El registro de parejas de hecho, hito vitoriano, cumple 20 años
Cuerda fue pionero al lanzar una medida que buscaba equiparar a los gays
vitoria - José Ángel Cuerda conserva aún todos los artículos periodísticos y cartas que suscitó su decisión de crear un registro municipal de parejas de hecho en Vitoria. Son un montón. "Más de cien seguro", dice. Algunos le dirigen elogios. Muchos escupen aceradas críticas. En 1994, no todo el mundo se encontraba preparado para semejante revolución. La medida del entonces alcalde gasteiztarra fue pionera en el Estado y convirtió la ciudad de los curas y militares en icono de la defensa de los derechos sociales. Hoy, veinte años después de aquel trascendental paso, esta modalidad de alianza es una alternativa más y está absolutamente normalizada. En Álava, hay miles de parejas unidas por este tipo de compromiso, idóneo para los alérgicos a la parafernalia nupcial o a los juzgados. Y eso que, en su origen, la motivación principal fue bastante más profunda: ofrecer un trato igualitario a las parejas gays que quisieran oficializar su vínculo.
Con la aprobación del matrimonio homosexual de la mano del Gobierno de Zapatero, aquel primer gesto parece ahora un juego de niños. Hace dos décadas, sin embargo, fue un paso muy atrevido. "Creo que los alcaldes han de pasar todas sus propuestas por el Pleno, pero en ese caso no lo hice, porque sabía que podía no salir adelante, y yo estaba convencido de que era una medida absolutamente necesaria", admite su artífice. Sin ni siquiera consultar a su partido, el ex regidor vitoriano aprobó un decreto de Alcaldía y el 28 de febrero de 1994 nació el registro municipal de parejas civiles. Inmediatamente, medio mundo se hizo eco del bombazo. Un recorte de un periódico chino atestigua la brutal repercusión. Y hubo una tormenta de reacciones. En casa, el PNV apoyó la decisión, aun dejando claro que no le habían gustado las formas. También el PSE respaldó la iniciativa. Por contra, PP, Alianza Popular y Unidad Alavesa mostraron su más rotundo rechazo. "Hay una noticia de pocos días después, del 6 de marzo, en la que los populares me acusan de violar la dignidad y el recato de Vitoria", afirma Cuerda.
Tal fue la magnitud de su resolución que le llovieron críticas hasta de Juan Pablo II. En una visita pastoral por Argentina, preguntado por la cuestión, aquel Papa tachó la decisión del mandatario vasco como un intento de "legitimar el desorden moral". Heterosexuales o gays, esos vínculos no podían ser considerados familias a ojos de la Iglesia. Así se lo intentó hacer ver el entonces obispo de Vitoria, José María Larraun, quien envió al artífice de la revolución una carta "muy respetuosa y cariñosa, pero dejando bien claro su total desacuerdo". Cuerda no se amilanó, aupado a su vez por cientos de alabanzas. "Me llegaron entusiastas misivas de muy distintas personalidades, de colectivos gays y del propio ministro Belloch, dispuesto a que este registro fuera el detonante para el cambio". Ahora, el exalcalde echa la vista atrás y se topa "con la gratificación de ver que finalmente las cosas fueron avanzando".
La medida de Cuerda fue el aldabonazo que facilitaría posteriores progresos, como la aprobación del matrimonio gay, con más efecto del que su autor jamás hubiera esperado dadas las limitaciones que conllevaba. "Sólo tenía validez dentro del propio municipio. La propia unión y las oportunidades otorgadas, como el acceso a ayudas sociales o a programas de viviendas en igualdad de condiciones, no se contemplaban fuera", explica el ex primer edil. Lo importante, no obstante, es que Vitoria abrió el camino a nuevos y mejores intentos. Cuatro años después de la creación del registro gasteiztarra, Cataluña se convirtió en la primera autonomía en aprobar una Ley de Parejas de Hecho que equiparaba los derechos legales, económicos y sociales de los matrimonios y las uniones extraconyugales, y contemplaba la adopción, aunque no para los gays. En 1999 le siguió Aragón. Y en 2000 Navarra, comunidad que universalizó la posibilidad de adoptar niños independientemente del sexo de los padres potenciales.
Era cuestión de tiempo, poco, que el Gobierno Vasco tomara el testigo. Lo hizo en el año 2003 con la aprobación de la Ley de Parejas de Hecho, la cual garantiza buena parte de los derechos que tienen las familias convencionales. Desde entonces, el registro se ubica en la calle Samaniego. El perfil de quienes forman parte de la lista se corresponde con personas jóvenes de entre veinte y cuarenta años, mayoritariamente heterosexuales, contrarios a los vínculos tradicionales o interesados en añadir un eslabón previo a su compromiso antes de oficializarlo con una boda por lo civil o por la Iglesia. Para algunos, además, el atractivo de esta alianza está en las consecuencias de una posible ruptura. Si no hay hijos ni bienes comunes de por medio, las separaciones son rápidas e indoloras para el bolsillo.
Ciudad precursora. Antes de la creación del registro municipal de parejas de hecho, Vitoria ya había impulsado otras medidas pioneras en la defensa de los derechos sociales. La capital alavesa estrenó la primera oficina de objeción de conciencia del Estado y aplicó el primer ingreso mínimo de inserción, paso previo a la renta de garantía de ingresos. Asimismo, a lo largo de los noventa se puso en marcha la construcción de la red de centros cívicos, auténticos elementos de cohesión ciudadana.
La decisión de Cuerda de crear un registro de parejas civiles suscitó reacciones en medio mundo. Su paso fue fundamental para posteriores progresos sociales.
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