cabreo. Esther Sáez de Argandoña, propietaria de Cosquillearte, sólo pide una cosa. "Que me dejen trabajar". Lo dice por la falta de sensibilidad que tienen con el autónomo y con el pequeño comerciante las autoridades municipales, incapaces de ver las necesidades de los estos trabajadores. En su caso, una multa por tratar de descargar su equipo de trabajo ha colmado el vaso. Pero cuidado, porque es de armas tomar. Foto: Alex Larretxi