y Año Nuevo. Iria, que se acerca a su aita patinando a la perfección porque también suele hacerlo sobre ruedas, no duda en optar por el hielo porque “es más divertido y te caes menos”.
Paseando por el centro de la ciudad y dispuesto a seguir disfrutando de estas fechas se encontraba ayer José de la Cruz Martínez, “cubano, vasco y vitoriano”, un torrente de alegría frente a los malos tiempos económicos y sociales que todavía acechan: “Con lo difícil que está todo no puedes vivir amargado. Hay que vivir sabrosón, porque si no estás perdido”. Para ayer, seguro que no había mejor plan que el de José, puro amor desde el otro lado del Atlántico. “El plan de hoy es felicidad. Pasar bien el día y estar bien con el pueblo. Estas Navidades vienen de corazón, las veo bastante bien”, celebraba.
Itsaso Martínez, gasteiztarra residente en Barcelona, donde está estudiando Psicología, también espera disfrutar estos días con alegría acompañada de familia y amigos, aunque con ese doble filo propio de estas fechas común a todos los jóvenes que estudian una carrera. “No las llego a disfrutar del todo porque pronto llegan los exámenes”, advierte la joven.
De cara a la Nochevieja, una de las citas más especiales de todos estos días, Itsaso apuesta este año por los bares, tras algún que otro cotillón. Lo mejor de estas fiestas, “volver a ver a familia y amigos, porque durante el año es difícil”. Lo peor, “esa obligación de tener que hacer un millón de regalos”. Ayer era un buen día para adelantar en este sentido, pero parece que el clima gasteiztarra no le ha sentado demasiado bien a Itsaso, quizá ya acostumbrada al aire del Mediterráneo. “Creo que me voy a ir a casa rápido, pero quedan bastantes días para aprovechar por delante”.