vitoria. Las inspecciones ya realizadas a bazares chinos, locutorios y kebabs de Vitoria desvelan deficiencias indiscutibles en materias tan sensibles como la higiene o la seguridad. Lo que no queda tan clara es la finalidad última del plan, aunque el alcalde gasteiztarra diga que su intención es "defender el comercio tradicional". No sería la primera vez que Javier Maroto decide poner orden a una situación caótica o de cierta tensión social recurriendo al discurso de "los de aquí". A principios de semana el PSE y Bildu tacharon de "demagógica" la intervención del primer edil y, desde entonces, han surgido más voces en las redes sociales que creen ver en esta maniobra un nuevo intento de utilizar la inmigración para ganar votos, obviando las responsabilidades políticas y desviando la atención de problemas más acuciantes tanto para el sector servicios como para toda la ciudadanía.

Ese discurso que, según los críticos con Maroto, alimenta el enfrentamiento y criminaliza al inmigrante viene de lejos. Ya en campaña electoral, antes de ser elegido alcalde, el dirigente popular prometió elevar a cinco años el requisito de empadronamiento para cobrar ayudas, acusando a los extranjeros de abusar de ellas. Desde entonces, es habitual que el primer edil se felicite en el Twitter de nuevas bajas en el registro municipal y las atribuya a la lucha contra el fraude social, aunque jamás haya demostrado con datos la relación entre ambas cuestiones y obvie que si ha habido situaciones de estafa ha sido porque quienes gestionan las prestaciones las facilitaron al relajarse en su labor de control.

El anuncio de apertura de una mezquita en el barrio de Zaramaga también desató mensajes alarmistas. Maroto llegó a decir que con la Ley de Centros de Culto del Gobierno Vasco aparecerían templos "como champiñones" y luchó para que este último no levantara la persiana, como si el hecho de que el centro religioso fuera musulmán pudiera conllevar un problema social. Eso sí, declaraciones como las de Maroto ha habido muchas en Euskadi. Y bastante más directas, sin las vestimentas disimuladas del alcalde vitoriano. El mandamás de Bilbao, Iñaki Azkuna, se llevó la palma al hablar precisamente del tema que es ahora actualidad en Gasteiz. "Los chinos tienen bazares y los domingos se transforman en una tienda de 150 metros; ponen una persiana y allí comen, duermen, procrean, no sé dónde se mueren, pero ellos van a competir con nosotros de una forma tremenda", se atrevió a decir. Un mensaje que colectivos antirracistas no interpretaron como una declaración más populista, en la línea campechana del político, sino a un estricto cálculo electoral.