vitoria - Propietario del restaurante Zaldiaran, que justo mañana celebra su 30 aniversario, de cuatro bodegas y de unos cuantos negocios más, Antón (Miranda de Ebro, 1950) disecciona la actualidad en un receso de su frenético día a día. Para ello elige "un pulmón muy vitoriano", Armentia.

¿Salir al campo es su mejor terapia?

-A mí me llena mucho. Hoy por ejemplo, si tengo un hueco y hace bueno, saldré a dar un paseo. Suelo ir solo y me sirve para reflexionar. Me relaja, porque estoy siempre en tensión. Además, como comes y bebes bien, hay que quitarse peso (ríe). Antes teníamos una cuadrilla e íbamos todos los jueves a hacer cinco horas de monte. También he hecho parte del Camino de Santiago tres veces.

Desde luego en Vitoria lo tiene fácil para caminar, pero ¿qué otras cosas destacaría de la ciudad?

-Vitoria es una ciudad para pasearla, extraordinaria en el aspecto urbanístico, pero un poco triste a la hora de salir por la noche. De lunes a jueves está muerta. Es poco divertida y le faltan muchas cosas. Al final lo compensas con lo fácil que es poder caminar por cualquier sitio y lo agradable que es. Eso los políticos sí lo han trabajado bien.

¿Qué haría para mejorarla?

-A 60 kilómetros tenemos Bilbao y es una ciudad completamente distinta. Voy mucho allí y ha tenido una metamorfosis extraordinaria en los últimos 12 años, pero nosotros nos hemos quedado parados. Ahí los políticos se han puesto de acuerdo para hacer cosas importantes y es lo que aquí nos hace falta, que sumen juntos para traer iniciativas que den valor añadido.

¿Por ejemplo?

Algo que sea emblemático para la ciudad. Aquí los políticos se pelean en un cuadrilátero y no ven que hay cosas más importantes. Es fácil criticar a la clase política, pero no hemos sabido ni quitar las vías del tren... O mira el Artium, que entras al sótano a dejar el coche y te echa para atrás. Una opción podría ser crear una ciudad o una universidad del vino, un buque insignia. La gente ahora prefiere lo cultural antes que ir a la playa.

Hablaba del soterramiento, ¿cree que esta obra es necesaria?

-Económicamente ahora es imposible. Yo habría llevado la estación al lado del aeropuerto con unas lanzaderas a la ciudad para evitar una obra súper millonaria que no tendría amortización ni a medio ni a largo plazo. Todo lo que sea mejorar es importante, como podría ser también tener un buen palacio de congresos. Pero es que ves el presupuesto de Ana Lasarte en Turismo y llega para hacer un pintxo-pote. Vitoria es una de las ciudades menos conocidas por estadística. Pongámonos en el mercado, dotemos de presupuesto a Turismo y empecemos a traer iniciativas importantes, no subvencionar a nadie. Con la Capital Gastronómica espero que se hagan cosas, pero hace falta un coche que tire y sepa de qué hablamos

¿No se le está sacando jugo?

Sin entrar en profundidades, falta una persona que sepa cómo tiene que funcionar esto, un broker. Ir a por subvenciones, ayudas, traer prescriptores de fuera y hacer iniciativas ingeniosas. No sirve de nada hacer una foto de portada en un periódico y decir que tenemos la capitalidad. Eso es lo que critico, como ciudadano y hostelero. Yo pido otra cosa distinta. Hay que buscar las personas que lo lleven, especialistas. Si no, no va a funcionar.

No le veo muy positivo.

-Que te den una capitalidad está bien, pero nos falta un plan director y la persona que lo va a llevar. Esas dos cosas son esenciales y si no las hacemos estamos muertos.

¿Ve cercano el final de crisis o cree que el camino todavía es largo?

-Yo no lo veo cercano. No quiero ser pesimista, pero creo que nos va a costar cuatro o cinco años más tener el pulso normal. Y lo que hemos destruido nos va a costar mucho más tiempo recuperarlo. Esa gente que se ha empobrecido, esos abuelos que se han hipotecado por los hijos o esa destrucción de empleo nos va a llevar a un sufrimiento de ocho o diez años más. Espero equivocarme. Lo mejor que podemos tener es que haya euforia en el mercado y que la gente tenga trabajo, porque eso subirá todo.

¿Qué se podría hacer para darle un empujón a la situación?

-Que las instituciones apoyen más a la empresa. Sobre todo, porque hay unos costes indirectos de la Administración que es difícil que las pequeñas empresas podamos soportar.

¿Es viable una capital 'green' y gastronómica sin aeropuerto?

-Yo soy partidario de que Euskadi debería haber tenido sólo un aeropuerto. Foronda parece el aeropuerto de mercancías, pero alrededor tenemos cinco o seis más y no hay público para todos. Una empresa se mueve por su cuenta de resultados. Aquí viene una compañía y a los tres meses no salen los números. El aeropuerto que tenemos hay que potenciarlo para lo que pueda si tiene un fin que la economía lo puede aguantar.

¿No ha supuesto la pérdida del H24 su sentencia de muerte?

-Está muerto porque no hay demanda. Y esto es igual que cuando tienes establecimientos y la gente no viene. Algo falla. No funciona el de Vitoria pero tampoco los del Burgos o Logroño. Son deficitarios. Y lo que es deficitario hay que quitarlo hoy para desplazar ese dinero para los parados o para lo que sea. Es cuestión de que salgan los números. Yo lo siento por los puestos de trabajo, pero las cosas que se hacen con subvención y con pérdidas anuales no tienen futuro.

Una pregunta obligada para un mirandés afincado en Vitoria, ¿Garoña debe reabrir?

-No tengo un criterio muy claro al respecto. La zona de allí quiere que siga, porque económicamente le va bien, pero nadie queremos que nos pongan un vertedero en nuestra casa, aunque sea necesario. Lo más popular es decir que no, pero no tengo un criterio. Si tiene las normas de seguridad suficientes... No me voy a pronunciar.

¿Cómo ha vivido el debate del alquiler de su local de San Antonio?

-No quiero entrar en matices, pero veo que no se han dicho realidades. He leído que al Ayuntamiento le va a costar 8 millones de euros. Pero si yo multiplico 14.700 euros por doce meses y 17 años que quedan, pueden quedar 2,2. No me salen las cuentas. Y otra cosa es lo de los 600.000 euros de renta anual. Eso pasa por no leer el contrato o buscar cifras explosivas. La obra la he tenido que financiar yo como empresario, que no es normal, durante cinco años, que por cierto todavía no me la han pagado. Son 25.000 euros al mes por esa obra, una cuota de mercado. ¿Le interesó al Ayuntamiento? Nadie le puso en un aprieto para firmar el contrato.