COmo un puzzle de dos piezas que no tendrían sentido por separado. Así es el nuevo mural que ya empieza a cobrar forma en el cantón de Anorbín, en la esquina con la calle Zapatería. Una de las dos nuevas paradas de la edición de 2011 del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz, la Ciudad pintada, se centrará en el tema de la igualdad. Un mensaje que contará con dos firmas: la de la estadounidense Michelle Angela Ortiz y la del bilbaíno Iván García Bartolomé. Los dos jóvenes artistas codirigen esta obra con la que pretenden cambiar una pared, regenerar el Casco Viejo y superar estereotipos.

Para Iván García, éste es su primer proyecto codirigido. Desde el IMVG le presentan como un ejemplo de cómo los jóvenes pueden ascender, peldaño a peldaño, por la escalera del Itinerario. Tras terminar el Ciclo Superior de Ilustración en la Escuela de Arte y Diseño de Vitoria, hizo sus prácticas profesionales como asistente en 2009 en Cubiertos de cielo y estrellas, el mural que decora el cantón de Santa Ana. Un año después, fue asistente de dirección en La noche más corta, la obra situada junto a la muralla, e incluso representó al Itinerario de Vitoria en un encuentro internacional latinoamericano de arte público en Argentina.

Este artista independiente y tatuador, de 23 años, da ahora un nuevo salto en su carrera. Ahora se enfrenta a la pintura sin límites: "Empecé siempre dibujando en papel, así que nunca me había propuesto trabajar en una superficie tan grande", reconoce cuando habla del muralismo. Una palabra en la que destaca su terminación, tan propia de un movimiento artístico: "Es un acto social, algo público, que une a personas muy diferentes de zonas que, a menudo, carecen de medios. Con el muralismo pueden expresarse en la pared, usar el arte como una herramienta de comunicación".

García, con su pendiente en la nariz y gafas de sol en la cabeza, habla con la calma de un profesor. No es casualidad: por las tardes, imparte un taller de arte con niños. Su objetivo es trasladar esta experiencia a Latinoamérica; un mundo que choca con el tono oscuro de parte de sus trabajos -que reflejan monstruos clásicos de película, calaveras y demonios-, legado de varios proyectos decorativos en bares de heavy y rock de Bilbao. Él, sin embargo, se resiste al poder del lado oscuro. Entre otras cosas, porque utilizar demasiado este tipo de temas llega a afectar al estado de ánimo y porque "el estilo evoluciona y no me siento encasillado. También he hecho pinturas para habitaciones infantiles".

Su etapa pasa ahora por avanzar en el Itinerario. De nuevo, repite en un proyecto que sirve para acercar a voluntarios al "oficio" del muralismo, para crear "una pequeña familia donde todos opinamos", una especie de "Big brother" artístico donde "Michelle y yo sólo aportamos nuestra experiencia" para convertir las ideas en trazos y una pared agrietada en "una zona que da color al barrio".

Iván García valora que este proyecto tiene una clara voluntad social, donde sus directores han encontrado un punto de encuentro. "Michelle y yo tenemos diferentes edades, venimos de zonas alejadas, cada uno tenemos nuestro punto de vista, pero hemos sabido compenetrarnos muy bien para saber cómo llevar un taller", destaca. Y este joven artista bilbaíno tiene claro el mensaje de fondo. "Es una tontería pensar que una mujer no puede hacer un trabajo igual que un hombre. En eso cuenta la persona, no el género".