Zambullirse en la mejor piscina olímpica en 500 kilómetros a la redonda, con la excepción de Madrid y Barcelona, sienta muy bien. Las decenas de vitorianos que ayer estrenaron a fondo la cubierta de Mendizorroza le dieron un sobresaliente a la instalación. Gusta que la luz traspase las paredes acristaladas y estalle sobre las espaldas mojadas, gusta la cálida temperatura ambiente, gustan los grados del agua, gustan las diez calles y los 50 metros de largo y gusta la terraza exterior con las butacas. Sólo se preguntan, por poner alguna pega, si los fines de semana podría quedarse pequeña la zona de relax, con su chorro de cascada y los dos cuellos de cisne, y los vestuarios.
"Creo que vendré muy a menudo. Está muy bonito todo y la piscina no te deja la piel tan seca como otras", constató Isabel con acierto. El Ayuntamiento ha habilitado un sistema que permite utilizar menos cloro y reduce su penetrante perfume. Una bondad de la que también se percató Ángel, quien acabó exhausto tras hacer seis largos. "Claro, es que esta piscina es el doble de grande que una normal. Yo creo que deberían poner el tabique móvil más a menudo para que esté dividida en dos. Que si no, nos frustramos", señaló entre risas. María Jesús, por contra, aprovechó las nuevas dimensiones para superar su propio récord. Tal vez por eso, al finalizar se mostraba entusiasmada. "Me encanta la instalación. Es muy luminosa y el agua tiene la temperatura perfecta", subrayó.
Para Joseba, cliente de Kirolklub, la inauguración de la cubierta ha sido una gran noticia. "La verdad es que la espera se me ha hecho eterna, pero al final se han hecho las cosas bien". Ahora, reducirá su habitual entrenamiento en bicicleta estática en veinte minutos para dedicar ese tiempo a nadar. Agua va.