vitoria. Cuando llega la noche, hay espacios del Casco Viejo que muchos vitorianos prefieren sortear. Aunque allá por 2005 se cambiaron las bombillas de todas y cada una de las 631 farolas dispuestas por sus calles y cantones, el corazón de la ciudad no ha llegado a salir de las sombras. El tipo de alumbrado de la colina genera claroscuros y puntos ciegos que alimentan la sensación de inseguridad y favorecen la delincuencia. Y, además, está tan viejo que desde el pasado verano los vecinos han sufrido al menos cinco apagones por cortocircuitos. Por eso, el gabinete de Javier Maroto va a retomar con el comienzo del nuevo curso político el plan iniciado -pero no continuado- hace más de un año para dotar a la almendra de una iluminación uniforme y, ya de paso, más eficiente.
El nuevo presidente del Consejo de la Agencia de Revitalización Integral de la Ciudad Histórica (Arich), el concejal del PP Fernando Aránguiz, ya ha solicitado información a la sociedad municipal para saber por qué el proyecto para renovar el alumbrado no siguió el curso anunciado y en qué punto se encuentra para darle el empuje preciso. Según los plazos que marcó el todavía gerente de la Arich, Gonzalo Arroita -quien dejará el barco en breve-, el Casco Viejo debería de haberse comido las uvas con farolas nuevas. Pero lo cierto es que, desde que a principios de 2010 se realizaron la experiencia piloto en Zapatería y el proceso de participación vecinal para elegir el modelo de luminaria entre las cinco colocadas en la calle, nunca más se supo.
Arroita no ha llegado a explicar el aparente parón de la iniciativa o su demora pese a haber sido preguntado en reiteradas ocasiones por este periódico. Un silencio que contrasta con la importancia que, en su origen, se concedió al proyecto. En 2009, Vitoria decididó asumir el reto lanzado por el Ministerio de Medio Ambiente a todas las ciudades españolas de reducir un 35% el gasto en alumbrado. Así que encargó la elaboración de una auditoría, la cual evidenció que nuestra ciudad tenía un amplio margen de mejora en este campo, muy especialmente en el Casco Viejo, donde los puntos ciegos se combinaban con un derroche lumínico dirigido al cielo en vez de al suelo. "Es una inversión urgente", subrayó entonces el gerente de la Arich.
En enero de 2010, el largo trabajo se puso en práctica con el ensayo en la calle Zapatería de cinco modelos de alumbrado. A la vez, se inició un proceso de participación vecinal, que dio como resultado la elección del llamado farol moderno, eficiente como el resto pero con un diseño más innovador. Era ya febrero, y la Arich anunció que iba a reunirse al mes siguiente con el Consejo Territorial Aldabe -formado por asociaciones vecinales, técnicos y políticos- para evaluar los resultados del proceso, decidir si la luminaria más votada era la más adecuada para extenderla por todo el Casco y determinar por qué zonas había que empezar para que el barrio entero finalizara el año siendo, a todas luces, más seguro.
Desde entonces, a la falta de noticias se han añadido unos cuantos apagones que han llegado a durar varias noches, especialmente en la ladera oeste de la colina. Así que los vecinos han comenzado a impacientarse. La mala iluminación hace buenas migas con la delincuencia, dicen, con los cantones, el Campillo y la plaza de Santo Domingo en la lista de puntos especialmente conflictivos. Por eso, tanto desde las distintas asociaciones vecinales, como a pie de calle y a través de blogs insisten en que el Consistorio lleve el proyecto a buen puerto sin más dilación. Más aún cuando en el resto de la ciudad se procedió durante 2010 al cambio de 6.000 luminarias de acuerdo con las directrices marcadas por la auditoría de eficiencia energética.
"Además, ¿no era el Gobierno Vasco el que pagaba?", recuerdan varios vecinos de Correría, hartos por las cuatro negras noches que han padecido en lo que va de año y, al mismo tiempo, con ganas de creer en el interés del nuevo equipo de gobierno por retomar la iniciativa como parte del plan de reactivación de la colina y elemento del programa de la Green Capital. Eso sí, Aránguiz aún no se atreve a hablar de fechas. Vista la situación que le ha precedido, prefiere que brille más la prudencia.