A FALTA de seis meses para las elecciones municipales, los partidos comienzan a tomar posiciones. Y a medida que mueven ficha, los consensos se tornan disensos. Quizá no tanto en el fondo, pero sí en los gestos, ante la necesidad de mostrar un estudiado alejamiento del gobierno. Acuerdos hasta ahora aparentemente inquebrantables como las políticas medioambientales, de movilidad o vivienda comienzan a resquebrajarse, aunque su filosofía continúe viva.

La oposición responsabiliza al alcalde, por ningunear al resto de partidos y Lazcoz, por su parte, se defiende argumentando que es al ejecutivo a quien toca ejercer el liderazgo en Vitoria. Acusaciones mutuas que comienzan a desequilibrar la balanza de consensos y disensos a medio año de una nueva llamada a las urnas en la que el alcalde se juega su reelección.

Transcurrido un mes desde la concesión del premio Green Capital, de la llama verde de Estocolmo resurgen las mismas cenizas de los comienzos de la era Lazcoz. Al poco de tomar posesión de su cargo, el alcalde tuvo uno de sus primeros encontronazos a cuenta del Centro de Estudios Ambientales. El cese del anterior responsable, Luis Andrés Orive, y su sustitución por un hombre más ligado al Urbanismo, José Ramón Alonso, abrió la primera crisis de los socialistas que, tres años y medio después, vuelve a echar mano de personal ajeno al CEA para liderar los preparativos de Vitoria como Capital Verde Europea de cara a 2012.

El nombramiento de Miguel Virizuela, de Medio Ambiente, como cabeza visible del nuevo equipo de trabajo no acaba, sin embargo, de convencer a los concejales de la oposición que en la capital sueca unieron sus manos a las del gobierno en torno a un trofeo que, todos saben, vale su peso en votos. "Espero que el título de Green Capital sea un tema que se evite en la campaña electoral", advierte el ecologista Andrés Illana, uno de los invitados a la gala sueca, consciente de que no será así.

La campaña electoral también amenaza con salpicar a otro de los grandes consensos de ciudad: el Plan de Movilidad. Los vaivenes del tranvía ensombrecen la fuerte apuesta de Vitoria por el transporte público, que ha culminado con una vuelta de 360 grados a la red de autobuses urbanos. Con sus errores y aciertos, las líneas de los urbanos recuperan los viajeros perdidos durante los primeros meses del metro ligero. También la serpiente verdinegra suma usuarios, pero ni aun así logra alejarse de la polémica.

al este de vitoria La iniciativa de adentrar los raíles en Abetxuko -defendida por el PSE- divide al barrio y enfrenta a gobierno y oposición, al igual que la extensión de la plataforma ferroviaria a otras zonas de la ciudad. Incapaces de consensuar un solo itinerario hacia el este que dé servicio a Santa Lucía, Aranbizkarra, Zaramaga y El Pilar, cada partido, sin concesión alguna, ha diseñado su propio recorrido. Y ahora, el Gobierno Vasco tiene cinco proyectos sobre la mesa para analizar, en lugar de uno rubricado por todo el Ayuntamiento.

Notorios son también los disensos entre el ejecutivo socialista y el comité de empresa del Ayuntamiento, agudizados después de que Lazcoz haya tocado las bajas laborales de los funcionarios, amén de rebajado su salario. Estas medidas, unidas al viejo enfrentamiento entre el propio Lazcoz y la presidenta del comité, han desembocado en protestas y encierros de la plantilla municipal que amenazan con repetirse a lo largo del invierno y la primavera. Sin olvidar que los amigos del parque de Arriaga han convocado una consulta popular entre los vecinos a tres meses de las elecciones (20 de febrero) para reiterar su rechazo a la polémica estación de autobuses que a principios del próximo año comenzará a cobrar forma en Lakua.

Pero la palma de los disensos se la lleva la ruptura del pacto de la vivienda tras la negativa del PP a apoyar la redensificación (construcción de más viviendas de las previstas) de Salburua y Zabalgana. El voto en contra de los populares pone fin a una década de acuerdos que han permitido a Vitoria liderar la construcción de miles de pisos protegidos desde el año 2000 y reducir de 15.000 a 1.800 la lista de espera de solicitantes.

Aun así, Lazcoz tomará las uvas un año más con los presupuestos aprobados, un logro nada baladí dada la preocupante situación económica del Ayuntamiento. El acuerdo con su socio presupuestario, el PNV, da como resultado un montante de 417 millones de euros para invertir, lo que permitirá al gobierno socialista disponer de una hoja de ruta con la que arrancar 2011. No le saldrá, sin embargo, gratis este apoyo puesto que los nacionalistas ya han manifestado sus diferencias con determinados movimientos del ejecutivo, como construir un nuevo polideportivo de Mendizabala. Y todo apunta que no será el único disenso de la agenda municipal en los próximos meses.