vitoria. Los veinte millones de euros que Vitoria paga cada año en limpieza y recogida de basuras van a dejar huella, por fin, en toda la ciudad. El Consistorio está ultimando con la empresa FCC las modificaciones del contrato para reducir los servicios en la zona del Ensanche y reinvertir el nuevo excedente en los sectores más alejados de Salburua y Zabalgana, que ahora no entran en la ruta de trabajo de la multinacional. Los resultados saltarán a la vista en mayo. Es la promesa del concejal responsable del área, José Manuel Bully, quien explicó ayer que el eminente acuerdo se traducirá en contenedores de reciclaje, recogida neumática y barrido en Aldaia, Mariturri, Elejalde, Borinbizkarra (al oeste) y la zona de Santo Tomás (Salburua) "al mismo nivel" que en los espacios más poblados de los nuevos barrios. Y al mismo nivel, por tanto, que en el resto de la ciudad.
Bully también prometió que, conforme Salburua y Zabalgana vayan creciendo, la cobertura de FCC se seguirá adecuando a las nuevas necesidades. "Eso sí, cuando ya haya una población con cierto peso", matizó el edil. Regla que ha hecho que el sector de Salburua próximo al centro comercial que llega hasta el parque de los Planetas se quede por ahora fuera del nuevo campo de acción de la empresa de limpieza. Por tanto, a falta de ese punto, por fin, toda Vitoria gozará de un nivel de limpieza idéntico. Y sin que al Ayuntamiento le cueste un euro más, gracias a la fórmula del reequilibrio de efectivos.
El contrato que en su día confeccionó el gobierno municipal del PP primaba unas zonas sobre otras hasta el punto de que, según Bully, los llamados espacios nobles -el Ensanche- han estado sobresaturados de limpieza. La Plaza de España, por ejemplo, recibe hasta cuatro baldeados de agua por la mañana, mientras que otros rincones, ninguno. Por tanto, la nueva reorganización del servicio de FCC será doblemente beneficiosa. Por un lado, se saldará una deuda con los sectores más nuevos de Salburua y Zabalgana, cuyos vecinos han estado pagando impuestos como el resto pero recibiendo las migajas que el Ayuntamiento era capaz de darles a cambio de quitar efectivos en otros distritos. Y, por otro, tratará de forma igualitaria a los demás barrios.
El concejal socialista está muy satisfecho por la decisión adoptada, que ha llegado más de un año después del primer anuncio. La primera vez que Bully adelantó su intención de reorganizar el contrato de FCC fue en marzo de 2009, en una comisión en la que los grupos municipales mostraron una actitud muy crítica por el estado de limpieza de la ciudad. Sustentaron sus quejas en el hervidero de críticas recogidas en el buzón de la página web del Ayuntamiento, en un momento en el que la labor de FCC estaba siendo muy cuestionada. De hecho, unos meses antes, el equipo de gobierno examinó el trabajo de la empresa, presionado por las quejas vecinales, y descubrió que, ese mes, había dejado sin hacer la cuarta parte de sus deberes.
Esa alerta sirvió para que el Ayuntamiento se pusiera por fin manos a la obra e iniciara la auditoría que debería haber arrancado en 2006. En aquel año, el Ayuntamiento puso una condición al convocar el concurso para elegir a la empresa de limpieza: de los veinte millones anuales que pagan las arcas locales para cubrir el servicio, debía reservarse el 1,5% (300.000 euros) para contratar una compañía supervisora. Sin embargo, no lo hizo hasta finales de 2008, cuando eligió a una UTE de consultores para elaborar el procedimiento.
La auditoría empezó el año pasado. Consistió en un seguimiento del grado de absentismo y de los camiones, comprobación de la calidad de la limpieza in situ y a través de una encuesta ciudadana, control del mantenimiento de la maquinaria y los contenedores, y medición del ruido de la maquinaria. La intensificación del control sobre FCC dio sus frutos y los resultados sirvieron, además, de base para la reordenación del contrato que está a punto de firmarse.