vitoria. ¿Dónde se verá la impronta de Patxi Lazcoz en la ciudad?

En el cambio tranquilo. Creo que no he planteado una revolución en la ciudad, sino la necesidad de que evolucione y se transforme.

¿Cree se le recordará como el alcalde del soterramiento?

Yo siempre me acordaré del 5 de marzo. A mí me da igual el reconocimiento del presente, no me hace ninguna falta, porque yo sé que he estado ahí, que dentro de varios decenios se recordará que ese 5 de marzo fue una fecha importantísima para la transformación de Vitoria.

De todas formas, aún habrá ciudadanos que no se crean las obras hasta que no arranquen.

(Sonríe). Eso es muy típico vitoriano. Ahí la ciudad no puede cambiar.

¿Qué espera a la ciudad en este cuarto año?

Consolidaremos los grandes proyectos. Contrataremos las obras del centro internacional de congresos y de la estación de autobuses, constituiremos en breve la sociedad que llevará a cabo el soterramiento del ferrocarril, completaremos el Plan Alhóndiga, comenzará el proyecto del nuevo edificio de oficinas municipales, dejaremos preparados los de los nuevos centros cívicos de Salburua y Zabalgana...

¿Le molestaría que fuera otro alcalde quien cortara esas cintas?

No sería la primera vez que pasa. Pero eso lo deciden los ciudadanos. Y nunca se puede decir que se equivocan en unas elecciones.

¿Ve en la oposición municipal candidatos con la suficiente fuerza para disputarle el puesto?

Veo en la oposición demasiados hooligans con la camiseta de su partido. Y me gustaría ver a más forofos de Vitoria.

Su socio preferente siempre ha sido el PNV. ¿Qué hubiera sido del gabinete Lazcoz sin ese apoyo?

He tenido la colaboración del PNV y nunca he dejado de reconocerlo. Hemos participado en grandes acuerdos, pero todo el que ha querido ha tenido cabida en ellos.

Una de las metas que se planteó en su discurso de investidura fue cambiar el ambiente de la Casa Consistorial. ¿Diría que lo ha conseguido?

Hombre, creo que eso es una evidencia. En el Ayuntamiento puede haber debates y discusiones acaloradas, por supuesto, pero por lo menos ahora nos saludamos todos como personas y nos damos los buenos días...

¿Alguien le negaba antes el saludo?

Sí, sí, hubo de todo. Ahora cada uno puede haber diferentes formas de ver Vitoria, pero no hay ni punto de comparación con la legislatura anterior.

Sin embargo, la unanimidad se vende muy cara en este ayuntamiento. Igual se puede hablar de consenso con la redensificación o, finalmente, con el tranvía, pero no se ha alcanzado sin discusiones intensas.

Pero eso no me preocupa. Si todos, todos, todos los acuerdos que se adoptan en el Ayuntamiento de Vitoria fueran por unanimidad sería para preocuparse. En cualquier caso, también hay que tener en cuenta que el 80% de los asuntos que se llevan al pleno del Ayuntamiento se acuerdan por unanimidad. ¡El 80%!

Imagino entonces qué va a decir al recordarle las críticas de los grupos a su falta de diálogo...

Es una pose. ¿Qué gobierno en minoría puede funcionar sin buscar ese consenso político? Nosotros llevamos aprobados tres presupuestos, tres ordenanzas fiscales, hemos acordado por unanimidad un proyecto revolucionario como es el Plan de Movilidad Sostenible... Lo que pasa es que algunos bajaron la persiana al diálogo desde el primer día y, ahora, después de tres años, seguramente pensarán que ojalá hubieran estado en esos acuerdos. Algún ejemplo veremos.

¿En qué tema?

Ya lo hemos visto. Alguien que estuvo en contra desde el primer minuto de la estación de autobuses al final se abstuvo en el consejo de Ensanche 21 [se refiere al PP].

¿El PP, entonces, va a dejar de "automarginarse", como usted lo describió?

Espero que el Partido Popular no margine a Vitoria porque está de campaña electoral.

¿Augura un cuarto año más complicado que los tres anteriores precisamente por esa cercanía electoral?

Éste es mi quinto último año de una legislatura, y he estado tanto en gobierno como en oposición, así que sé qué pasa el último año. A todo el mundo le da un ataque de nervios, por lo que se montan grandes debates hasta en las cosas que son de sentido común. Lo que yo puedo garantizar, por mi parte, es que no tengo tiempo para estar de campaña electoral. Haré esa campaña en mayo del año que viene, durante los quince días que correspondan, porque ahora está eclosionando todo el trabajo que hemos venido haciendo durante los tres años anteriores.

¿Entonces se ve con fuerzas para repetir cargo tras las elecciones?

El nuevo rumbo que intentamos dar a la ciudad, sus líneas estratégicas, es un ejercicio que superaba con creces una legislatura. Hablamos más de un proyecto de ocho años que de cuatro, pero ése no es un argumento para que los vitorianos me den una segunda oportunidad. Los vitorianos nos examinarán a todos y creo que este gobierno aprobará el examen porque no nos hemos arrugado ante la dificultad.

El año pasado, a estas alturas, calificó su gestión con un bien y esperaba llegar al final de la legislatura a un notable. ¿Diría que ya ha subido de nota?

No, todavía nos quedan meses de trabajo y aspiro a que los ciudadanos, cuando nos pasen el examen, nos hagan merecedores de buena nota.

Es decir, que por ahora se queda con el bien.

Eeeeh... Sí, yo creo que sí.