emprender es un camino largo e intrincado, pero cuando las oportunidades laborales escasean, y además los compañeros de trabajo van a ser los amigos, los baches se salvan con facilidad. La carretera, por muchos obstáculos que surjan, llevará seguro a un buen destino. Julen, Imanol, Taig y Jennifer son un buen ejemplo -"un mensaje de esperanza para cualquier chaval que tenga una buena idea", como bien apunta Taig-. Estudiantes todos de la Universidad del País Vasco, los cuatro han encontrado una curiosa -y exitosa, vistos los resultados- vía por la que adentrarse en el mundo laboral.

Un proyecto, al que bautizaron como South And Roll que surgió "sobre todo por necesidad". La idea es sencilla. Reunir a un grupo de chicos y chicas de Euskadi que quieran sacarse el carné de conducir y llevarles a pasar un mes en Granada, donde además de acudir a una autoescuela comparten piso y vivencias durante esas cinco semanas. Un método exprés para obtener la L con el que, en su primera edición, que tuvo lugar el pasado año, catorce de los diecisiete jóvenes que fueron consiguieron regresar a casa con carné.

Este año repiten iniciativa -todavía hay tiempo para apuntarse a través de www.southandroll.com, pues el plazo finaliza el día 22- congregando a los interesados del 25 de junio al 25 de julio en la bella ciudad andaluza. Por 1.300 euros, el precio incluye el viaje de ida y vuelta, el mes de alojamiento en Granada, en el barrio del Albayzín, las clases teóricas en la autoescuela además de veinte clases prácticas y el examen final, con tres convocatorias.

"No podemos garantizar que la gente se vaya a sacar el carné, pero sí que van a vivir una buena experiencia en la que van a estar acompañados de otros jóvenes que van también dispuestos a ayudarse entre todos en las clases", explica Taig. Según un estudio de Facua, organización nacional de consumidores, publicado el pasado mes de enero, la ciudad más cara para sacarse el carné es ahora mismo Logroño, donde el precio de media ronda los 1.113 euros. La más económica estaría en Galicia, en A Coruña concretamente, con 537 euros.

Como buen emprendedor, antes de poner en marcha South And Roll, uno de ellos, Julen Iturain, viajó a Granada para vivir en primera persona la experiencia que tenían pensado ofrecer a los jóvenes tiempo después. "Tenía que sacarme el carné y quería estar tranquilo. Me fui a Granada y allí busqué una autoescuela a la que apuntarme y que estuviera dispuesta a colaborar con nosotros en el futuro. Tardé 25 días en sacármelo. Me enamoré de la ciudad hasta tal punto de que ahora la llevo tatuada", recuerda Julen, que a sus 21 años responde directo y explícito cuando su interlocutor le pregunta qué le llevó a lanzarse a emprender con sus tres amigos de la UPV.

"Nos resultaba más duro estar meses y meses con un título y un currículum en la mano, llevándolo aquí y allí sin que te salga nada, que lanzarnos a hacer algo por nuestra cuenta", asume mientras su compañera Jennifer asiente con la cabeza. Forjada la idea, el primer movimiento era buscar en cualquier lugar a los chicos y chicas interesados en formar parte de la primera aventura en la ciudad de La Alhambra. "Creamos la página web, los perfiles en redes sociales, y nos dedicamos a recorrernos las facultades dando a conocer nuestro proyecto. Hacíamos fotos a los alumnos con un carné gigante y luego las colgábamos en Facebook. Trabajamos como trabaja nuestra generación", explica Jennifer Besga, estudiante de Publicidad de 21 años.

autoescuelas en guerra Pero, como en cualquier negocio que asoma por primera vez la cabeza al mundo, no todo iban a ser facilidades. Cuando el boca a boca empezó a funcionar y su proyecto de emprendizaje salió a la calle, a las autoescuelas de Euskadi nos les hizo ninguna gracia saber que, aunque pocos, iban a perder clientes entre los jóvenes vascos que se habían apuntado a pasar esos 30 días sacándose el carné en Granada.

De la noche a la mañana empezaron las llamadas o las amenazas de denuncias por una iniciativa que consideraban ilegal. "Un día me llamaron de una autoescuela de Donostia, cuyo nombre no voy a decir, para asegurarme que habían estado informándose y que lo que hacíamos era totalmente ilegal, que iban a tomar medidas contra nosotros. Al final después de un rato hablando con ellos acabaron ofreciéndose prácticamente a ser nuestros socios. Fue muy curioso", recuerda el gasteiztarra Imanol López, estudiante también de Publicidad en el campus de Leioa de la Universidad del País Vasco.

Los recelos de las autoescuelas vascas no parecen haber cesado, aunque de cara a esta segunda edición los impulsores de South And Roll trabajan para limar asperezas con una industria que, como muchas hoy en día, también recibe con gesto torcido todo lo que suponga un cambio -y una amenaza- para su modelo de negocio. Incluso aunque se trate de unos veinteañeros. "Intentaron quitarnos de encima por todos los medios. Somos cuatro chavales. No hacemos esto para hacernos ricos", sostiene Taig Mac Carthy, de 24 años, mientras su compañero Julen incide en este aspecto.

"El volumen de gente que podemos mover nosotros no pude suponer un peligro para las autoescuelas, aunque también hay que decir que hablamos de un sector que no ha cambiado absolutamente nada en cincuenta años. Se han sentido amenazados porque para ellos es como tener una tienda de discos y de repente ver que Internet lo cambia todo", resalta Julen, que sin embargo espera que entre su proyecto y las autoescuelas de Euskadi las aguas vuelvan pronto a su cauce.

Así las cosas, los participantes en la segunda e inminente edición de South And Roll cuentan ya las horas para desplazarse juntos a Granada y pasar un mes a medio camino entre unas vacaciones y la búsqueda de un objetivo por cumplir. Acaben o no con la L de color verde en el equipaje de vuelta, seguro que los chicos y chicas vascos que intentarán sacarse el carné durante ese mes vivirán una gran experiencia entre test de conducción, tapas, sol, clases prácticas por las calles granadinas y, cómo no, un poco de fiesta para celebrar la obtención del ansiado carné.

primer reto como adultos "Para la mayoría sacarse el carné es su primer reto como adultos, pero los que van son mayores y nosotros no estamos con ellos como si fuéramos unos monitores. Les ayudamos y les echamos una mano en lo que necesiten allí. Somos más unos facilitadores. Además los profesores de la autoescuela de Granada se han involucrado muchísimo con el proyecto y desde antes de ir ya les echan una mano, por lo ideal es que vayan desde aquí con la parte teórica muy preparada", subraya Taig. De hecho, en la ciudad andaluza se prestan incluso a abrir los fines de semana en caso de que algún alumno lo necesite, o ayudarles fuera de las clases para que en el mes establecido puedan cumplir su objetivo.

Mientras llega la hora de partir el próximo día 25, estos cuatro jóvenes emprendedores de la UPV ultiman ya los preparativos para que la segunda edición de South And Roll salga tan bien o mejor que la del año pasado, donde por cierto surgió una pareja entre los alumnos participantes -"espero que nos inviten a la boda", confían entre risas estos emprendedores-.

Para el futuro, porque tienen claro que en 2015 habrá una tercera cita, confían en aumentar aún más el número de chicos y chicas aunando también a gente de fuera de Euskadi que se anime a apuntarse a este viaje rumbo al Sur tras el que, si todo va bien, no necesitarán volver haciendo dedo y podrán hacerlo en sus propios coches. Y todo gracias a un grupo de estudiantes que, en lugar de quedarse sentados, decidieron un día lanzarse a crear un proyecto de la nada por su cuenta y riesgo. Taig, Jennifer, Imanol y Julen lo han conseguido. El presente, y por supuesto el futuro, es de ellos.