gasteiz - El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, salió ayer en defensa del chófer de Tuvisa que negó el acceso a un autobús de la línea 3 a una mujer que llevaba un velo integral. El alcalde acusó a “los de siempre” de querer “criminalizar” al conductor, que al día siguiente de este hecho emprendió una campaña de recogida de firmas en su turno de trabajo. Maroto incluso baraja modificar la normativa de la empresa pública para que nadie pueda subir al autobús con el rostro cubierto. “Habrá que hacer algo”, dijo ayer el primer edil, quien señaló que aún no hay novedades con respecto al expediente abierto al chófer, de quien dijo que no demostró un comportamiento “xenófobo”, sino que actuó así por una cuestión de seguridad. “Vamos a permitir que se explique”, señaló.
De hecho, aún se está en la fase en la que el conductor debe pronunciarse por escrito “sin la presión a la que ha sido sometido”, antes de adoptar “medidas concretas” con respecto a lo sucedido. En todo caso, “debería existir una normativa que permita reconocer a los usuarios”, dijo el alcalde, quien manifestó que “en toda Europa” se obliga a llevar la cara descubierta a los usuarios del transporte público. En todo caso, tal y como propio primer edil señaló, no le corresponde a él, sino al consejo de administración de Tuvisa, adoptar una decisión que más allá de satisfacer el clima social del momento, planteará problemas cuando se celebre Halloween o Carnaval y los usuarios quieran acceder disfrazados al autobús.
Presión mediática Maroto, al que ayer le costó posicionarse con respecto a esta espinosa cuestión, admitió que la recogida de firmas “no es su función”. Eso sí, “hay que ponerse en el lugar de esa persona”, de quien insistió en que había sido sometido a una enorme “presión mediática”.
En ese sentido, Maroto afeó a los grupos municipales la urgencia con la que convocaron la Junta de Portavoces tras conocerse los hechos, y aseguró que una vez los contrastaron, la reunión se celebró en “un tono distinto”.
Este nuevo episodio de polémica con respecto a los extranjeros que residen en Vitoria comenzó el pasado día 6. Alrededor de las 11.00 horas, el autobús se detuvo en la parada de la plaza de San Antón y allí trató de subir por la puerta de atrás una mujer que iba completamente vestida de negro y con un velo integral. El chófer se negó a dejarla subir, contraviniendo las normas de Tuvisa, que establecen el veto únicamente a usuarios que molesten a los demás, que porten explosivos o sustancias peligrosas, que lleven bultos que ocupen demasiado espacio o que vayan acompañados de animales, a no ser que sean personas invidentes con un perro guía.
Al acabar su jornada, el chófer comunicó a la gerencia que no había dejado pasar a la mujer por miedo, y al día siguiente emprendió una campaña de recogida de firmas en el autobús, retrasando el servicio, y según contaron testigos presenciales visiblemente alterado e incluso faltando al respeto a una mujer de color. Él negó que su iniciativa tuviera carácter racista en ETB, y ayer Maroto dio por buena la versión del chófer. El alcalde aseguró que parte de los conductores de Tuvisa respaldan a su compañero, así como los usuarios del autobús urbano.
Clima enrarecido El episodio del autobús ha venido en enrarecer aún más el ambiente en una ciudad donde la convivencia con las comunidades extranjeras se ha convertido prácticamente en el único tema de conversación desde que Maroto emprendió la campaña sobre el fraude en la RGI. Aunque cuenta con el rechazo tajante de todos los grupos políticos salvo el PP, el alcalde ha seguido adelante con su espiral de declaraciones, subiendo o bajando el tono en función de las circunstancias.
El alcalde culpó a marroquíes y argelinos de venir a Gasteiz a vivir de las ayudas y de no querer trabajar, sabedor de que es un mensaje que cala en la ciudad, porque de hecho ya experimentó con esta estrategia en la anterior campaña electoral, cuando atacó a un grupo de musulmanes que quería instalar una mezquita en Zaramaga. Ya como alcalde, acuñó la famosa expresión de las “zapatillas de Prada”, acusando a los perceptores de ayudas sociales de vestir ropa de marca.
Posteriormente Maroto sacó adelante una ordenanza exclusiva para comercios regentados por ciudadanos extranjeros, levantando sin pudor la sospecha sobre las “actividades delictivas” que a su juicio se desarrollan en los locutorios por el hecho de que tuvieran los escaparates cubiertos con carteles. Finalmente la ordenanza se dulcificó para conseguir el apoyo del PNV a su propuesta.
6 de noviembre. Una mujer que vestía un velo integral trató de subirse al autobús, por su puerta trasera, en la plaza de San Antón. El chófer se lo impidió, y dijo a la gerencia de Tuvisa que lo hizo por miedo.
7 de noviembre. Durante toda la mañana, el conductor estuvo recabando firmas para prohibir el paso a personas “encapuchadas” a los autobuses públicos de Gasteiz, lo que retrasó el servicio. El conductor, visiblemente alterado, según testigos presenciales, obtuvo el respaldo de parte de los viajeros y, según él mismo, de sus compañeros.
El alcalde salió ayer en defensa del chófer que prohibió el paso a una mujer con velo integral.
Maroto defendía ayer que el chófer no actuó guiado por prejuicios xenófobos.
Maroto es partidario de prohibir el paso a los autobuses públicos a cualquier persona que lleve el rostro cubierto.
El alcalde asegura que es habitual obligar a la gente a ser identificable en los autobuses.
Para el primer edil vitoriano, el miedo manifestado por el conductor justifica su actuación.
Tuvisa ha abierto un expediente al chófer.