Vitoria
Los políticos sostienen que lo peor ya pasó y que 2014 va a ser un año decisivo en la recuperación económica de España. Muchos grandes empresarios apoyan la teoría de los brotes verdes, convencidos de que el crecimiento del 0,1% del PIB, la bajada de la prima de riesgo y un cierto repunte en el empleo evidencian un cambio de tendencia. ¿Pero estamos ante el fin de la recesión, al menos en Álava? DNA ha bajado de las altas esferas para buscar la respuesta en autónomos y pymes, gente que no necesita de grandes conocimientos macroeconómicos para presagiar la evolución de la actividad porque perciben a pie de calle la realidad del consumo. Ellos, sustento del tejido empresarial del territorio y principales sufridores de la crisis, creen que al fin "se ha tocado fondo" tras la evidente mejoría registrada en el segundo semestre de 2013 pero sólo algunos se atreven a augurar que este nuevo año pueda traer cambios realmente significativos. El gremio oscila entre la prudencia y una cierta necesidad de optimismo.
"Nunca llegaremos a los niveles de antaño, pero sí que puede haber ciertos motivos para la esperanza por los niveles de trabajo en que nos estamos moviendo ahora", destaca Juanjo López de Armentia, propietario de la carpintería metálica que abrió su aita -ya jubilado- en 1973. Tras el "desastroso" primer semestre de este ejercicio recién finalizado, el joven empezó a notar "una cierta mejoría, aunque leve y a ritmo lento". Ahora la actividad de su pequeña empresa se asemeja a la de 2010, cuando aún le faltaba un año para alcanzar el epicentro de la crisis. Por eso, la sensación de este autónomo es que ya ha llegado al final del pozo y toca empezar a trepar. Fuerzas para seguir al pie del cañón le quedan, y eso que ha habido momentos desmoralizadores. "Le contaba a mi padre como estábamos y me decía que él jamás había vivido una crisis así", confiesa.
Como en otros tantos negocios, los problemas para López de Armentia comenzaron en 2008. "Nos dedicamos a reponer ventanas, por lo que la época de más trabajo es verano, y fue a partir de ese momento cuando ya notamos la crisis", recuerda. Desde entonces hubo una bajada paulatina de los encargos que empezó a convertirse en alarma "cuando dejó de sonar el teléfono". "Si te piden presupuesto desde distintos sitios y luego no te vuelven a llamar significa que hay algo que no estás haciendo bien", explica, "pero si ni siquiera sucede lo primero es que te encuentras ante una situación económica realmente complicada". Parecidas circunstancias puede relatar Iñigo Miranda, vecino de calle del carpintero metálico y responsable de Sistemas Arquimart. Su pequeño negocio se dedica al mobiliario de oficina y tiene como clientes a administraciones y entidades bancarias. "Así que hemos sido los primeros en caer y seremos los últimos en recuperarnos, porque antes de cambiar de sillas o mesas tienen otras prioridades en las que invertir", matiza.
Últimamente han sido muchos los desempleados que han decidido salir del paro mediante la puesta en marcha de un negocio, pero resulta complicado que un emprendedor forme parte de la cartera de clientes de Sistemas Arquimart. "Esas personas se buscan la vida como pueden y acuden a Ikea y sitios así para salir del paso", aclara Miranda. Por eso, y dado que las instituciones siguen de ajustes, este vitoriano prefiere no hacerse demasiadas esperanzas con 2014. Según cuenta, las expectativas de crecimiento que tenía desde que abrió el local en 2007 tras ocho años en el sector "no se han cumplido porque sólo nos hemos mantenido" y ahora su actitud vital es la prudencia. "Hay mucha gente que dice que el nuevo año va a ser mejor, pero yo creo que será parecido a éste que acabamos de dejar", opina. Al menos, eso sí, 2013 ha ido dibujando una línea ascendente en la facturación casi hasta el último momento. Al igual que le ha sucedido a López de Armentia, "tras un primer semestre muy triste, de julio a noviembre las cosas han ido bien". Un balance que le hubiera hecho sonreír más si no fuera porque, en su caso, diciembre ha vuelto a ser un tanto sombrío.
No siempre las cifras macroeconómicas concuerdan con las que marcan el día a día de las personas. Isaac Campos, vicepresidente de Gasteiz On y dueño de Interiorismo Galicia, no se atrevería a hablar de brotes verdes con la llegada de 2014. Sin embargo, considera que este nuevo año puede suponer "el inicio del fin de la crisis psicológica" que ha acompañado a nuestra sociedad en esta larguísima época de vacas flacas. "Yo estoy viendo un poco más de optimismo en las pymes con las que me relaciono y también en mis clientes", afirma. Y ese mayor bienestar emocional es, a juicio del responsable de este negocio familiar, muy importante para tratar de empezar a salir del túnel. "Aunque nuestro perfil de comprador es de un nivel adquisitivo alto, he visto cómo algunos de ellos dudaban de gastarse el dinero aun teniéndolo porque se veían afectados anímicamente por la situación económica", reconoce. Una actitud la de ahorrar en vez de seguir gastando -si se puede- que acaba provocando efectos contraproducentes.
Al menos Campos ha tenido la suerte de no verse con el agua al cuello desde que empezó la crisis, aunque más que de fortuna habría que hablar de previsión. "En 2008 yo estaba en el foro de comercio de la Cámara de Álava y, además, para entonces ya veía venir la que se avecinaba", explica. Por eso, y tras más de tres décadas de negocio familiar, decidió "realizar una gran reflexión y un reposicionamiento" conforme al servicio que ofrecía, sus clientes y el contexto. "Estamos nadando en aguas complicadas y tenemos que adaptar la brazada", advierte a sus compañeros, desde la experiencia del trabajo bien hecho. Los números dicen que no se equivocó porque ha sabido mantener un ritmo de trabajo óptimo dadas las circunstancias y su objetivo es seguir en esa línea, sin relajarse ante las grandes proclamas de recuperación económica lanzadas desde el Gobierno central.
Muy comedida en su diagnóstico, la presidenta de Gasteiz On y dueña de Joyería Jolben cruza los dedos por que el consumo empiece a resucitar. "La tendencia de las ventas en el día a día no ha levantado, pero la perspectiva es positiva en nuestro sector y mi esperanza es que ya se haya tocado fondo", señala Marta Bengoechea. La joven quiere confiar en los mensajes de los grandes analistas y en las cifras macroeconómicas, a la vez que coincide con su compañero Campos en que el pesimismo que generaron las vacas flacas ha comenzado a superarse. "La gente tiene asumida ya la crisis", afirma, "y también empieza a asumir que podemos empezar a salir adelante". Además, la pequeña empresaria tiene la confianza de que el título de capital gastronómica que va a ostentar Vitoria a lo largo de 2014 ayude a la recuperación del consumo. "Creo que puede traer un tipo de turismo nacional beneficioso, el que pasea, compra, bebe y come, que puede ayudar a nuestros comercios y bares", opina. Qué bueno sería si acierta en su diagnóstico.