El difunto José Luis Isasi ya tiene una calle a su nombre. ¿Reivindicará otra para usted?

¡No, en absoluto! Isasi sí se merecía una calle porque fue el creador, el primero y quien lo consolidó. Yo sólo fui un monaguillo suyo y lo único que hice fue disfrutar del 4 de agosto. No obstante, hay personas que han hecho mucho por Vitoria que se merecerían una calle y, por desgracia, vemos en Salburua y Zabalgana nombres de calles que a los vitorianos no nos dicen nada. Teniendo topónimos y personajes tan ilustres no es comprensible. Ésta es una de las muchas cosas que nuestros políticos, por las razones que sean, hacen y que a mí me duelen. Al final esos sitios o esas personas desaparecen y no dejamos nada en su memoria.

Es usted un amante de su tierra y de sus tradiciones.

Por supuesto, como debería de serlo todo el mundo de su pueblo. Me enfada que los políticos pasen por alto cosas por ignorancia o falta de sentimiento. Muchas veces se potencian actividades modernas mientras se dejan caer otras que son de aquí. El Ogueta, por ejemplo, está dejado y, aunque creo que hay muchos intereses de empresas, el Ayuntamiento de debería de echar un capote.

¿Comparte esa 'tradición' gasteiztarra de decir no, a priori, a cualquier proyecto que suponga un cambio?

No, pero si hay técnicos expertos que aportan su conocimiento y luego unos señores deciden como si les diera igual una cosa que otra y sin importar cuánto cuesta.. A mí me enfada muchísimo el derroche de dinero en macroproyectos, cosas raras... Queríamos hacer el mejor auditorio del mundo, cuando en Vitoria somos cuatro, y cuando empiezan a trabajarlo se dan cuenta de que no es viable. Parece que no les duele tirar millones en proyectos que al final quedan guardados en un cajón, mientras regatean con cuestiones como el euskera, actividades para la ciudadanía o las ayudas tan necesarias en esta crisis. De vergüenza.

Y qué nombres ponen a sus proyectos cuando están aún en el papel.

Sí, como el Anillo Verde Interior. De lo que decían al principio a lo actual hay una diferencia notable. La Avenida necesitaba una mejora, eso es verdad, pero cuando se les llena la boca de cosas ostentosas como sacar el agua del Batán... Qué tristeza.

¿Se cree esa creciente preocupación de la que hacen gala nuestros políticos por todo lo 'green'?

Yo es que de los políticos podría decir tantas barbaridades... Porque estoy enfadado con casi todos, sobre todo con los que presumen de experiencia, de democracia, de esos que llevan toda la vida y no dimiten.

Le hacía la pregunta por decisiones como las recargas a los vehículos más contaminantes o a la tasa del agua.

Esas medidas esconden un impresionante afán de recaudar. No hacen más que darnos palos y siempre con excusas, tratando de justificar lo injustificable.

Me da que le tocó sufrir el Focus gris.

Sí, sí, ese famoso cochecito que nos saca fotografías cuando vamos a trabajar a las ocho menos diez y se esconde detrás de una columna. "Has pasado a 73 km/hora. Multa". Qué salto me hace pegar cada vez que lo encuentro. ¿Qué sentido tiene que en una calle de cuatro carriles de Jundiz a primera hora vayan a pillar a los pocos que vamos a trabajar? Y te dicen que si pagas rápidamente en vez de 300 euros serán 150. Y lo haces. Eso sí, luego los que se gastan millonadas en chapuzas no tienen que devolver el dinero porque hacen las leyes a su medida para salir airosos. En definitiva, el currela paga los platos rotos.

¿Jundiz es un polígono fantasma?

Jundiz no tiene nada que ver con hace seis años. Está abandonado.

Curioso, ya que el alcalde tenía grandes planes para esta área.

Como siempre. Es lamentable ver las aceras con unas hierbas de metro y medio de altas. Da una sensación de estar dejado de la mano de quienes deberían responsabilizarse. Ha sido un polígono excelente y ahora la sensación es tan triste. Este año no han pasado ni un día a quitar todos esos hierbajos.

Está de moda entre los políticos hablar de la necesidad de impulsar la participación ciudadana.

Es una cosa de boquilla. Alguna vez he acudido a consejos a ver qué contaban y en la primera media hora me he dado cuenta de que todo era mentira. Quieren controlarlo todo. Si llega una iniciativa ciudadana muy buena se la apropian y si no hacen como que la atienden. Al político le gusta ponerse su medalla y que nosotros nos dediquemos a ver el fútbol.

Desde Ali se ven ya muchas torres. ¿Qué siente ante su presencia?

Enfrente de mi casa hay varias torres de VPO vacías. Todos entramos en la cultura del pelotazo y la especulación. Los más informados, los de siempre, se salieron a tiempo y ahora hay muchos pobres muy pillados. Y luego están todas esas islas, desconectadas del resto de la ciudad. Sus promotores vieron ahí una oportunidad para vender luego más caro más adentro. Una estrategia que los políticos han favorecido y ahora pagaremos las consecuencias durante mucho tiempo. Hay una gran cantidad de viviendas vacías. Eso es un fracaso de los políticos, que han permitido el desastre. Luego unos y otros se tapan y a correr.

¿Conoce al nuevo concejal de Cultura? Se lo pregunto porque el alcalde destacó de él que está muy vinculado a la fiesta, como usted.

Pues no, la verdad es que no.

¿Recibió en casa aquel folleto que promocionaba la figura del alcalde?

Si me llegó, no me acuerdo.

Así que en usted no tiene efecto el famoso marketing de Maroto.

A la mayoría de esas propagandas no les hago ni puñetero caso. Pero es verdad que Javier Maroto es un tío que se sabe vender. Con algunos políticos tengo confianza y...

¿La tiene con el primer edil?

Más bien Maroto se apunta a la confianza de todos los vitorianos que se le acercan. Algunos creen que yo tengo vía directa con el alcalde, que no hago colas y no pago multas. No tengo más facilidades y si las tuviera no las utilizaría, eso está claro.

Usted se ha mojado a nivel político.

No, no...

Firmó contra el macrojuicio de Batasuna, lanzó el txupinazo azul...

Eso sí. Cuando encarnaba a Celedón me cortaba mucho porque era el Celedón de todos, de los de derechas, de los de más de derechas, de los que se creen de izquierdas... Prefería ser prudente, aunque algunas veces me dieran ganas de retorcerle la mano a quien me la daba al llegar a la balconada (risas). Pero al dejar el papel cambió la cosa. A mí me gusta estar cerca de los débiles y de los que tienen menos capacidad para defenderse. He firmado para que la justicia en este país sea impartida de otra forma y que se cumplan las leyes que ellos han hecho, que son los primeros que las violan y luego se les llena la boca hablando de democracia, de suelo ético... Gente que ve la paja en el ojo vecino y no la viga en el suyo, que pone categorías al dolor.