Vitoria. Y al final fue no. No habrá consulta popular para decidir la ubicación de la estación de autobuses de Vitoria. Todos los grupos políticos de la oposición seguían después del Pleno defendiendo este modelo de participación ciudadana y buscando culpables en los otros, pero para entonces ya se habían cargado entre todos la última esperanza de los vecinos de la plaza Euskaltzaindia contrarios al emplazamiento escogido de plantear otros escenarios. Las estrategias del PNV, PSE y Bildu alimentaron un encuentro bochornoso que visibilizó, más que un verdadero interés por testar la opinión de los vitorianos, un afán por abrir la brecha con el contrario, alargar el inicio de las obras para castigar al equipo de gobierno o lavar la imagen, según las siglas.
En el Pleno de ayer, se suponía que los grupos de la oposición iban a tratar de ponerse de acuerdo sobre la fecha en la que celebrar la encuesta popular. Bildu quería que fuera en julio, el PSE había hablado de septiembre y el PNV de hacerlo coincidir con las elecciones autonómicas. Y como esta parecía ser la traba, los abertzales acudieron al Ayuntamiento dispuestos a "ceder" y aceptar el día que votara la mayoría. Pero entonces llegó el turno del PSE y la historia se torció. Los socialistas presentaron una enmienda de sustitución a la moción de Bildu -aquella que había presentado con las condiciones para realizar esta cita- que ofrecía un giro inesperado: se instaba a crear un grupo de trabajo político-técnico para consensuar las distintas cuestiones relacionadas con el referendo y, a partir de ahí, convocar una consulta conforme a los términos establecidos en la legislación vigente, cuando hasta ahora estas tres formaciones habían estado de acuerdo en hacerla al margen de las normativas para evitar el largo trámite de llevarla al Consejo de Ministros a la espera de su aprobación. "Bildu quiere convertir la consulta en una chapuza, en una burda imitación", justificó Patxi Lazcoz.
El PNV decidió no usar su turno de palabra durante el debate y luego apoyó la enmienda, convencido de que esta iniciativa es "mejor" que la propuesta que Bildu había puesto sobre la mesa. Los abertzales, por su parte, alertaron de que la iniciativa socialista ralentizaría el proyecto de la terminal haciendo peligrar algunas subvenciones, pero se abstuvieron en la votación para cumplir -dijeron- con su promesa de no poner freno a ningún tipo de consulta. Y el PP, como cabía esperar, votó en contra, convencido de que la gente está harta de este debate y de que el PSE lo único que quiere es intentar "que no se haga ni la estación de autobuses ni nada". El resultado fue dos grupos a favor, uno en contra y una abstención. ¿Enmienda aprobada? Parecía que sí, pero finalmente fue no. La secretaria general del Pleno recordó que según el artículo 61 del reglamento se precisa la mayoría absoluta del foro para sacar adelante una consulta popular.
"Así pues, no va a haber consulta", sentenció el concejal del PP y presidente del Pleno, Fernando Aránguiz, mientras se levantaba de la silla. Todos los grupos abandonaron la sala rápidamente, como si estas casi cuatro semanas de debate, de grandes proclamas en favor de los procesos activos de participación ciudadana, nunca hubieran existido. No obstante, en los pasillos, algunos concejales reconocían que se había hecho "el ridículo".