vitoria - José Ángel Cuerda, primer alcalde de la democracia de Vitoria, vio nacer el actual sistema de ayudas. Un modelo que, pasados más de treinta años, “necesita una actualización”. Afirma la mayor sin tapujos, convencido de la necesidad de analizar tanto la situación de Lanbide como de los servicios sociales municipales, lastrados por el exceso de trabajo y de burocratización. Eso sí, tiene igual de claro que la campaña iniciada por Javier Maroto no es la forma de conseguir mejoras. Las propuestas del PP para modificar los requisitos de acceso a la RGI se sustentan en que “los magrebíes vienen a vivir del cuento”, un dogma que él no puede ni quiere compartir. “La solidaridad es un valor supremo. Y nuestra respuesta ante la inmigración debe ser de acogida cordial, respetuosa, integradora”, sostiene.
¿Qué cree usted que pretende Javier Maroto al proponer una modificación de requisitos de acceso a la RGI? ¿Mejorar la ley, ganar votos, favorecer al autóctono...?
- No sé cuáles son sus pretensiones, pero está expresando su forma de pensar, de entender la política y la manera de ejercer la Alcaldía. Hay quienes dicen que su objetivo es electoralista. No lo sé... Quiero pensar que cuando se ocupa un cargo de responsabilidad lo que se procura es el bienestar de los ciudadanos y que nuestro alcalde está pensando en ello, en el bienestar de todos los ciudadanos, de todos los que residimos aquí al margen de procedencias, pero...
¿Pero esa búsqueda del bienestar casa con las consecuencias que el discurso del alcalde está teniendo en la calle?
- Bueno... Es que la búsqueda del bienestar de todos los ciudadanos es mi concepto de política. Otra cosa es que sea el de otros. Lo que sí he constatado es que, como consecuencia de esos planteamientos, está surgiendo cierta división y cierta radicalización. Ya ha ocurrido en otros lugares, como en Sestao, en Badalona, o en otros países como Francia. Me preocupa mucho. Vitoria siempre ha sido una sociedad abierta, acogedora e integradora. Pero discursos así pueden crear comportamientos xenófobos, radicalmente egoístas, generando una ruptura de lo que es el anhelo de todos: la más amplia cohesión social, la cooperación en común para procurar una vida mejor para todos. Confío, no obstante, en que esos pensamientos y actitudes radicales sean los menos posibles. Y también quiero pensar que esas personas tienen en el fondo un sentimiento claro de lo que es la solidaridad y la fraternidad universal.
¿Los magrebíes vienen a vivir del cuento?
- Conozco a muchos marroquíes y argelinos. Y ninguno ha venido a vivir del cuento. Aquí la gente viene a buscar un derecho básico y fundamental, que es el derecho del bienestar. Es gente que viene de sitios donde la vida es insufrible y aspira a tener un lugar donde pueda vivir dignamente, donde derechos básicos como la salud, la educación, la vivienda o el trabajo sean una realidad. El tema de la inmigración no es un tema de Vitoria. Es un fenómeno universal, históricamente constante, y que va a continuar. De los 190 países que formamos el mundo, más de 40 están en un grado de desarrollo humano alto pero hay otros muchísimos que lo tienen muy bajo. Así que es lógico que esas personas quieran salir de su infierno. Y por parte nuestra, la respuesta debería de ser la acogida cordial, respetuosa, integradora. Que no haya un nosotros y un ellos. Todos unidos.
¿Quiénes son ésos que, como dice Maroto, se merecen las ayudas?
- Ese concepto no lo puedo usar. No se trata de un problema de ayudas, sino de derechos. El derecho a vivir con dignidad. Y la dignidad es un valor absoluto que no se pierde nunca.
Pero ese discurso suyo es el que dice Maroto que se ha quedado anclado en criterios solidarios del pasado que ya no valen.
-Yo no sé si estoy anclado, pero de quedarme anclado en un criterio me encantaría que fuera el de la solidaridad. ¿Del pasado o del futuro? La solidaridad es, para mí, el valor supremo. Lo ha sido antes y lo seguirá siendo. Otras personas tienen otros criterios, otros puntos de vista. No digo que sean ni mejores ni peores. Sólo distintos. Pero lo que yo me pregunto es: ¿cuál es el principio que sustituye a la solidaridad en las políticas del señor Maroto? Siendo como es nuestro alcalde, me gustaría saberlo .
¿Qué le parece que un político recurra una herramienta cien por cien ciudadana como es la ILP para impulsar sus propósitos?
- Cuando uno no tiene acceso al Parlamento y está defendiendo una causa, bien está que desde el movimiento social se creen iniciativas populares. Pero el señor Maroto es parlamentario, por lo que si quiere hacer una modificación de la Ley sólo tiene que presentar la propuesta en la Cámara. Sin embargo, ha optado por la ILP. Supongo que se trata de encontrar un apoyo social, independientemente de que el asunto llegue o no al Parlamento. Él ha hablado de 30.000 firmas. Mi sensación es que lo que quiere es que 30.000 vitorianos le apoyen para que se comprometan ahora con él, pero también después, el año que viene con las elecciones. Yo creo que intenta adelantar el voto de muchas personas... Porque, desde mi punto de vista, si realmente desea hacer una modificación de la Ley, bastaría con que lo hiciera de la mano de su partido. Algunos llamarán a eso electoralismo... Yo no voy a decir eso, pero está claro que para él esta ILP puede suponerle un respaldo vital. Un respaldo, a mi juicio, muy penoso. Me entristecería que 30.000 personas pensaran de ese modo. Estaríamos quebrando una cohesión social que es fundamental.
Lanbide ha reconocido un 1% de fraude, asociado a fallos administrativos principalmente. ¿Al menos la campaña de Maroto puede servir para que desde el Gobierno Vasco se establezcan mejores medidas de control para la gestión del dinero?
- La gestión de la ley que regula la RGI es mejorable, sin duda. Son muchas miles de personas las que reciben la ayuda, muchos miles de expedientes... Y es lógico que en la tramitación haya deficiencias y que, a lo peor, gente que no tenía derecho a la prestación la ha recibido y viceversa. Puede que Lanbide necesite más personal o personal con más preparación... Y hay otro tema importante, con el que tal vez no esté de acuerdo con el señor Maroto, que es la relación con los servicios sociales municipales. Todo este sistema se estableció hace más de treinta años y la sociedad vitoriana hoy no es la misma, por lo que hay que ponerlo al día desde la misma base. Noto en trabajadoras sociales con las que tengo buena relación una gran desmotivación, una excesiva burocratización... Necesitamos un nuevo sistema, una actualización, una puesta al día. Y, a la vez, tiene que haber una íntima cooperación entre todas las instituciones. Si trabajaran los servicios municipales con Lanbide y Educación, creo que daríamos un paso muy importante a la hora de garantizar a los ciudadanos ese mínimo indispensable de bienestar. Ahí es donde hay que poner el acento. No en planteamientos que provocan división.