MURALIA ya está en la calle. Por tercer año consecutivo, el Ayuntamiento de Vitoria ha convocado este concurso para decorar los escaparates de establecimientos vacíos de la ciudad. Un total de 41 bocetos optaron a ser expuestos en esta muestra a pie de calle pero sólo diez fueron elegidos. Los participantes realizaron durante esta semana a contrarreloj la instalación de sus diseños, que darán una segunda vida a un total de nueve locales -diez, teniendo en cuenta que uno cuenta con dos fachadas-. En realidad, se trata de una vida intermedia, a la espera de que el negocio retome su actividad. Estos anuncios artísticos sirven, por tanto, como una llamada de atención que demuestra lo que estas tiendas pueden ofrecer.
El Ayuntamiento ha dado un giro este año al funcionamiento de Muralia. Hasta ahora, la iniciativa sirvió para decorar una quincena de locales cada año, primero en la zona centro y el entorno de Sancho el Sabio y, en 2010, en Zaramaga. Los trabajos se realizaban directamente sobre la fachada y la gran mayoría en spray. Sin embargo, esta vez se ha optado por colocar las obras en un soporte al otro lado del cristal. Este cambio abre la puerta a otro tipo de soluciones -trabajo por ordenador, fotografía, telas...- y, además, facilita su cambio a otro establecimiento en caso de que el local retome su negocio.
Este cambio atrajo al concurso a personas como Jesús Ángel Peña: "la verdad es que ligaba más Muralia al graffiti y a gente más joven. Pero, a través de un anuncio en una revista, me enteré de los cambios y me pareció interesante, a pesar de que no suelo apuntarme a concursos". Peña, dibujante de profesión, ha desarrollado su trabajo en casa. Se trata de una ilustración digital, reproducida sobre una lona, en la que refleja un momento concreto en una cafetería: un cliente tomando un café y escuchando un concierto de jazz. La imagen ya se puede ver en la calle Gorbea, esquina con Beato Tomás de Zumarraga. Y la instalación generó tanta expectación entre los viandantes que muchos "me preguntaron qué negocio iba a abrir".
Para Alaitz Portilla es precisamente una pena que Muralia haya perdido ese contacto tan directo entre el concursante que prepara su obra y el público. Esta participante ya formó parte de la primera edición de Muralia, cuando expuso su creación en la esquina de Ricardo Buesa. Su trabajo no pasó desapercibido, ni su ubicación: "Cuando estábamos trabajando en ella, recuerdo que vinieron unos chicos preguntando por la disponibilidad del local, así que la obra duró bastante poco". Pero Portilla se lleva el premio de considerarse la "ganadora moral" de ese certamen: logró antes que nadie la meta de Muralia.
Esta joven decora esta vez la antigua panificadora Santa María en el número 1 de la calle Gorbea. Su trabajo recrea una tienda de principios de siglo. El escaparate gana en vistosidad y Portilla, antigua estudiante de Bellas Artes que ahora trabaja en otras lides, tiene una oportunidad más para mostrar su obra. Y de llegar a la gente.
Para los diseñadores gráficos Ignacio Ruiz de Azua y Ainhoa Ayastuy, ésta es una de las principales ventajas del concurso. Porque, según insisten, entre la limpieza de los cristales y la preparación del soporte, presentarse a este certamen no se debe a una cuestión económica. Estos dos profesionales, que -además de ser marido y mujer- han trabajado en proyectos como Alhóndiga, los carteles del Festival de Jazz o un cartel ganador de las fiestas de La Blanca, expondrá cada uno su trabajo.
Él ha recreado una zapatería en acetato en la calle Gorbea 5. Ella, mientras, ha optado por una fotografía que representa a una chica mirando zapatos, expuestos como una obra de arte, en una lonja de la calle Florida 32. Para ambos, la motivación de presentarse era que Muralia es un "reto": "Era difícil elegir el material, ver si gustaba y, sobre todo, solucionar el montaje. Porque es muy habitual al decorar un escaparate que lo que has pensado, al final, no funcione", cuenta Ignacio. "Pero lo más bonito es trabajar en un comercio vacío y lograr que transmita una imagen amable de la ciudad", detalla Ainhoa. Muralia es una pequeña contribución a cambiar el aspecto de Vitoria: para el arte no hay crisis ni comercios cerrados.