Vitoria. El gabinete de Javier Maroto no es traidor: desde que se alzó con la victoria en las elecciones municipales, avisó de que tras las campanadas Vitoria daría el tijeretazo. El Ayuntamiento dispone para el Presupuesto de este año de 357 millones de euros, 60 menos que en las últimas Cuentas. El descenso es consecuencia, sobre todo, de la crisis que vive la Diputación, la principal fuente de ingresos del Consistorio gasteiztarra. Y obliga a fijar prioridades porque, como el propio alcalde ha reconocido, "no va a llegar para todo". Toca recortar -cuando no exterminar- aquellos servicios que se consideren accesorios en plena economía de guerra. Ahora bien, ¿qué es lo que el PP entiende por partidas intocables y por prescindibles? El lunes responderá a la pregunta, con la presentación del proyecto presupuestario que lleva pergeñando desde hace varios meses, aunque su gestión desde julio ofrece algunas pistas.

El nuevo equipo de gobierno popular empezó la legislatura anunciando un agujero en los bolsillos municipales de 25 millones de euros creado por "la mala gestión" de los socialistas. Y se propuso coserlos "haciendo más con menos", con el compromiso añadido de no tocar las políticas sociales y de empleo. Sin embargo, el paso del tiempo ha evidenciado que a veces con menos dinero se puede hacer poco o nada y que las líneas rojas marcadas por el gabinete Maroto pueden llegar a traspasarse cuando el pozo es tan hondo. Este es un resumen de lo sucedido desde hace casi seis meses, una combinación de recortes razonables, tijeretazos polémicos y gastos cuestionables. Si es "el preludio" de lo que está por venir, como ha reconocido el PP, agárrense los machos.

recortes en las cuentas de lazcoz

¿Lo social es intocable?

El gabinete Maroto presentó en julio un paquete de acciones con el que esperaban ahorrar 100 millones de euros para garantizar la estabilidad del Ayuntamiento. La fórmula combinaba recortes en más de 120 partidas del Presupuesto pactado por el PSE y el PNV. Según el gobierno, se habían ejecutado en función de cuatro criterios: posponer actuaciones por no ser fundamentales ahora, como las adecuaciones de los edificios municipales; redimensionar cuantías relativas a la proyección del Ayuntamiento, como ferias, viajes, publicaciones y publicidad; eliminar partidas que no se consideraban prioritarias, al estilo de los gastos en Montehermoso; y acabar con aquéllas que, a juicio del PP, Vitoria no tenía por qué seguir asumiendo por no ser su competencia.

Se dijo que esta larga lista blindaba las políticas sociales y de empleo, pero la oposición no tardó en advertir de que ambas líneas rojas habían sido traspasadas. El gobierno había tocado -eliminado en algunos casos- las partidas relativas al Plan de Igualdad, las subvenciones a la cooperación al desarrollo, el programa de conciliación y uso del tiempo libre, las ayudas a las escuelas de padres y para libros de texto, los comedores escolares, Gilsa, Tuvisa, la Cámara de Comercio y la Arich, los centros de día, las familias sustitutas, el programa de prevención de maltrato infantil, las Brigadas de Acción Inmediata, el Plan Joven... Fue la primera evidencia de que, en plena crisis, un mismo concepto puede interpretarse de distinta manera.

recortes a los funcionarios

Ahorro en pluses y bajas

Tras las vacaciones, la máxima de austeridad impuesta por el gabinete Maroto -que había dejado a los políticos sin canapés ni toros durante las fiestas de La Blanca- campó sobre los funcionarios. La nueva estrategia de ahorro, esta vez para recortar los gastos fijos del Ayuntamiento, tenía dos objetivos: reducir el absentismo -más de seis millones de euros al año- y acabar con lo que unos llamarían derechos adquiridos y otros privilegios inmerecidos. Para cumplir el primer propósito, el equipo de gobierno planteó que las mutuas y compañías de seguros empezaran a hacer seguimiento de las bajas. Para cumplir el segundo, decidió dejar de pagar los pluses de nocturnidad y festividad durante los periodos vacacionales, el complemento de conducir en aquellos casos donde el coche no forma parte de las atribuciones laborales y el plus del economato.

El comité de empresa se puso en pie de guerra, convencido de que Maroto estaba "vulnerando la negociación colectiva", pero antes de tomar aliento para proseguir con las protestas se topó de bruces con un nuevo anuncio de recortes. En noviembre, el alcalde decidió dejar de cubrir las bajas de los funcionarios mientras tuvieran una duración máxima de quince días y los ausentes no pertenecieran a servicios de carácter social. Para los representantes sindicales, la medida iba a traducirse en más carga de trabajo, una merma en la calidad de los servicios prestados y la destrucción de empleo que generaban las suplencias. El primer edil negó los perjuicios y destacó la ventaja contante y sonante de su medida: un ahorro de 2,38 millones al año.

recortes en sociedades públicas

Fusión de E21 y la Arich

Es habitual recortar de la base y olvidar las altas esferas. Pero cinco días después de que este periódico publicara un reportaje sobre la onerosa red de sociedades municipales del Ayuntamiento -sólo en sueldos devoran 17 millones de euros al año-, Maroto desveló su intención de revisarla de arriba abajo. El alcalde reconoció que estaba sobredimensionada y se hacía necesario analizar si era preciso mantener toda esa estructura con los mismo gastos en nóminas, alquileres, personal, dietas... Era octubre. En noviembre, lanzó la primera propuesta: fusionar Ensanche 21 y la Agencia de Revitalización Integral de la Ciudad Histórica (Arich) para ahorrar "entre 10 y 15 millones de euros" al año. Una cantidad que, según explicó, se lograría gracias a la eliminación de las transferencias de créditos que hasta ahora se realizaban a la sociedad encargada de impulsar el Casco Viejo, los recortes en los sueldos de directivos y la reducción de recursos humanos. La oposición, sin embargo, desmintió la cifra. Y, desde entonces, nunca más se supo.

A la espera de nuevas noticias, la fusión plantea un preocupante interrogante: si la disolución de la Arich y su absorción por parte de Ensanche 21 podrá hacer que la revitalización del Casco Viejo pase a segundo plano. De hecho, desde que el gabinete Maroto gobierna en Vitoria, el plan de reactivación económica de la colina gasteiztarra ha sufrido un evidente parón. Sesenta propuestas empresariales han quedado guardadas en un cajón por no disponer esta sociedad municipal de fondos para adquirir lonjas donde ubicarlos.

recortes en la oferta municipal

Gauekoak y cocina saludable

El alcalde llama a todos los grupos a aportar al proyecto presupuestario, pero antes de presentarlo ya ha decidido unilateralmente la eliminación de actividades que no considera clave para el funcionamiento de Vitoria pero que eran fiel reflejo de una ciudad comprometida con la calidad de vida de sus habitantes: son los cursos de cocina saludable y el programa de ocio juvenil nocturno Gauekoak. Los primeros los ha suspendido. Para el segundo, prevé un recorte del 86%, lo que hace inviable su continuidad con el enfoque actual. Y, por primera vez, no han sido los políticos los primeros que han puesto el grito en el cielo, sino la ciudadanía. Han recibido uno y otro recorte como un disparo en su línea de flotación. Los agrios comentarios en las redes sociales lo demuestran.

Para su desgracia, el gabinete de Javier Maroto ha reconocido que estamos "ante el preludio" de la que se avecina con el nuevo proyecto presupuestario. Y ya ha comenzado a correr el rumor de que la tijera en la oferta social, cultural y de ocio de Vitoria va a llegar incluso a las actividades deportivas. Es un impacto difícil de digerir para una ciudad que eligió ser referente en bienestar y no se deja deslumbrar cuando los políticos hablan de grandes proyectos, como la ya garantizada transformación de la Avenida de Gasteiz, la reconversión del Palacio Europa y la próxima construcción de la estación de autobuses en Euskaltzaindia.

recortes en FCC

Optimizar el contrato más caro

Esta decisión seguro que ha gustado a los vitorianos: la eliminación del vaciado de contenedores los sábados por la noche. No por el hecho en sí, sino por su consecuencia, ya que conlleva un ahorro que podrá repercutir en una mejor limpieza en los nuevos barrios de la ciudad. De hecho, el gabinete Maroto ya se ha comprometido a ampliar el servicio ordinario a Salburua y Zabalgana, además de a crear brigadas especiales para el cuidado de los solares vacíos.

No obstante, como muchas medidas de recorte, ésta tiene su cruz. Y es el perjuicio que va a causar a los trabajadores de la contrata de limpieza, porque perderán su plus de nocturnidad, un pellizco necesario. Pero esa es otra historia, y es a FCC a quien le toca lidiar con ella.