gasteiz - Una decena de bebés, junto con madres, padres o abuelos, insuflaron ayer vida a la nueva haurreskola de Mariturri, un día después de que el recinto fuera inaugurado por las autoridades municipales. En un barrio como Zabalgana, donde nacen más de 500 menores todos los años, la apertura de una nueva escuela siempre es una buena noticia, pero la verdadera necesidad del barrio es la construcción de un colegio donde puedan recibir su educación reglada todos los niños que, de momento, van a tener que contentarse con acudir a la enseñanza concertada o acudir a una escuela pública lejos de su hogar y su entorno.

Sonia Santano cuidaba ayer de su hija Larraitz en el primer día de adaptación de la pequeña, que por cierto parecía perfectamente habituada al lugar donde vivirá sus primeras experiencias educativas. Sonia es miembro activo de la nueva asociación que se ha creado en el barrio para crear una nueva escuela, y aunque agradece que al menos su hija tenga plaza en la nueva guardería, cree que el barrio necesita una solución integral.

"Hay tanta demanda de niños en el barrio que no hay plazas para todos. Hablas con Educación, y aunque a mí personalmente no me lo han dicho, están sugiriendo que les lleves a colegios concertados, y habrá muchos padres que lo hagan, es respetable, pero nosotros queremos dejar a los nenes en colegios de barrios, como estuvimos nosotros, y no podemos porque no hay plazas", denuncia.

Sonia y su pareja trabajan fuera de la ciudad y tienen que coger el coche para desplazarse a diario a sus puestos, y ve imposible tener que añadir a este día a día otros dos o cuatro desplazamientos diarios para llevar a su niña a la ikastola. "Yo no estoy dispuesta a moverme en coche toda la vida escolar de mi niña para ir a buscarla y recogerla, se haría lo que se tuviera que hacer, pero es inviable, y yo no me veo cogiendo el autobús, esto no es Barcelona", afirma.

En cuanto a la nueva haurreskola, Sonia explica que al principio llevó a su niña a un centro privado. "He tenido la suerte de que me la cojan, pero en su día hicimos la solicitud para el cole y estamos fuera, y lo que me han dicho es que espere a el 9 o el 10 de abril, que salen las plazas de las segundas y terceras opciones", señala. Otra opción es matricular a su hija en otra haurreskola de Zabalgana que admite a niños de dos a tres años, "pero luego te quedas colgado otra vez". Es pan para hoy hambre para mañana. "Puedes tenerla un año para ver si se construye algo aquí, pero no hay nada planificado, y eso es lo que pedimos a gritos los padres del barrio, un colegio a partir de dos años".

como en salburua Para lograr ese objetivo se ha creado la Asociación por un colegio del barrio, de la que forma parte Sonia. "En Salburua el año pasado hicieron lo mismo un grupo de padres y ahora se está construyendo un colegio, así que si es lo que funciona adelante con ello", afirma la ama de Larraitz.

Asier Aginako también ha entrado hoy por primera vez en la haurreskola de Mariturri para participar en la adaptación de su hijo al entorno preescolar, y lo cierto es que está muy satisfecho con las instalaciones de un centro amplio, luminoso, lleno de juguetes y forrado de goma para dejar que los pequeños satisfagan su curiosidad y aprendan a aprender sin peligros.

Eso sí, la haurreskola le pilla un poco lejos de casa. "Estoy a veinte minutos porque vivo en la otra punta del barrio, pero es mejor que lo que me ofrecían antes, que era irme a Lakua, desde luego", explica Asier, quien asegura que en casa aún no se han preocupado por buscar colegio para su hijo. "No hemos mirado todavía nada, salió esto, entró, y nos dijeron que el año que viene también se puede quedar, así que luego ya veremos", señala.

Mari Luz Bustamante vive sola en Rivas de Tereso, muy cerca de Labastida, desde que su compañero fue diagnosticado de un grave caso de cáncer que le mantiene hospitalizado en Santander. Por eso, y aunque ha tenido que refrescar sus conocimientos de conducción y se ha tenido que hacer con un coche de segunda mano para venir a Gasteiz, colaborar en la adaptación de su nieto a la guardería está suponiendo para ella toda una terapia.

"El niño ayuda, me los traen también a Rivas al él y a su hermana", explica Mari Luz, satisfecha con infraestructuras como la nueva haurreskola de Mariturri. "Si no fuera por estos sitios y por los abuelos no sé que pasaría con los niños, mi hija se enteró de que abrían esta guardería y lo apuntó", señala la mujer.

Esta familia ha tenido más suerte que Sonia y que los centenares de niños y niñas que no tiene plaza en los colegios del barrio; Neizan ya tiene un hueco en Zabalgana para el año que viene.

Eso sí, su hermana tiene que ir todos los días a la ikastola Pedro Ignacio Barrutia de Sansomendi. "El compañero de mi hija trabaja de noche, y ella se va a trabajar por la mañana, pero antes se lleva a la niña al colegio, que está a dos kilómetros", explica Mari Luz, que ya piensa en la forma de llegar a este centro. "Igual algún día me toca ir a por ella", augura.