LOS txakolineros ayaleses están estos días recolectando el fruto de todo un año de trabajo, que ha venido marcado por serias dificultades climatológicas que ya, en mayo, hicieron que la Denominación de Origen Arabako Txakolina vaticinara una caída de producción que parece se confirma. "Ha sido un año muy difícil en el campo, y la recogida de la uva está siendo muy desigual por fincas. Unas han perdido toda la cosecha, otras están manteniendo los kilos del año pasado y las menos, algo más, pero por lo general, los kilos de grano que van llegando a las bodegas son menos", explicó a DNA el gerente de la denominación de origen de txakoli alavés, Josean Merino, que no se atreve a hablar de una cifra concreta. "Creo que estaremos por encima de la cosecha de 2011, cuando se recogieron 421.000 kilos de uva, pero por debajo de los 610.000 kilos de 2012, que fue nuestro récord, por lo que tendremos mucha suerte si logramos recoger entre 460.000 y 480.000 kilos". En cambio, sí pronostica una gran calidad porque "se esta seleccionando mucho el grano, para que no llegue a la bodega uva afectada por mildiu u otros hongos y, de momento, se está catando muy buen mosto", asegura.

Con todo, habrá que esperar a que culmine la vendimia para dar datos exactos, ya que no está siendo igual para el conjunto de la denominación de origen. De hecho, la mayoría de las fincas de viñedos asentadas en el municipio de Amurrio -concretamente en Lekamaña, o en las pequeñas localidades del Valle de Arrastaria, que envían sus uvas a las bodegas del Refor, Artomaña o Arzabro en Delika- no ha sufrido el previsto retraso de la vendimia y lleva recolectando el grano desde el puente de El Pilar, mientras que la bodega Goianea de Saratxo, la de Señorío de Astobiza en Okondo, o las de Garate y Beldui en Llodio, abordan la vendimia esta semana.

El clima dispone La responsable de esta última, Rosa Segurola, lo confirma: "hasta ahora hemos estado haciendo pequeños tanteos y catas, pero esta semana hemos empezado en serio". Una decisión "arriesgada que, espero de corazón les salga bien, porque con este clima nunca sabe uno cómo acertar", opina el viticultor de Tertanga, Iñigo Mínguez, que no ha dudado en aprovechar el buen tiempo de este fin de semana para recoger la uva de sus fincas y llevarla a la bodega Artomaña Txakolina, para que elabore su famoso Eukeni.

Y es que una granizada inesperada puede dar al traste con las uvas que han logrado sobrevivir a todo un año de sobresaltos que -según relata el presidente del Consejo Regulador de Arabako Txakolina, Luis Mariano Álava- comenzaron "allá por San Jorge con unas heladas de primavera que sólo la suerte y el costoso sistema de riego anti-heladas que pocas fincas se pueden permitir, ha impedido que se arruine la totalidad de la cosecha". De hecho, fueron muy fuertes, afectaron a un 13% del viñedo y en algunas parcelas no se pudo recuperar nada. Las que lograron salvarse tuvieron que superar nuevas condiciones meteorológicas adversas en uno de los ciclos vegetativos clave de toda vid, la del cuajado del racimo, que "han hecho que la cantidad de grano sea menor"; a las que se le han sumado constantes ataques de mildiu "hasta en épocas insospechadas que, para el que no ha estado pendiente noche y día del viñedo, han supuesto el caos", argumenta Álava.

De esta forma, no es de extrañar que el viento sur y la buena climatología de las tres últimas semanas hayan supuesto un alivio para los txakolineros. "Ha ayudado a mejorar la maduración del grano, a salvar al hongo botritis, y a reducir el previsto retraso para la recogida, que se está haciendo en condiciones adecuadas", enumera Álava, que sí se atreve a fijar "entre un 20 y un 30%" la bajada de la producción, porque "las fincas nos están engañando mucho, donde pensábamos recoger 20.000 kilos, luego ha resultado que solo había 15.000. Y es algo que esta pasando en todos los viñedos que pertenecen o suministran a la bodega Artomaña, que es la más grande y la que elabora en torno al 70% de la producción anual de txakoli alavés ", subraya.

En cuestión de calidad, Álava corrobora las palabras de Merino. "Ahora mismo tenemos los depósitos de media bodega llenos y fermentando, y creo que estamos ante otra gran cosecha, ya que se está alcanzando una graduación alcohólica de 11,5 que es lo normal".

A mano y a máquina Mientras Álava vigila, precisamente, los enormes tanques donde se está fraguando la cosecha 2013 del oro líquido de los campos ayaleses (estará lista para San Antón, aunque la fiesta no se celebre hasta mayo), en el exterior de la bodega Artomaña, Josu Ortuzar, presidente de la denominación de origen, se encarga de poner orden en la llegada constante de uva procedente de las fincas del valle. "El secreto de un buen vino es uva sana y madura, que llegue a la bodega en menos de quince minutos de ser recogida en el campo, y aquí lo hacemos", explica.

En la de Artomaña está todo muy mecanizado y la propia vendimia se realiza con máquinas. "Hace unos años contratábamos cuadrillas de hasta veinte personas para vendimiar, pero hoy día tenemos 25 hectáreas y es, aparte de caro, impensable hacerlo a mano, por lo que compramos las máquinas y lo hacemos todo entre cuatro personas; aunque sí realizamos contrataciones puntuales en la época de la poda en diciembre", apunta Ortuzar, al tiempo que asegura que "la diferencia en paladar de un vino elaborado con uva vendimiada a mano o a máquina no la ha sabido apreciar hasta ahora ningún enólogo o sumiller. Cualquier viticultor estaría encantado de hacerlo todo de forma artesanal, si hubiera alguien que se prestara a pagar luego el precio de la botella", recalca.

No obstante, a esta bodega también llega uva recogida a mano por propietarios de viñedos de la zona. De hecho, mientras dos jóvenes ajustan la manguera que traslada el grano recién recolectado por las máquinas al interior de los depósitos, Josu va avisando a Jesús -vendimiando a mano en la finca Las dos torres, cercana a la bodega- de que se acerque a ayudar a otros viticultores a vaciar las cajas cargadas de racimos que han traído de sus fincas en furgoneta para, acto seguido, darles nueva hora de entrega. "Esto es una cadena, mientras unos vendimian, otros trasladan y otros recepcionan. Nos ayudamos todos por el bien de todos", apunta Ortuzar, mientras echa una mano a Iñigo y Jesús en las labores de descarga, alentándoles con un "logrado un año más chicos, un año más".