Vitoria. No hay barreras para el Itinerario Muralístico de Vitoria. Al menos, eso parece demostrar el nuevo mural del Casco Viejo, que empieza a cobrar forma en el entorno del centro cívico Aldabe, justo encima del restaurante Pimpollo. La edición de este año ha tenido que superar los recortes económicos, las inclemencias del tiempo e, incluso, las barreras físicas. Porque la gran novedad de la obra de este año ha sido que se ha pintado bajo techo para, ahora, fijarla casi como una pegatina a una fachada situada junto a la calle Barrenkale, al final de Correría y cerca del principio de Portal de Arriaga.
Los vecinos más atentos ya pudieron ver el pasado jueves cómo, desde las 8.00 horas, empleados de una firma de trabajos verticales se colgaban de esta fachada para intentar desplegar el mural, pintado -de nuevo, agrupando a artistas, estudiantes y voluntarios- en un almacén a lo largo del pasado mes de julio. Se hizo sobre una especie de telas, que ahora se adhieren a la pared; pero para ello era clave que no lloviera, así que el jueves hubo que suspender la colocación, que finalmente arrancó anteayer. Sólo una pequeña parte de una chimenea de esta fachada será pintada directamente sobre la superficie. Cada pieza del mural, como un puzzle, se adherirá hasta conformar la nueva obra, que homenajeará el papel del voluntariado.
Este trabajo bajo techo, sin los habituales andamios del Itinerario, es una apuesta que permitió implicar en la preparación a personas con una discapacidad como Arantza Gabana, una aficionada a la pintura que tiene problemas articulares: "Trabajaba en una mesa, con mis pinceles adaptados, y de vez en cuando tenía que tomarme un descanso, porque igual me costaba el doble de esfuerzo hacer mi parte, pero estoy acostumbrada. Mi vida es un continuo esfuerzo".
El Itinerario también ha tenido que contar con un refuerzo extra en esta edición para completar el proyecto. Por ejemplo, la implicación del programa de ocio juvenil Gauekoak ha logrado mantener las Brigadas de la Brotxa, como se conoce a los contratos que se ofrecen a jóvenes estudiantes de Bellas Artes. Ése es el caso de Irantzu Torres, vitoriana de veinte años, que después de dos ejercicios quedándose fuera de esta experiencia, ha logrado participar en este ejercicio. "Yo me veía en el andamio, pero justo este año se ha cambiado el sistema. Estoy deseando ver el resultado", desea.
Alex Lacalle, asistente en este trabajo, comparte esa expectación. Cree que el resultado, donde lo más llamativo como viene siendo habitual serán sus colores, convencerá a los viandantes: "Vitoria es una ciudad que necesita color". Y el arte a pie de calle, con la decoración de escaparates, los graffitis o el Itinerario Muralístico, está consiguiendo atender esa necesidad.
Con este nuevo mural, este recorrido por el Casco Viejo -el Ayuntamiento de Vitoria también apostó por extenderlo a Zaramaga- suma ya diez paradas. Pero el trabajo continúa. Una de sus responsables, Christina Werckmeister, valora que, "pese a que los recortes nos han afectado como a todo el mundo, lo importante es que las iniciativas no se mueran". El proyecto ya ha conseguido dar una nueva vida a otra pared de Vitoria.