CUANDO el dinero escasea y cada vistazo a la cuenta es a veces un grito de rabia y otras un suspiro de terror, la gente empieza a prescindir de todo lo que le quita euros y le da disgustos. El coche es un buen ejemplo. Salvo aquellos a los que no les queda más remedio que echar mano de ellos por motivos laborales o de primera necesidad personal, tener un vehículo se ha convertido en un lujo, y cambiarlo por una nuevo, en una quimera. Según un reciente estudio, el 46% de los coches que circulan por Euskadi tienen más de diez años de antigüedad, y de ellos un 13% acumula más de veinte pisando el asfalto. El dato tiene muchas explicaciones pero un solo motivo. La crisis golpea cada vez con más fiereza, y la mayoría de conductores se conforman hoy en día con tener un vehículo que funcione.
Si al meter la llave arranca y se mueve, es suficiente. Ya habrá tiempo para saber por qué esa lucecita del salpicadero no hace más que parpadear, o para comprobar hasta dónde puede uno desgastar sus ruedas sin quedarse sin ellas y tener que empujar el coche cual Pedro Picapiedra. Al final la falta de dinero motiva una alarmante falta de seguridad, y a tenor de los datos, cuanto más viejo es un coche, más posibilidades hay de que sufra -o provoque- un accidente. Por eso, y aunque son conscientes de la dificultad que supone gastarse dinero en mantener o arreglar un coche, los talleres de Vitoria, buenos conocedores de este problema, recomiendan, al menos, mantener a punto el automóvil para evitar males mayores.
Sin embargo, a tenor de lo que aseguran los talleres mecánicos de Gasteiz, los vitorianos acostumbran a exprimir al máximo sus medios de transporte -incluso con problemas graves- hasta que una fuerza exterior les obliga a tomar cartas en el asunto. "En Vitoria la ITV está subiendo el nivel de exigencia. Antes ibas con una luz encendida del ABS, o del airbag, y te dejaban pasar. Ahora el coche tiene que estar operativo al 100%, sobre todo en materia de seguridad", explica Antonio Arrieta, mecánico del taller Serviauto Instant, en la calle Julián de Apraiz.
Y de todas las partes de un vehículo susceptibles de ser exprimidas, las ruedas se llevan la palma. "Por lo general la gente viene a cambiar los neumáticos cuando ya no les queda más remedio. O porque les ha parado la Policía y se lo ha advertido, porque han ido a la ITV y no la han pasado o porque llevan el coche al concesionario o a pasar una revisión y les dicen que con esas ruedas no pueden seguir", apunta por su parte Iñigo Buesa, de Neumáticos Garzus, en la calle Olaguíbel. Pero si los gasteiztarras son reticentes para renovar cuatro ruedas, cambiar el coche entero pasa ahora por ser una utopía inalcanzable para la gran mayoría. "Ahora mismo nadie cambia de coche, y los que lo hacen tienden sobre todo a comprar uno de segunda mano", incide al respecto Blanca Gómez, del taller Octava de Asistencia, en la Avenida Judimendi, una de las pocas mujeres al frente de un negocio que habitualmente continúa siendo territorio masculino. Aunque parece que a la hora de mantener a punto sus coches no hay muchas diferencia de género.
"Las mujeres vienen con un poco más de miedo y con la idea de que no entienden de esto, pero yo les animo y les intento explicar que es algo más sencillo de lo que parece", resalta Blanca, que asume cómo, en el marco económico actual, "a la gente le intentas explicar de corazón que necesita arreglar el coche porque se puede matar, pero muchos no llegan a fin de mes, así que como para pedirles que se gasten 400 o 500 euros en una factura del coche". Tal vez por eso hoy en día los vitorianos antes de tender la mano para sacar la cartera lo hacen para recoger un presupuesto exhaustivo de la reparación, por si arreglar el coche va a merecer la pena o no.
"Ahora hay poco dinero y te piden presupuesto para todo, hasta para cambiar una lámpara. Eso hace diez años no pasaba", recuerda Germán Izarra, de Talleres Paleta, en la Avenida de Santiago. Una afirmación que refrenda Antonio Arrieta. "Eso de dejarte el coche y decir 'hazle lo que tengas que hacer' se ha acabado. Ahora es 'te dejo el coche y dime lo que tiene, lo que me va a costar y espera que lo lleve a otro sitio también por si acaso", sostiene este mecánico de Gasteiz.
Así las cosas, nadie que no sea ajeno al azote de la crisis económica está en disposición de criticar a los que, mientras el coche arranca y las ruedas giren, eviten pasar cerca de un taller mecánico como si contaran con una orden de alejamiento. Algo que lleva a los vehículos alaveses a sumar años y años hasta formar un parque automovilístico que roza la tercera edad. "El parque de Vitoria es bastante viejo, pero otra cosa es si deberíamos considerar viejos coches con diez años. Hay algunos que con ese tiempo te quedarías asustado de lo nuevos que están. Es un dato muy variable, sobre todo en esta ciudad en la que mucha gente sólo coge el coche el fin de semana", argumenta Iñigo Buesa. Y es que todavía no se ha inventado un medio de transporte más barato que andar.