Entre anuncios de pisos en alquiler o maquinaria agrícola, durante mucho tiempo han aparecido reclamos del tipo: "Se venden dos nichos en el cementerio municipal de El Salvador. 4.000 euros cada uno, negociables". Era la única opción del vitoriano para deshacerse de la tumba vacía que ya no quería mantener o para sacarse un dinero con el que poder aspirar a un panteón donde reunir a toda la familia. Y resultaba bastante ineficaz: había tantos huecos nuevos que nadie se interesaba por los viejos. Desde este año, sin embargo, las llamadas en prensa y los antiestéticos carteles a pie de lápida han pasado a mejor vida. El Ayuntamiento gasteiztarra ha decidido enterrar esas prácticas y ejercer como intermediario para agilizar las transacciones. A modo de VPO.
La posibilidad de reversión del derecho funerario se ha saldado, desde enero, con la adquisición de doce espacios. El Ayuntamiento ha pagado a cada particular un total de 794,73 euros, precio fijado para el nicho en la ordenanza municipal de este año. La cantidad equivale al dinero que se gastó el ciudadano en su momento, menos el tiempo consumido desde entonces, y a ésta no se le añade el IVA. "A continuación, lo que hacemos nosotros es vaciar las sepulturas, quitarles las inscripciones, y ponerlas a la venta", aclara el jefe del servicio de Cementerios, Kepa Arza, quien asegura que se han acumulado muchísimos contratos sin fecha de venta en los últimos años. No obstante, según añade, "una vez que demos salida a los primeros nichos, el flujo de cesiones será el normal".
La reversión del derecho funerario no es la única novedad incorporada este año a las ordenanzas que rigen el funcionamiento de los camposantos vitorianos. La propiedad de un nicho, por mucho que se haya comprado, tiene fecha de caducidad. Y, desde enero, el tiempo límite ha disminuido. De los 99 años de antaño se pasó a 75 en 2004 y ahora se sitúa en sólo 25. "Hay gente que no lo entiende, pero todos los cementerios tienen fecha tope. En algunos la cesión es por sólo once años", puntualiza Arza, quien, además, recuerda que el que exista un plazo no significa que, llegado ese momento, los restos de los seres queridos acaben en una fosa común. Siempre existe la posibilidad de asegurar el descanso en el agujero escogido renovando el contrato.
Mientras los vitorianos se adaptan a las novedades, el Ayuntamiento lucha por recuperar el aspecto original de algunos de los panteones del histórico cementerio de Santa Isabel. Al menos seis familias que modificaron sus sepulturas incumpliendo la normativa de conservación estructural del camposanto y recibieron la orden de devolver las lápidas a su estado original exacto han recurrido. En su defensa, alegaron el desorbitado coste de la obra e, incluso, la gran dificultad de realizar los trabajos porque ya no se comercializan algunas piezas y los canteros se encuentran en vías de extinción. "De momento ha habido dos juicios y, sin embargo, el magistrado ha dado la razón al Ayuntamiento", apunta Arza. Por eso, el equipo de gobierno mantendrá la mano dura. Una exigencia que, en realidad, lo que busca es reivindicar la importancia de Santa Isabel, un espacio bicentenario rodeado de hermosas y atroces leyendas, desde un punto de vista histórico y también patrimonial.