Vitoria. Hace ahora diez años, el caso del colegio García Quintana de Valladolid llegó a las primeras páginas de los periódicos y a los informativos. En tres años se registraron cinco casos de cáncer infantil, todos ellos hematológicos (leucemias).
Los cinco niños y niñas estaban en la misma zona de aulas, y sentados en la misma orientación. Enfrente tenían varias antenas de telefonía fija (nunca se supo realmente cuántas), y a sus diagnósticos se sumó el de una señora de la limpieza que también contrajo la enfermedad, y el del propio director del centro, que murió recientemente de leucemia. Una de las pequeñas afectadas también falleció.
Según explica el diario El Norte de Castilla, desde 2003 no ha vuelto a producirse ningún caso más de cáncer en el centro, cuya Asociación de Padres y Madres impulsó la gran movilización ciudadana que precipitó la retirada de las antenas por decisión judicial y a petición de la Fiscalía en diciembre de 2001, el año en que más casos registraron (tres). Si la Justicia actuó, el poder político, poco o nada hizo. Los padres denuncian que los estudios que se realizaron en su día por encargo de la Junta de Castilla y León estaban deliberadamente sesgados, y llaman la atención sobre el hecho de que los siete casos de cáncer en un mismo centro escolar y en el lapso de tres años acabaran achacándose al azar.